CAPÍTULO RE-SUBIDO
El chico salió de su casa y comenzó a vagar por la ciudad, ni siquiera levantaba la mirada... era como si se hubiera convertido en un muerto viviente... como si le hubieran arrancado el corazón.
¿Por qué? ¿por qué la vida era así? se suponía que con el tiempo iba a poder olvidar lo ocurrido con su hermana, o que tal vez lo aceptaría, pero ahora, que sabe que el tipo que asesinó a su hermana era el mismo que estaba maltratando a Lily, le destrozaba... y lo peor es que él estaba claro, tenía que contarle esa verdad a Lily así que esa no era la duda, la duda era como lo tomaría ella, después de todo, no debía ser fácil aceptar que, quien quiere violarte es también un asesino...
Caminó sin rumbo fijo casi todo el día, de tanto en tanto se detenía para mirar a las parejas que pasaban por su lado, parejas de jóvenes, parejas con niños, hasta un par de parejas de ancianos con las que se tropezó cuando iba distraído, en fin, un universo de parejas, todos diferentes pero con una cosa en común: Más que felicidad, irradiaban libertad.
¿Alguna vez Gillian y Joshua se sintieron así? —se preguntó— ¿alguna vez yo también tendré a mi lado a alguien que me haga tan feliz, tan libre? ¿Lo logrará Lily? Lily, Lily... últimamente se había hecho un espacio en la mente y en el corazón del joven, quien quería creer que solo era porque se sentía culpable de haberla humillado durante mucho tiempo.
Sin darse cuenta del paso de las agujas del reloj, estaba comenzando a caer la tarde, ¿cuándo había sido la última vez que había salido de su casa sin haberle informado a sus padres hacia dónde iba? Tal vez debía remontarse un año hacía atrás, justo en el tiempo en que hizo aquel infame viaje a Nueva York, usando la tarjeta de crédito de su madre para rentar un auto.
Su mente estaba comenzando a viajar a esos días cuando vio a un chiquillo practicando baloncesto en una cancha cercana a la banca del parque donde se había detenido a descansar.
—¿Cómo te llamas bebé?
El chico se había dejado llevar por un extraño sentimiento que había nacido en su interior, una mezcla de curiosidad, ternura y ansias de proteger a aquel pequeño que apenas le llegaba a la cadera, y se acercó hacia donde el niño estaba jugando.
—Mami me dice que no hablé con desconocidos —dijo el niño tratando de ocultarse, un poco asustado.
—Y hace bien —sonrió el joven—, pero yo soy un amigo, no debes dudar de mi...
El chiquillo de ojos verdes y cabellos rojizos alzó la mirada y, ante el semblante sonriente de Peter contestó: —Me llamo Ed —extendió su manita en forma de saludo— ¿tú cómo te llamas?
—Me llamo Peter —dijo estrechando la mano del niño en respuesta— ¿Te puedo decir Eddie?
—Sip —dijo él aludido, haciendo que el castaño recordase de inmediato a Lily, ella también respondía así cuando algo le emocionaba.
—Uhm... ¿quieres que te enseñe a jugar? —dijo apuntando el balón en manos de Ed.
—¿Lo harías? —respondió el niño, con los ojos brillantes, llenos de ilusión.
—Claro Eddie —le sacudió el cabello—, por eso te lo ofrecí.
Sin decir nada más, comenzaron a jugar, al principio el niño no entendía muy bien las explicaciones del chico, pero no habían transcurrido ni quince minutos cuando Ed estaba haciendo pases y driblando el balón como todo un experto, ese niño sería su sucesor en el equipo sin dudas, pensó Peter en su fuero interno.
—Lo único que no puedo hacer es encestar —dijo el menor jadeando por el esfuerzo.
—¿Cómo qué no? —respondió el adolescente con una sonrisa— ven aquí.
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Vida en Línea (En edición) ©
Ficción General¿Con quién estoy hablando realmente? Esa pregunta era la misma que se repetía constantemente Lily Albright desde el momento en que recibió aquella solicitud de amistad en Facebook de Brandon Collins. Ella no dudo ni un instante en entregarle toda su...