ENAMORADA EN SILENCIO

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-Hay alguien repetido -dice el maestro-, eso debe de ser.

Sus palabras me sacaron de IsmaelLandia.

Nos miramos los unos a los otros, esperando a que alguien diga "sí, fui yo, yo me anoté dos veces, soy culpable".

No tenía idea de quién era el responsable de haberse inscrito en dos listas diferentes, sólo sabía que no era yo.

Al pasar un momento, el maestro pronuncia las siete letras de mi nombre y quedo congelada. Pregunta quién se esconde bajo ese nombre y no tengo de otra que responder al llamado.

Cómo pudo pasarme esto? Cómo estaba en dos grupos si me había anotado en uno sólo!?

Sentía la mirada de todos, pero no me atrevía a verlos. Quedé mirando en dirección al profesor, quien procedió a tomar las dos hojas donde aparecía mi nombre y me tachó de una de ellas, agregando, así, a la chica que aún estaba de brazos cruzados, junto a su escritorio.

No sabía dónde había quedado anotada, si con las semiconocidas o con algún otro grupo lleno de caras extrañas.

Cuando el profesor terminó de escribir y organizar las hojas, mencionó el nombre de cinco personas cuyos rostros nunca había visto, y luego mencionó mi nombre, como sexta participante de ese grupo. La otra chica tomó mi lugar en el grupo de las semiconocidas con las que doy Psicología General e Inglés.

Después de unos minutos, todo se aclaró en mi cabeza, comprendí que no me había anotado en un mismo grupo, sino que en dos hojas de dos grupos diferentes; me sentí muy tonta.

Al finalizar la clase, los cinco extraños y yo nos reunimos en la vacía aula, mientras otro grupo se ponía de acuerdo en el otro extremo del lugar. Nos sentamos en círculo y me preguntaba: "en qué me he metido?". Los rostros de los que eran mis compañeros de exposición no se veían muy confiables. Éramos tres chicas y tres chicos; una extranjera, un chico con lentes, una fresa, un tipo con buena forma, uno que aún no había hablado y... yo.