Alma Genocida

Historias De Zetsu: "Parte 1"

 Como toda gran historia... esta tiene un comienzo. Un comienzo en el que se admira el paisaje turbio, Lúgubre, aislado de armonía. En ella se aprecia el ocaso en su máximo esplendor ya que consigo culmina toda quietud y tranquilidad, las aves se alejan hacia el hábitat próximo lo más rápido posible, la oscuridad se cierne, el viento perpetuo comienza a enfriar hasta el más duro de los guerreros, la guerra es inminente y los animales lo saben... huyen con desazón y sin poder asimilarlo, preguntándose ¿por qué alejarnos de casa? sin entender lo que esta guerra conlleva. 

 El momento a llegado, el quiebre, la ruptura del silencio, cada ejercito levanta sus armas hacia el cielo obscuro, Lanzas, Espadas, Mando dobles, los caballos relinchan y se puede ver el aliento de cada uno de ellos confundido con el de los guerreros, la insignia de los dos bandos se alzan a lo alto con una lanza. Entonces se aprecia el sonar de los cuernos de de ambos ejércitos, el ambiente se encuentra a la expectativa, cómo ese segundo justo antes de una explosión, cómo si el río, el suelo y los árboles supieran el caos que comenzará en breve. 

 En este momento no importa cuánto se esforzaron, cuántas horas en la forja invirtieron, lo que hicieron o lo que no lograron mejorar, el hambre o el frío, los sentimientos no caben en la guerra y estos guerreros muy bien lo saben, todo lo vivido y el esfuerzo se reduce a este exacto momento justo antes de comenzar... Se siente el latido de sus corazones, sus pechos palpitan arduamente... Entonces... Dan la señal al arquero. Al caer la flecha nada importaría, dejarían todo atrás por este momento. Entonces comienza a caer una suave y tranquila lluvia. La espada que da la orden baja con fuerza. El arquero lanza su flecha a lo lejos lo más alto posible. Al caer la guerra contra los Ü comenzaría. La flecha bien fabricada avanza con velocidad y fuerza hacia arriba, bajando lentamente su velocidad hasta un punto, en el cuál ella comenzaría a descender. Los Ü muy atentos y desesperados empujan su cuerpo hacia adelante con rabia y odio mientras permanecían atados, cada uno de ellos espera a que su Amo lo libere para ir a devorar a sus enemigos, sus gruñidos advierten que no han comido hace ya bastante y hoy, hoy romperían esa racha... la flecha se detiene en el cielo, millones de gotas que caen del cielo la acarician  desde la punta hasta el final, es como si se detuviera y quede suspendida en el aire por un segundo, pero comienza a caer y aumentar su velocidad, ella se encuentra a centésimas de segundos de distancia del suelo cuándo los guerreros aprietan fuertemente sus armas. La flecha cae... Lo siguiente es el grito de cada uno de los guerreros, un grito de batalla que paraliza y pone la piel de gallina, ese grito de esperanza es el último segundo de calma, los Ü también gruñen de a poco hasta hacer gritos roncos y rasgados de furia. Los caballos relinchan y comienzan a avanzar uno a uno se van sumando a la carrera, los Amos sueltan las cadenas de los Ü y estos automáticamente comienzan a correr veloces a cuatro patas hacia la batalla, las cadenas de plomo suenan impactando al suelo, sólo un Ü soportaría ese peso en el cuello todo el tiempo. Los Ü gigantes comienzan a dar pasos retumbando el suelo y los Señores Amos comienzan a avanzar junto a sus bestias montados en sus rinocerontes obscuros, sus ojos rojos sólo dan un ultimátum del poder que van a desatar en esta guerra. entonces en el campo de batalla, casi en el centro, del lado de los guerreros, un Portal circular celeste en las puntas y azul fuerte en el centro comienza a abrirse paso, este es acompañado de varios, muchos más se abren camino dejando ver un paisaje de Bosque Viejo con un verde profundo que derrocha vida... de esos portales salen aún más guerreros que se unen a la causa contra los Ü. Los guerreros no parecen entender que está ocurriendo pero no les importa, son apoyo y mientras más mejor. Lo último que se ve son los segundos que quedaron antes de chocar los veloces Ü contra los jinetes y guerreros.

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