Un acuerdo difícil

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Con sus botas inundadas en oro Glifon buscaba las joyas más valiosas, los diamantes y las esmeraldas engarzadas en anillos, collares o pulseras eran su favoritas.
Y como un infante rodeado de juguetes disfrutaba llenando sus alforjas y bolsillos, incluso bajo su malla asomaban diminutas cadenas doradas decoradas con bellas piedras.
Absorto en la búsqueda ascendía por la inmensa montaña amarilla, tan obnubilado en los destellos infinitos que desprendía, que hasta obviaba al gran gusano rojo que muy próximo a él profundamente dormía.
Y en la cercanía se detuvo un instante para observarlo detenidamente, era grande, el más gigantesco que jamás hubiera visto. De un intenso rojo lo vestían sus escamas en el lomo y estas aclaraban descendiendo hasta su anaranjado vientre.
Pero era su cola lo más llamativo de aquel uruloki, aparecía y desaparecía entre las monedas extendiéndose y rodeándolo hasta los confines de su guarida.
" Para nada se asemeja a las lagartijas del frío " pensaba el enano mirándolo " un dragón de fuego sin duda ". Observo las paredes que le rodeaban y al igual que en la gruta por donde habían entrado la roca lucía negra, calcinada y derretida en extrañas formas onduladas tras fundirse, y como la lava deslizarse, creando unas olas perfectas de piedra.
" Ese monstruo encierra un volcán en su garganta, será mejor no despertarlo " se dijo mientras decidía alejarse un poco y retirándose miro su rostro, y en él descubrió un profundo verde tras unas alargadas y negras córneas que lo miraban.
- Así es como un volcán y hasta el mithril sucumbe a mi fuego, bienvenido seas enano a la morada de Itangast -.
Sin alterarse habló, de calma inundadas sus palabras y de parsimonia su voz se disfrazaba contestando sin ser preguntado.
- ESTA DESPIERTOOO!!!, ESTE DRAGÓN ESTÁ DESPIERTOOO!!! -.
Los khazad encararon al enemigo prestas sus armas mientras de reojo miraban la única escapatoria, demasiado lejos estaba para huir, un diminuto agujero en la distancia imposible de alcanzar.
- Glifon a su retaguardia!!, Bromo y Fubon a los flancos, DISPERSAROS Y PREPARAD LA DESATASCADORA RAPIDOOO!!! -.
Al frente Nuor empuñaba una enorme hacha encarando a Itangast mientras vociferaba a sus hermanos.

Divertido los observaba desde la cima el temible uruloki, solo eran cucarachas asustadas que gritaban y la tentación de aplastarlas era muy poderosa.
Más aplaco su ira y su hambre el dragón porque los años lo condenaban al olvido y la desidia, a un encierro que ya duraba demasiado y así fue que gentilmente Itangast respondió a los cuatro guerreros.
- Glifon, Bromo, Fubon y...? - alargando su cuello le preguntaba el nombre al que a los otros enanos ordenaba.
- Mi nombre es Nuor, hijo de Falon, y hoy morirás, por Durin que sobre tu panza nuestros traseros descansaran tras la batalla -.
- Bienvenido Nuor, hijo de Falon, y quizás sea así, inevitable el enfrentamiento y vuestra muerte pero tenéis algo que deseo y siempre fueron buenos comerciantes los hijos de Aule...

Torció su gesto el enano contrariado mientras sobre la empuñadura del hacha retorcía sus manos apretándola, enanos con dragones negociando?, siempre de muerte y sangre eran sus tratos, siempre enemigos acérrimos sin piedad ni compasión.
- Acaso son ahora los dragones mercaderes?, de veneno se impregnan vuestras lenguas cuando habláis. Nada tenemos que te pueda interesar más que nuestra carne y eso no se negocia, eso te lo tienes que ganar... -.
Alargó su cuello Itangast aproximando su rostro al de Nuor y a escasa distancia de su barba la tensión se disipó en su voz.
- Sé lo que piensas hijo de Falon y solo en una cosa te equivocas, claro que mis colmillos se saciarían con vuestra carne para deleitarme con su sabor... - lo husmeó en ese momento y complacido por un momento sus ojos se entrecerraron de placer - pero necesito de vuestra ayuda y no solo tu vida salvarás, complaceme enano y de oro y mithril tu descendencia presumirá durante siglos -.
Retrocedió dos pasos Nuor alejándose del terrible calor que emanaban aquellas fauces. Aún no comprendía, no entendía el por qué de aquella conversación y sin expresar su duda Itangast le respondió.
- Mirame!, soy el más grande aquí y aquí vivo encerrado, atrapado, aprisionado, recluido, aislado... rodeado de piedra sin remisión. Ya no recuerdo el azul ni el ardiente fulgor del sol al despertar, olvidé la brisa y su olor, olvidé el mundo enano y él de mí también se olvidó. Abreme camino hasta el exterior y de riquezas colmaré tu codicia y la de tus amigos -.
Y desconcertado por aquellas palabras lo observó, si que era un monstruo desmesurado como hacía mucho que no se veían, incluso a su lado los dragones del norte eran insignificantes. Pero como era que nadie lo conocía?, seguro que su poder rivalizaba con los de antaño cuando el esplendor iluminaba Belegost y Nogrod.
Miró entonces la entrada a la cueva y entendió más la incertidumbre por completo lo invadió de nuevo.
- Pero... pero como entrastes? - mientras hablaba inconscientemente sus brazos se relajaron y su hacha descansó sobre el oro - quiero decir, es obvio que no cabes por ahí, entonces?, es imposible que llegarás aquí atravesando ese túnel. Quizás hubo otro que se desmoronó?, es eso no? -.
Más tranquilo el hijo del hacedor contrajo su largo cuello de nuevo descansando su cabeza lejos de él. Y sonreía púes le divertía la ignorancia del enano.
- No Nuor, jamás hubo otro túnel más que ese y por él entré hace muuuucho tiempo. Y dormí y dormiiií, no sé cuanto dormí pero si sé que mientras dormía crecía. Y mientras la tierra envejecía yo también lo hacía pero un día desperté y el pequeño y asustado Itangast ya no era el mismo, más grande y poderoso, más terrible y furioso que muchos de los que vi. Y tan grande que ese túnel encogió... -.
Lejos en uno de sus costados una carcajada burlesca lo interrumpió. Era Glifon riéndose de lo escuchado.
- Creía, decían que eran muy astutos los dragones, en serio?, lástima que tu cerebro no creciera a la par que tu panza -.
Y sin poder remediarlo reía y reía sin saber que aquello como ninguna otra cosa irritaba al gran gusano. Sobre su barba bajo su yelmo contempló como lo encaraba en la distancia y esfumándose su sonrisa la cólera de Itangast humeando brotaba desde su hocico con altos jirones de oscuro vapor...

Itangast " el rojo "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora