En palacio la noche había caído, la celebración continuaba en el exterior y continuaría así por al menos una semana, después de todo era el príncipe quien se casaba, a Desya le habían llevado a una de las torres para que se preparase para su noche de bodas. Los sirvientes habían querido "prepararlo" adecuadamente, pero él se había rehusado, sintiéndose tocado, vestido, expuesto y analizado, escuchando cada consejo acerca de cómo debía comportarse o sobre las tradiciones de Palacio Desya fue de repente consciente de en lo que se había metido, el miedo lo estaba asaltando a cada segundo que pasaba. Se había unido a un hombre en un momento de debilidad, qué decir de debilidad, en un momento de total estupidez.
—Oh, claro que si, Desya Friggs, sí que la has hecho buena esta vez, algunos comen para vencer la depresión y ¿qué haces tú? Vas y te casas con el primer príncipe engreído que te encuentras, sí que eres original— se dijo a sí mismo mientras se paseaba por la habitación y había que decir que el castaño tenía sus puntos de mérito, la torre en la que lo habían puesto era tan alta que el árbol en el que podría saltar para escapar debía estar unos 10 metros abajo. Estrujándose los dedos se asomó a la ventana comprobando nuevamente que efectivamente era esa la distancia, más o menos— demonios, demonios, demonios....— murmuró asustado. Justo en ese momento escuchó pasos en el exterior y el golpeteo en el pecho le dijo que no podía quedarse ahí, definitivamente no podía quedarse ahí ¿qué iba a hacer? ¿Tirarse en la cama y abrir las piernas dulcemente? Al carajo si iba a hacerlo. Miró las sabanas que cubrían la enorme cama preparada para los recién casados y se preguntó cuántos metros de tela podría haber ahí, sonrió ante la oportunidad y sin dar tiempo a más, comenzó a jalar las telas y a romperlas por la mitad atando las piezas con nudos fuertes, si lograba hacer una cuerda de unos 10 mts sólo tendría que saltar uno o dos metros abajo hasta las ramas más fuertes del árbol ¿qué era lo peor que podía pasar?— solo puedo romperme el cuello— se dijo mientras seguía amarrando la tela, cuando terminó la amarró de la pata de la pesada cama que era lo más cercano a la ventana y la dejó caer por esta, Esperaba que nadie estuviese viendo hacia aquella torre, aunque con lo borrachos que estaban todos aunque lo vieran dudaba que le prestaran atención. Escuchó ruidos y se sobresaltó temiendo que no tuviese tiempo de escapar, pero nadie entró, seguramente Maximilian habría puesto guardias en la puerta para que cuidaran a su dulce noviecita, pues estaba a punto de comprobar que no era tan fácil contenerlo. En un golpe de valor y por qué no decir, también de estupidez, salió por la ventana sosteniéndose de su improvisada cuerda, descendió dando pequeños saltos esperando que la tela no cediera al roce y lo mandase a una muerte segura, cuando llegó al final de la cuerda notó que aún le faltaba un tramo para poder estar cerca de las ramas gruesas. Pasó duro y apretó más las sabanas en sus puños ¿qué iba a hacer? ¿Regresar arriesgando a que la sabana por fin cediera? ¿Y para qué? ¿Realmente estaba dispuesto a ser el juguete de cama de LeRose? No...no lo haría, saltar a las ramas sonaba mucho más atractivo, respiró hondo y se encomendó a todos los dioses, santos, ángeles y protectores espirituales que recordó.
Desya comenzó a balancearse de un lado a otro, se meció rozando las paredes de la torre hasta sentir que iba acercándose más y más a su objetivo pero en el último instante cuando pensó que en el siguiente impulso podría saltar, las sábanas dieron un tirón rompiéndose desde arriba, la tela se rasgó y él se impulsó hacia el árbol en un acto de reflejo y la tela fue rompiéndose lanzándolo directamente a las ramas. Sintió en esos momento que el corazón se le detenía, que el cuerpo se le paralizaba pero no fue así, sus reflejos hicieron acto de presencia y se agarró de lo que pudo, rompiendo un par de ramas antes de poder sostenerse de una que lo resistió. Se quedó varios segundos colgado de ahí, apenas sintiendo el calor de la sangre en su mejilla pues la adrenalina impedía que el dolor lo atormentase, se quedó ahí recuperando la respiración, regulando cada bocanada que el susto le había robado, cuando sintió que su cuerpo podría responderle de nuevo intentó subir sobre la rama pero notó que era inútil, las manos le temblaban, aún estaba temblando del susto que acababa de pasar y los dedos estaban agarrotados alrededor de la madera.
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The Cinderella Boy's Escape
RomanceEl padre de Desya abandonó a su madre, a él y a su hermana hace años, ahora el dinero se está acabando y su familia no quiere dejar su estilo de vida cara. Así es como Desya es obligado a robar por orden de su madre. Él no quiere perjudicar a la ge...