No sería correcto decir que la selva despertaba, pues la selva no duerme. Yo solía abrir los ojos con las primeras luces de la mañana. El sol, incipiente e inmerso en brumas, acariciaba las copas más altas de majestuosos árboles mientras la selva, alrededor de nosotros, permanecía oscura y ominosa. Saludar un nuevo día desde nuestra humilde morada era un espectáculo imposible de imaginar para quien no hubiera vivido la experiencia... y difícil de describir para quien quisiera transmitirla. Era, justamente, para eso: para vivirla.
Recuerdo que desde muy pequeño siempre fui de los primeros en volver a la vigilia. A veces asomaba tímidamente al umbral de la entrada y observaba las formas difusas de las otras estancias que, junto a la nuestra, se fundían con la vegetación en la niebla. La humedad pesaba como un manto por encima de los valles en los primeros momentos del alba para luego, con los rayos del Sol cobrando cada vez más fuerza, elevarse con alas invisibles hasta donde nos encontrábamos, en las frondosas montañas del Gedong Tahan ... transportando aromas exóticos, frescos y puros.
A medida que se desvanecía la oscuridad de la noche y los sonidos misteriosos de desconocidas aves y aullidos de monos en la insondable espesura se apagaban lentamente... mientras los albores del día que iba a comenzar iba dibujando el paisaje poco a poco hasta llenar el mundo de color, la actividad de los mayores de nuestra tribu también comenzaba. Pero antes de que se organizara cualquier partida de caza, antes de que pequeños grupos partiesen a recolectar frutos o hierbas medicinales... antes de que nuestra vida arrancara a la luz siquiera de las brasas del fuego que quedó moribundo en mitad de la estancia durante la noche... antes que todo eso, y mucho más, hablamos de los sueños.
Siempre hablamos de nuestros sueños. No se trata tan sólo de comentar lo que uno ha soñado... no. El desarrollo de nuestras vidas y, más aún, el equilibrio de nuestras familias y la cooperación de todos en nuestra tribu gira en torno a los sueños. Uno a uno, mientras desayunamos, contamos nuestras experiencias oníricas. Los mayores suelen hablar primero, lo cual a los niños nos sirve de guía para estructurar adecuadamente nuestro relato, si bien los sueños parecen no tener una estructura definida. Cuando el narrador de la historia ha concluído se delivera sobre el significado del sueño y se buscan soluciones a posibles incógnitas encontradas durante la experiencia vivida fuera de la vigilia. Y cuando este ritual en el que todos participamos ha concluído, comienza la vida tal y como la conoces. Y lo digo así... "tal y como la conoces" porque, como pronto verás, nuestra vida carece de esa discontinuidad en la que te vas a dormir y dejas tus asuntos interrumpidos hasta el día siguiente. Nuestro pueblo es como la selva a la que pertenece... no duerme: sueña.
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El arte de perderse en los sueños
FantasyCuando cumplí 9 años, mi abuela me hizo un regalo de poder: el dón de controlar y utilizar los sueños para vivir experiencias increíbles; la posibilidad de tener una experiencia de ensueño tan real como en las horas de vigilia. Pronto esta habilidad...