Sexto Capitulo: "Irlez La guardiana"

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  El sol brillaba espléndidamente esa tarde, mientras la corriente de viento danza elegantemente alrededor de los gigantescos árboles de la región Vorr, tierras muy alejadas de casa, muy alejadas de todo lo conocido por los mortales, cada hoja al caer producía un sonido pesado y fuerte, hojas del tamaño de una puerta que caen de tales árboles, un mundo casi prehistórico, al contrario del hogar del cuál los ojos de estos dos viajeros están acostumbrados ver.

-Al fin despiertas... Dice el abuelo Hun de espaldas a Zetsu, quién aún permanecía acostado.

-De no ser por esa bestia aún estaríamos en esa cueva, más no nos permitió darle las gracias.

-Y ¿que esperas? que nos deje amaestrarlo ¿verdad?- Es un espíritu libre, con suerte nos ayudó y por supuesto con eso debería bastarnos, no molestemos un espíritu libre.- Decía Zetsu con derrochando tranquilidad, quién se percató rápidamente que era inusual ¿a qué viene toda esta paz tan indiferente a todo? Es entonces cuándo se para bruscamente para saber dónde se encontraban, de este modo casi cae desde una altura bastante considerable. Se arrodilla y boquiabierto admira la enorme criatura en la cuál permanecen ahora mismo. Una gigantesca tortuga terrestre, sus patas podían tapar un arrollo de punta a punta dejando un cráter significativo. Verde turquesa y con escamas marrones, la gentil tortuga se abre paso entre el extenso bosque tortuoso en el que se encontraban.

-Tranquilo niño, esta humilde tortuga prestó su favor al ayudarnos a llegar al templo siempre y cuándo haya alimento para ella.- Explica Hun.

-¿dijiste, ella?-confundido pregunta.

-Sí chico, ella es la majestuosa Irlez, guardiana de los abismos de este bosque, tiene la capacidad o bendición, de sanar heridas y difundir paz, armonía o serenidad en quienes se recuesten en su caparazón.- Cuenta el abuelo Hun mientras extiende su mano para lanzar una gran fruta hacia la boca de Irlez, quién saluda con un gruñido estruendoso.

-Ahora veo por qué no es de mucho hablar.- Comenta Zetsu con ironía. 

La enorme tortuga se detiene al sentir una presencia, inmediatamente una muy poderosa ventisca explota empujando un poco a Irlez hacia atrás. Ella comienza a apretar el paso, quién diría que una gigantesca tortuga tiene tal velocidad. Desesperada destruye todo a su paso, árboles, rocas, incluso choca a otros animales extraños abriéndose camino mientras las demás bestias corren a su alrededor. Debe ser algo estremecedor cómo para hacer que todas estas grandes bestias huyan desesperados y hasta la guardiana del bosque decida no defenderlos, de todos modos parecía que ya lo teníamos encima, se podía sentir la presencia fácilmente de una criatura persiguiéndolos rápidamente, pero. Al final del camino, al salir del bosque tan frondoso, había un risco nuevamente pero éste es aún más alto que el anterior, de igual modo Irilez ni siquiera se detuvo un segundo a pensar, de hecho pareciera que lo tenía premeditado, llegar a este risco sabiendo que la caída puede ser fatal aunque ella sea enorme, podía resultar gravemente herida en el peor de los casos, Aún así ella saltó lo más lejos de las piedras posible. Fueron segundos en los que Zetsu pudo voltear la mirada hacia atrás para ver qué era lo que nos perseguía, y ahí estaba ese, ese... espíritu, alma, espectro o lo que sea, una silueta con mascara blanca, un orificio en el medio y manchada en sangre, lo demás era como humo negro flotando en el suelo mientras con dos extremidades trataba de alcanzarlo, Zetsu no sintió miedo alguno, hasta le produjo intriga por saber que era eso, eso estuvo viéndolos caer hasta que al final desapareció cuándo cayeron en un gran río que para Zetsu era un mar. Cayeron en lo profundo del río, hasta que la luz ya no les podía iluminar el camino, lentamente Zetsu y Hun se ahogarían, los grandes peces golpeaban sus cuerpos y muchos los mordían arrancando trozos de carne, esto agravaba la situación, fue ahí cuando un cardumen colisiona contra ellos, y entonces con la fuerza de sus brazos, el abuelo Hun empuja hacia delante haciendo que una gran burbuja disolviera el cardumen alejando a los peses. Pero entonces otro gran cardumen se acercaba, con numerosos peses dispuesto a darse un festín con sus cadáveres, el cardumen se acercaba más y más, los dos sin poder respirar se comienzan a ahogar y justo unos metros antes de que aquel cardumen los envistiera, la gran Irlez acude a su rescate, con un impulso increíble y destrozando varios peces. Hun toma la mano de Zetsu y se sostiene de cuello de Irlez mientras son despedidos del agua, saliendo así del río. Muy agotados tratan de retomar fuerzas y así lograr continuar.

-Veo que lograron llegar a la entrada, al menos.- Se escucha a espaldas de ambos mientras se escucha una risa de una persona muy vieja.

Zetsu y Hun se paran para ver quién era la persona que les habló. Una persona de avanzada edad, con una túnica blanca y un bastón dorado.

-Permitanme presentarme, soy el druida de este lugar, soy... El Sabio y eh estado esperándote hace años, pequeño.- Dice el anciano mientras se acerca con los brazos abiertos.

El abuelo Hun se acerca y se inclina cómo reverencia al Sabio.

-Buenos días maestro, hace décadas no lo veo.- Dice Hun.

Zetsu ve que su abuelo reverencia y entonces decide hacerlo también, en forma de respeto.

-Oh! no hace falta que sean tan formales, vengan siganme hacia el templo, hay mucho que hacer y mucho que aprender. Muchas gracias Irlez por aceptar traerlos, has sido de mucha ayuda.- Se despide El Sabio de Irlez mientras le daba alimentos.

El Sabio y el abuelo Hun caminan mientras conversan sobre sus cosas mientras se abren paso en un estanque que da justo a una cascada. ellos caminan sobre el agua entrando justo entre la cascada. Zetsu no lo puede creer e intenta hacerlo varias veces, hasta que su cuerpo lo impulsa a caminar lentamente sobre el agua, va despacio, luego apreta el paso poco a poco, hasta caminar normalmente, luego se apresura cada vez más y más hasta darse cuenta que corre sobre el agua con una sonrisa de oreja a oreja, es entonces cuando atraviesa la cascada y una luz ciega sus ojos por unos segundos. Lentamente recobra su vista para admirar un paisaje esplendido, un jardín tan basto en vegetación, tan tranquilo y a lo lejos... El templo Dragon Gozen.

-Al fin... Al fin hemos llegado.



Final del sexto capitulo.

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