I - II (3°parte)

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PRÓSPERO
Despierta, hija mía, despierta.   Has dormido bien. Despierta.  

MIRANDA
Lo asombroso de tu historia   me dio sueño.

PRÓSPERO
Sacúdetelo. Ven. Vamos a hacer visita a Calibán, mi esclavo, que nunca nos dio respuesta amable.  

MIRANDA
Padre, es un infame al que detesto.  

PRÓSPERO
Sí, pero le necesitamos. Enciende   el fuego, trae  la leña y nos hace   trabajos muy útiles. ¡Eh, esclavo! ¡Calibán!   ¡Responde, montón de tierra!

CALIBÁN (dentro)
¡Ya tenéis bastante leña!  

PRÓSPERO
¡Vamos, sal ya! Tengo otro encargo para ti.   ¿Cuándo saldrás, tortuga?

Entra  ARIELen forma de ninfa marina.

PRÓSPERO
¡Bella aparición! Primoroso Ariel, te hablo al oído.

ARIEL
Así lo haré, señor.  

Sale 

PRÓSPERO
¡Sal ya, ponzoñoso esclavo,   engendro del demonio y tu vil madre!  

Entra  CALIBÁN

CALIBÁN
¡Así os caiga a los dos el vil rocío que, con pluma de cuervo, barría mi madre de la ciénaga malsana! ¡Así os sople un viento   del sur y os cubra de pústulas!

PRÓSPERO
Por decir eso, tendrás calambres esta noche y punzadas que ahogan el aliento. Los duendes,   que obran en la noche, clavarán púas en tu piel.  Tendrás  más aguijones   que un panal, cada uno más punzante  que los de las abejas.

CALIBÁN
Tengo que comer. Esta isla es mía por mi madre Sycorax, y tú me la quitaste. Cuando viniste, me acariciabas y me hacías mucho caso,  me dabas agua con bayas, me enseñabas   a nombrar la lumbrera mayor y la menor   que arden de día y de noche. Entonces te quería   y te mostraba las riquezas de la isla, las fuentes, los pozos salados, lo yermo y lo fértil.   ¡Maldito yo por hacerlo! Los hechizos de Sycorax   te asedien: escarabajos, sapos, murciélagos. Yo soy todos los súbditos que tienes, yo, que fui mi propio rey; y tú me empocilgas   en la dura roca y me niegas el resto de la isla.  

PRÓSPERO
¡Esclavo archiembustero, que respondes  al látigo y no a la bondad! Siendo tal basura,   te traté humanamente, y te alojé en mi celda hasta que pretendiste   forzar la honra de mi hija.  

CALIBÁN
¡Ja, ja! ¡Ojalá hubiera podido! Tú me lo impediste. Si no, habría poblado  de Calibanes esta isla. 

MIRANDA
¡Odioso esclavo, en quien no deja marca la bondad y cabe todo lo malo! Me dabas lástima, me esforcé en enseñarte a hablar y cada hora  te enseñaba algo nuevo. Salvaje, cuando tú   no sabías lo que pensabas y balbucías  como un bruto, yo te daba las palabras para expresar las ideas. Pero, a pesar de que  aprendiste, tu vil sangre repugnaba a un alma noble. Por eso te encerraron merecidamente en esta roca, mereciendo mucho más que una prisión.  

CALIBÁN
Me enseñaste a hablar, y mi provecho es que sé maldecir. ¡La peste roja te lleve   por enseñarme tu lengua!

PRÓSPERO
¡Fuera, engendro! Tráenos leña, y más te vale no tardar, que hay más trabajo. ¿Te encoges de hombros, infame? Si descuidas o haces tu labor de mala gana, te torturo con calambres, te meto el dolor en los huesos. Rugirás tanto  que hasta las bestias temblarán de oírte.  

CALIBÁN
No, te lo suplico.  - [Aparte] He de obedecer. Su magia es tan potente   que vencería a Setebos, el dios de mi madre,   convirtiéndole en vasallo.

PRÓSPERO
¡Fuera, esclavo, vete!

Sale  CALIBÁN.

La Tempestad - William ShakespeareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora