Epílogo

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Y fue el regreso de Nuor a Erebor una larga y penosa travesía, púes fueron el hambre, la sed y el dolor sus únicos compañeros.
Bordeando la muerte, cuando la piel se adhería al hueso sin grasa que mediara entre ellas y apurada hasta la última gota de agua, atisbó en el horizonte la espigada silueta de la Montaña Solitaria.
Durante semanas descansó el hijo de Falon en su lecho y era durante la noche que se levantaba sudoroso y tiritando, más hasta el final de su vida fue Itangast protagonista único en sus pesadillas.
Pero también recordaba a sus hermanos y las palabras que hablaron cuando la muerte se los arrebataba, y narró a su hijo Nolin de la valentía y coraje de Bromo. Aunque era la promesa a Fubon lo que más le preocupaba, aún así a pesar del miedo que le despertaba la idea de volver a las Montañas Grises pidió audiencia con su rey, y en la Sala del Trono fue recibido por Thror, hijo de Thrain y Señor de Erebor.
Allí dio a conocer la existencia de Itangast y su terrible poder, explicó como uno a uno mató a sus amigos y fue su fuego intérprete principal en aquél relato. Suplicó ayuda para llevar a cabo la última voluntad de Fubon y ante él se alzó Thror dando respuesta a su petición.
" No existirá en nuestra memoria más engendros del pasado que perturben el recuerdo de la Casa de Durin. Ni el oro, ni siquiera el mithril tentarán de nuevo a los hijos de Mahal condenándolos al desastre.
Y así la voluntad de Fubon se cumplirá encerrando al dragón para siempre en su prisión, y ningún enano lo nombrará de nuevo en conversación o canción, ni con la pluma o el cincel sobre el papiro o la roca se le mencionará. Olvidado para siempre bajo la montaña morirá ".
Y así regresaron los khazad a las Ered Mithrim para sellar la tumba de Itangast. De roca y hierro erigieron una puerta sin cerradura ni runas que la decoraran, sin llave para abrirla y sin encantamiento que adivinar.
El engendro de Morgoth fue desterrado para siempre o eso creyeron sus carceleros.
Pero nada muere sin existir y fue Itangast en su obligado reposo la más longeva criatura de Morgoth que habitó en la Tierra Media.
Y cuando los elfos eran tan solo un susurro entre las hojas olvidados, cuando corrompida la sangre de Numenor se había extinguido entre los hombres y solo los enanos orgullosos honraban a sus ancestros, un gota se deslizó quebrando la piedra.
Fue el agua y la erosión quienes al fin lo liberaron, y como una nueva sombra surgió de la tierra Itangast. La larga oscuridad lo había transformado, ya no era rojo el dragón sino negro y más grande aún creció.
Y nunca más se durmió desatando su cólera sobre Endor y sus habitantes, pero por encima de todos odiaba a los enanos culpables de su olvido y de su eterna cojera.
Huérfanos de Señor vieron los orcos a su nuevo amo, y bajo su halo de destrucción se alzaron los ejércitos de la negra cimitarra largamente olvidados.
Ya no hubo paz entre los pueblos y el fuego se elevó sobre ellos, columnas de humo en los horizontes advertían de su llegada y durante años las batallas ensangrentaron de nuevo las hachas y las espadas.
Pero eso... Eso es ya otra historia.

FIN



















 
































Itangast " el rojo "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora