10. Rita: entre rejas

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Fabianna entró en mi cuarto llorando. Yo estaba a medio vestir y estaba metida en cama con los ojos hinchados de haberme pasado la noche llorando. Había tomado un par de pastillas y no estaba especialmente espabilada, sin embargo ella no pareció darse cuenta y se desplomó sobre la cama.
-¿Tú lo sabías?-inquirió desconsolada.
-¿Qué?
-Cavan y Eva, en octubre... Se acostaron-las palabras no le salían, estaba asustada y triste. Con la cara roja y con un llanto desmedido. Se me rompió el corazón en aquel momento, no comprendía nada.
-No, no lo sabía, Fabianna. ¿Qué te ha dicho Cavan?
-Llevaba meses ocultándomelo porque ella le había pedido que guardase el secreto y él tenía miedo a perderme.
-Aún así, ¿por qué lo hizo?
-No lo sé... No lo sé...
-¿Y qué piensas hacer?
Ella se encogió de hombros y siguió llorando desconsolada.
-Rita, le quiero y le perdono... Pero porqué me lo ocultó y ella, era nuestra amiga por aquel entonces. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué intentó ponerse en medio?
-No lo sé, ambos tienen culpa.
-Sí, pero...
-Entiendo que estés dolida, tienes derecho a estarlo y un error lo comete cualquiera.
-¿Y si no fue sólo un error? ¿Y si fueron más?
Preferí no decir nada, no estaba en disposición de juzgar a nadie y estaba tan mareada que era incapaz de pensar con claridad, de hecho no tardé en perder el conocimiento...

***

Me desperté en una sala blanca de hospital, Ryder estaba allí hablando con un médico y observé una vía que se perdía en el interior de mi brazo. Me sentí estúpida y vulnerable, al abrir los ojos el médico me examinó y Ryder avisó a Fabianna de que estaba consciente.
-¿Cuánto llevo aquí?-pregunté desorientada.
-Unas horas, ha sido sólo un bajón de tensión-dijo Fabianna colocándome el pelo.
-Siento haberos asustado.
-Todo irá bien-dijo Ryder-, los médicos dicen que puedes irte cuando hayas comido. Te han recetado unas pastillas para la tensión y la anemia, fuera de ahí no tienes nada.
-Rita, tenemos que saberlo. ¿Estabas colocada?
-No lo recuerdo, últimamente lo estaba dejando.
Ryder y Fabianna se miraron.
-Os juro que no he intentado matarme-seguí diciendo llena de vergüenza.
-Lo sabemos...-susurraron.
-Come esto y volvamos a casa...-dijo Ryder acercándome una bandeja.
-Está bien.

***

Me miré en el espejo, era como si no fuese yo ni nadie conocido. Mis pupilas no tenían el valor de admitir que aquello que difícilmente se sostenía a dos patas era yo y no un fantasma. Me lavé la cara y rompí a llorar, no dejaba de preguntarme quién era yo y qué estaba haciendo.
Salí del baño y me crucé con Cavan, iba a abrazarle pero recordé en seguida lo que Fabianna me había contado y no pude. En vez de eso le golpeé en el brazo llena de frustración y odio, yo tenía razón. Él no era mejor que Graham.
-¿Por qué lo hiciste, Cavan? Sabías que Fabianna te quería.
-Sentémonos en el sofá...
Asentí y fui de la mano con él, tardó en empezar a hablar. Quizás estaba intentando inventarse una historia para excusarse o quizás simplemente le faltaba valor.
-No tengo excusa y no, no buscaba otra musa. Pero la carne es débil. Me planteé dejarlo todo por ella y entonces me di cuenta de que era mala persona. Hablaba mal de Pascal, de ti, de Ryder... Yo no quería estar con alguien así. Hacía cosas que me hacían plantearme si realmente merecía la pena y no la merecía.
-En cierto modo te comprendo...-dije finalmente-Pero le has hecho daño a Fabianna y tú sabías también que Ryder se había enamorado de ella.
-Lo sé.
-Ahora me encajan muchas cosas de la historia.
-Estoy arrepentido, pero no fui el único que se acostó con Eva.
-Ryder, Pascal, quién más.
-Graham.
-No te creo.
-Ella me lo dijo y créeme que tiene sentido, se vieron durante unas semanas. Me enseñó fotos y conversaciones después de dejarla, quiso hacerme daño por ti. Lo hizo para dañarnos a los dos.
Pero yo a aquellas alturas no tenía ni fuerzas para llorar.
-Te creo...-susurré-Pero no puedo.
Me levanté de allí y me fui a mi habitación. Llamé a Graham repetidas veces pero me colgaba. Necesitaba oírlo de su boca, aquello ya era demasiado para mí y después de llamarle más de veinte veces, cogió el teléfono cabreado.
-¿Qué cojones quieres? Estoy ocupado, Rita.
-¿Cuánto crees que vale el amor?

El traidor que llevamos dentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora