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El tapiz de las paredes estaba ahora por los suelos, junto a todas y cada una de las fotos que tenia junto a Dylan, incluso había tirado aquel pez dorado que ella gano en la feria del condado y decidió regalármelo. Todo estaba por los suelos, hecho trizas o pedazos, pero era así como me sentía. Incluso aquellas sabanas donde alguna vez durmió Dylan estaban rotas, esparcidas por la alfombra. No podía siquiera ver una sola foto en la que ella aparecía, me heria en lo mas profundo de mi corazón, nada estaba bien. Yo no estaba bien del todo. Mi ropa estaba fuera del clóset, estaba golpeando duro a la pared, la cual ya tenía un hueco. Pero era eso ó ir a golpear a aquel chico que estaba junto a Dylan. Y cuando creí que todo iba a estar bien, noto que no soy el único que esta tras de ella, también tenía competencia. No podía perderla, no podía darme el lujo de volver a perderla. Por que nunca estaría bien. No podría vivir si yo no la tenía conmigo. No quería, ni siquiera que alguien la volteara a ver o le hablara, era como si Dylan fuera mi pequeño secreto, no quería que vieran lo buena que ella era, lo adorable que era al despertar ó como disfrutaba aquellas pequeñas cosas que muchos llegaban a odiar. Simplemente, no, yo no podía compartirla, porque tal vez... ella en algun momento se diera cuenta que no era bueno para ella y me dejaría -tal y como ya lo hizo- no dejaría escapar esta oportunidad, si tenía que amenazar a cualquier persona que se interpusiera entre ella y yo, lo haría, porque ella era mía, yo era de ella. Nos pertenecíamos, el destino nos había juntado, quiero creer que fue un acto de bondad hacia mi -ya que estaba seguro de no merecerla- ella era la mejor cosa que alguna vez me sucedió. No estaba dispuesto a darme por vencido y dejarla ir así de fácil, debía luchar por ella.

Words as WeaponDonde viven las historias. Descúbrelo ahora