Capítulo 10.

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En aquella ocasión, Jeongin se encontraba en una de sus clases particulares de escritura, cuando Seungmin atravesó la puerta con una sonrisa alegre. Jeongin devolvió la misma con confusión y se puso de pie.

-Seungmin ¿Qué sucede?

-Su alteza ha mandado a llamar por tí -comunicó y su sonrisa se ensanchó-. Tenemos que colocarte un abrigo, él desea pasear contigo por los jardines.

Jeongin, a pesar de la confusión causada por la noticia, dejó sus cosas de lado, y con profunda excitación, siguió a Seungmin.

A decir verdad, se hallaba confundido, porque no había visto a Chan hace ya una semana. Con los asuntos del reino tan caldeados, y los problemas con los gobernantes de las provincias, Chan apenas y tenía tiempo para ver a sus hijos. Jeongin comprendía en donde estaba su rol, y deseaba pensar que no sería al primero que llamara cuando tuviera tiempo libre. Pero una parte de él, sabía perfectamente que él lo haría.

Seungmin le colocó un abrigo ligero y luego unos zapatos cómodos. Si Jeongin no tomaba en cuenta el día de su llegada, hace ya semanas atrás, esta sería la primera vez que vería los jardines del palacio. También sería la primera vez que él y Chan se encontraban para simplemente charlar y caminar, si no contaba el día de la cena.

Cuando llegó a los jardines, Chan ya lo estaba esperando, su capa bailando con el viento de otoño. Al verlo, le dedicó una amplia sonrisa y estiró una mano en su dirección. Jeongin no tardó en sujetarla.

-Mi querido Jeongin -le dijo cariñosamente antes de unir sus labios brevemente-. Esta semana ha sido una increíble pesadilla, y la ausencia de tu persona la ha hecho aún peor.

Jeongin bajó la cabeza, intentando ocultar su notorio sonrojo.

-También lo he extrañado, mi señor.

Admitirlo en voz alta, lo hacía más real. De alguna forma eso lo llenaba de terror y expectación.

Chan le dedicó una sonrisa que llegó hasta sus ojos, y comenzó a caminar despacio. El lugar era inmenso, y estaba repleto tanto de árboles frutales como de hermosas flores que emanaban aromas deliciosos. Jeongin lo amó de inmediato.

-Veo que te agrada la naturaleza -comentó Chan.

-Sí, mi señor. Encuentro sus jardines particularmente hermosos.

Chan acercó una mano hacia una flor azul y arrancándola, la colocó en su cabello.

-Combina con tu brazalete ¿No lo crees? -rió suavemente-. Que sobra decir, te sienta maravillosamente.

Jeongin se apretó a su costado con suavidad, haciéndole notar el agrado de sus acciones.

-¿Han terminado los problemas, mi señor?

-Los problemas, lamentablemente, nunca terminan, mi querido Jeongin. Por lo menos no cuando se trata de un reino -asintió con seriedad antes de volver a sonreír-. ¿Cómo te has sentido tú estos días?

Jeongin se detuvo en su caminar y sintió el tirón en su mano, antes de que Chan se volviera a observarlo, confundido.

Él se sentía bien, nada particularmente extraño en su estado físico. Y eso no era bueno considerando en las circunstancias en las que se hallaba.

-Me encuentro bien, mi señor.

Chan no tardó en comprender a que se debía la reacción del joven, así que se volvió hacia él y lo envolvió en sus brazos.

-Realmente es lo único que me interesa -susurró-. Que te halles bien. No te preocupes por el resto.

Jeongin dejó escapar un suspiro quebradizo, y sin embargo, cuando se separó de sus brazos, asintió con fingida seguridad.

-Deberíamos estar de regreso -comentó acomodando algunos cabellos que caían sobre su frente-. Realmente no tenía tiempo, pero deseaba verte, con todas mis fuerzas.

Caminaron en silencio hacia las grandes escaleras que se abrían paso hacia la entrada al palacio, y Jeongin lo observó con súplica.

-¿Qué sucede?

-Mi señor, si usted así lo permite, deseo quedarme solo unos minutos más, observando los jardines. No pienso moverme de las escaleras -suplicó, dedicándole una dulce mirada.

-Lo que tú desees, que así se haga.

Chan lo besó, un beso profundo y lento, antes de entrar al palacio. Entonces Jeongin se apoyó en el pasamanos y observó la extensión de los jardines. Por lo menos hasta oír unos pasos acercarse, logrando que se volteara. Nayeon vestía unos de los vestidos más lujosos que Jeongin había visto en su vida, y estaba bañada en joyas llamativas. Pero el elemento principal en su aura, era su profunda mirada de odio.

-Señora -saludó Jeongin.

-¿Quién crees que eres? -gruñó.

Jeongin apretó el agarre que tenía del pasamanos y frunció el ceño ligeramente.

-No entiendo a que se refiere, mi señora.

La pacífica respuesta, pareció acentuar su ira.

-Que no entiendes, dices -rió con sarcasmo-. ¿Quién eres acaso, para que nuestro señor decida pasear contigo, cuando no ha visto a ninguna de nosotras por semanas?

A medida que Nayeon se acercaba, Jeongin retrocedía. Pero las escaleras eran demasiado extensas, así que sin siquiera notarlo, la tenía casi encima.

-No eres nadie. No lo mereces.

Sus manos se colocaron sobre el pecho de Jeongin, y su estómago se apretó, pero no pudo moverse siquiera un centímetro.

-Serías de más utilidad muerto.

No lo sintió. Su cuerpo estaba tan débil, y su voluntad tan rota, que el suave empujón lo hizo trastabillar. Tropezó por las largas escaleras, y sin embargo, el dolor tardó en llegar. Con su cuerpo desparramado al final de las mismas, entonces un terrible dolor se extendió desde su espalda hasta convertirse en una insoportable puntada sobre su vientre. Sintió lágrimas de dolor rodar por sus mejillas, y firmes manos sujetar su cuerpo.

Y había sangre por todas partes. Minho lo apretó contra su cuerpo y gritó por el doctor, y gritó para que se lleven a Nayeon. Pero susurró a Jeongin, y acarició su cabello mientras decía que todo estaría bien. Jeongin no sentía que todo estaría bien, no con tan desgarrador dolor.

-Todo estará bien, Jeongin. Todo estará bien.

-Duele. Duele mucho -gimió y sujetó la camisa de Minho con fuerza entre sus dedos.

Era probable que en algún momento, sea por el dolor o el mismo golpe, su vista se haya nublado e inevitablemente se haya desmayado.

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Perdón 😅

Las sarangheo 💖

His (Chan/Jeongin) (Chanin).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora