La porcelana.

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Era el cumpleaños de mi hija y festejamos con una  fiesta en donde los familiares y amigos le regalaron diferentes obsequios, pero uno me llamo la atención, era el regalo dado por mi tía que a decir verdad no sabia mucho de ella por que era distante con toda la familia. Parecía longeva, tenía mal carácter y si ella no se distanciaba de las personas sin dudar algunas se distanciaban de ella. Le regaló una muñeca de porcelana, esas muñecas que se han ganado fama de lo terroríficas que parecen, pero a la vez hay personas que las aman, por mi parte no me gustan en nada esos muñecos pero había algo diferente es esta muñeca, me parecía realmente toda un obra de arte ya que parecía tan real, tierna y de escalas verídicas. Todos los familiares se sorprendieron ver a mi tía obsequiando algo, a decir verdad ellos ya se habían sorprendido con el simple hecho que apareciera en una reunión.

              Mi relación con mi hija era excelente, nunca le encontraba excusa para lograr pasar un buen tiempo con ella, intentaba cumplir todos sus lujos sin caer en que sea consentida, era mi todo ya que mi esposa no se podía embarazar durante un tiempo y la llegada de mi hija fue toda una bendición para nosotros. En conclusión era completamente cariñoso con ella y con mi esposa, sentía que hacia un gran labor como padre

                El tiempo paso y mi hija se encariño bastante con esa muñeca, tanto que no se podía ver un momento del día en donde no la acompañara esa muñeca, le hablaba y la trataba como si fuera una persona real, pero claro asumimos esto por simplemente la imaginación de los niños. Cada vez que veía esa muñeca me era agradable ya que podía ver lo importante que era para mi hija e incluso actuaba durante breves momentos donde fingía que tenía vida la muñeca para jugar con mi hija.

                Un par de meses después me sentí algo molesto, como si estuviera enojado pero sin razón, dejaba de jugar con frecuencia con mi hija, no tenía buena relación con mi esposa y me sentía diferente, lo único que no cambiaba era mi impresión sobre esa muñeca, era para mi una calma pensar en la perfección de su elaboración e incluso tenia miedo que le sucediera algo.

                Mi hija un día jugaba con su muñeca cuando la dejó al filo de un banquillo y que por la gravedad se resbaló y se cayó de lado fracturando uno de sus brazos. Me puse furioso, no soportaba la irresponsabilidad de mi hija, me acerqué a ella diciendo maldiciones y si no hubiera intervenido mi esposa la hubiera reprendido pero por el impedimento de mi esposa la empujé haciéndola caer y le dije malas palabras. Al ver lo que había provocado me encogí de hombros y me retiré.

                Mis reacciones impulsivas no iban mejorando, sino que era todo lo contrario. Mi hija notaba que el desprecio surgió a partir de la aparición de la muñeca así que le agarró cierto odio, pero esto solo complicó la situación ya que ahora estaba mas molesto e incluso le forzaba a jugar con esa muñeca y mi esposa estaba al pendiente para que no me saliera de mis casillas y no cometiera alguna estupidez.

                Una tarde entré al cuarto de mi hija y encontré que en un impulso de rabia ella había maltratado a la muñeca, me acerqué a ella y la reprendí con un par de golpes y palabras; mi esposa llegó rápidamente a la escena y enloqueció contra mi pero debido a mi furia empecé a golpearla con una ira incontrolada hasta que le di un gran empujón que la hizo tropezar por todos los eslabones de nuestras escaleras para que  finalmente golpeara su nuca contra uno de estos haciendo que saliera unos horripilantes y lentos canales de sangre. Mi hija atormentada salió corriendo de la casa para pedir ayuda.

                Al ver lo que había provocado me tumbé de rodillas viendo el cuerpo fallecido de mi esposa, solté a llanto arrepentido, volteé mi cabeza para ver esa muñeca que había impulsado todo esto, pero ahora ya no admiraba su perfección sino que me atemorizaba su realismo. Esa simple porcelana se veía como carne, su vestido se me hizo de lo mas tétrico pero sobre todo podía ver reflejado toda mi maldad en esos perfectos ojos violetas.

Relatos del subconscienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora