A la mañana siguiente, Steve se despierta sintiéndose descansado. Es una sensación inusual en estos días, así que se toma un momento, simplemente descansando en la cama, acariciando con sus manos su estómago y tarareando Heaven en voz baja para calmar a su pequeño - porque ha estado en la radio todo el verano y Steve no puede sacársela de la cabeza.
Además, al bebé realmente parece gustarle. Steve sonríe ante la idea; su hijo tiene buen gusto en música. Bryan Adams es increíble.
El bebé ha estado casi inmóvil desde que Steve se fue a dormir la noche anterior, pero ahora ya hay un poco de movimiento, como si el bebé hubiera estado durmiendo también y estuviera quejándose de que Steve se moviera y lo despertara.
Steve tiene la sensación de que su hijo va a ser uno de esos niño que necesitan mucha atención, pero no puede evitarlo; aún así lo va a consentir hasta hecharlo a perder, lo va a bañar de amor y afecto, y su bebé nunca, ni una sola vez, va a preguntarse si él o ella fue un error o si Steve realmente lo ama - de la manera en que a veces él mismo se ha preguntado sobre su propia mamá y papá.
Steve estará allí para su hijo, de esa manera en que pensó que los padres no podían estar hasta que conoció a Joyce Byers y al Jefe Hopper: hasta que vio las cosas que Joyce hace por sus hijos y lo que Hopper hace por El.
Una vez que el bebé se calma, parece haberse acomodado en una posición que continúa presionando su vejiga, y Steve suspira, rodando fuera de la cama en un desastre incómodo al que se ha resignado. Comienza su día, moviéndose a través de su rutina matutina en piloto automático, pero teniendo cuidado de peinarse muy bien, porque su cabello es su orgullo y alegría, y Steve no se avergüenza de ello.
Es magnífico y él lo sabe.
Está en la cocina preparando el desayuno cuando la acidez vuelve a aparecer, y va a buscar un vaso de hielo picado, lo que inevitablemente lo lleva a pensar en Billy.
Anoche fue... extraño. Muy raro. Steve no tiene idea de qué hacer con un Billy Hargrove que no está sonriendo con burla, siendo violento o, por lo general, siendo un imbécil. O en el peor de los casos, una combinación de las tres.
El Billy de anoche no había sido ninguna de esas cosas.
Bueno, en aras de ser honesto, sí fue un poco idiota, pero un idiota amable, si eso es posible.
Steve supone que sí debe ser posible, ya que Billy había logrado llevarlo a cabo.
Se muerde el labio inferior mientras mira el hielo picado en su vaso. Piensa en Billy diciéndole que ahora tiene su propio departamento y se pregunta por qué él no lo sabía.
Por lo general, Max es bastante buena para mantener informados a sus amigos sobre la vida de Billy, porque aunque ella lo odia, él es su hermanastro y ella lo ama -a regañadientes, pero ferozmente- y ella está orgullosa de él, Steve lo sabe. Orgullosa de la forma en que ha estado cambiando lentamente para mejorarse a sí mismo y evitar convertirse en alguien como su padre. Está orgullosa de la forma en que ha convertido su amor por los automóviles en una profesión: incluso se ha convertido en alguien en quien el viejo Gary ha empezado a confiar, y Steve sólo lo sabe porque el otro empleado de Gary, Justin, es un imbécil amargado que se queja de esto con cualquiera que se cruza en su camino; ese chico es un problema, Steve, recuerda mis palabras. Él está tratando de excluirme. Gary está por jubilarse y yo era la única opción lógica para tomar el mando, pero ahora ese chico tiene a Gary pensando de más...
Steve está feliz de que Billy parece estar haciendo las cosas bien. Trabajar en el taller le ha hecho muchísimo bien, y Steve solo puede imaginar el alivio que debió haber sido para Billy poder salir de debajo del puño de su padre.
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