sixteen //

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en el quinto día sin ella él se levantaba igual de frenético y inquieto que los otros días. no ha dormido como es debido desde que ella se fue.

no ha hecho más nada que llamarla y pensar en ella.

y odiarse a sí mismo cada vez más mientras los días pasaban.

-

en el quinto día sin él, se levantó con el sol que penetró en sus ojos parpadeantes mientras frotaba la nariz por la picazón;  mucho pólen.

esta mañana no se levantó con su nombre en sus labios, sólo con un mal aliento mañanero.

''eva, ven a comer tu desayuno, tenemos que hablarte'' la suave voz de su nonna karenina resonó por las escaleras, llegando a su habitación.

evangeline vacilante bajó sus piernas de los calientes cobertores de la cama hasta el piso sus dedos trazando la puerta de la mesa su lado.

¿debería ella revisar sus mensajes?

no quería ver los textos de harry. no hoy.

sus pies calzados con calcetines pisaron todo el camino bajando las escaleras y hacia la cocina donde fue recibida con el olor de frutas frescas y café caliente.

''buenos días'' sonríe evangeline amablemente a sus abuelas.

''¿cómo te sientes, bambina?'' pregunta su nonna.

''mejor, supongo, ¿de qué necesitan hablar?''

''bueno'' ella reprende, tomando una silla de la mesa para que evangeline se siente en ella.

''tu nonna karenina y yo estabamos discutiendo tu situación esta mañana, y sabemos que te va bien en todas tus clases y que no te sientes como para ello, pero ya has perdido una semana de clases'' 

evangeline enarca una ceja, tarareándole a su nonna para que continúe con lo que está implicando.

''la próxima semana tienes que volver al instituto. de igual manera eres bienvenida aquí para quedarte todo el tiempo que quieras, amamos tu compañía, mia caro, pero no queremos que pierdas más clases.

evangeline suspira, mirando sus pies, sabiendo que su nonna tiene razón. ella sólo tenía la esperanza de escapar de todo por un rato más, así no le haya pasado nada terrible, se sentía así.

''tienes razón, tengo que volver'' susurra hosca.

''todavía tienes el fin de semana, flor, no estés tan triste''

evangeline se levanta y empuja su silla de vuelta a su sitio, ''supongo que lo mejor es que me prepare para el lunes entonces''

y con una leve sonrisa, da una vuelta sobre sus talones y se aproxima a la habitación en la cual no estará por mucho tiempo.

en ese momento ella decidió que si sólo le quedaban dos días los usaría a fondo para terminar la semana relajada y revitalizada.

una vez dentro de la habitación revolvió su ropa y la acomodó dentro de su maleta dejando fuera un vestido de verano rosa puro y sus pijamas con el patrón de nubes.

luego, recogió todos sus libros desordenados y sus libretas de estudio, deslizándolos dentro de su bolsa de mano. dejó fuera la novela que leía en ese momento, 'el coleccionista', reposando en su mesa de noche. se tomaría un tiempo luego de empacar para leer un poco.

a continuación, ella acomodó todo.

limpió el cuarto de arriba hacia abajo, sin importar que el desastre que había ya estaba antes de que ella llegara, lo menos que podía hacer era dejarlo todo ordenado.

satisfecha emocionalmente con con la condición y la pulcritud de la habitación, tomó su novela, limpió el polvo de su corto vestido azul y salió de la casa hacia el jardín.

por un momento se quedó vagando por la gran propiedad, hasta que encontró, lo que parecía ser, un suave parche de césped.

se acostó, disfrutando del sol y yendo a la página 33, ella estaba lista para pasarse todo el día leyendo

pero,

cuando llegó a la conclusión de la página 72, escuchó un pequeño crujir en la grama.

se congeló, sus abuelas estaban adentro resolviendo el sudoku y conversando acerca del artículo del periódico, aquel del hombre gracioso y su perrito.

estableció la idea de que sólo era el viento, y que voltear su cabeza y mirar un poco será suficiente, pero que no sería sólo un desperdicio de esfuerzo, sino también de su preciado tiempo de lectura.

así que, cuando un largo cuerpo se sentó de piernas cruzadas junto a ella, no sabía si estar asustada o emocionada.

probablemente ninguna,

después de todo era casi la última persona que ella esperaba que se sentase junto a ella, en el jardín de su abuela,

donde nadie sabía donde se encontraba exactamente,

hasta evangeline misma olvidada a veces donde era el paradero.






evangeline; hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora