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Conocí a este chico de quien estuve (y creo que aún estoy) enamorada en una materia que dimos con el mismo maestro, en un mismo grupo, un mismo salón de clases y a una misma hora, hace dos cuatrimestres atrás.

La clase era grande, era un grupo con muchos estudiantes; eso me ponía muy nerviosa porque me manejo mejor en grupos pequeños. Intentaba no mirar al grupo en general, tan sólo la idea de hacerlo me ponía tensa, así que buscaba cualquier excusa para esconder la vista y parecer ocupada, parecer normal. En esa clase, habían extraños, conocidos y semiconocidos. Entre los extraños, estaban personas que, hasta el día de hoy, no recuerdo sus nombres; a algunos los he visto ocacionalmente, y a otros, no los he vuelto a ver ni por error. Entre los semiconocidos estaban personas con las que, en ese período, compartía otras clases, pero que recién había empezado a conocer; y entre los conocidos, o más bien "conocidas", estaba el grupo de chicas con las que había empezado la carrera hacía un año, en aquel entonces, pero con las que, en realidad, no compartía ninguna cercanía en particular.

Entre ese grupo de personas, una cara semiconocida brillaba, la de Ismael; un chico que, al principio, me pareció uno más del montón, pero que luego se convirtió en algo más que eso. Listo, con un notable mechón canoso y con la sonrisa más cálida que, hasta hoy, he visto, empecé a fijarme en él cuando, en otra clase, que yo compartía con él y su grupo de amigos, Ismael se convirtió en ISMAEL.

ENAMORADA EN SILENCIO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora