Capítulo 8

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El día siguiente al baile se hizo el tan esperado anuncio, el príncipe había encontrado a la persona que compartiría con él su vida. Para frustración de las jóvenes del reino, el príncipe no quería revelar su identidad aún.

Aquella tarde el carruaje de palacio salió por la capital, era obvio que el príncipe iría en busca de su princesa, la pregunta era ¿quién era? El carruaje pasó por todo el lugar, no parecía tener intención de detenerse en ninguna de las casas nobles, salió del pueblo y paso por varias casas de familias ricas que vivían en las afueras, pero para desilusión de estas tampoco hizo amago de detenerse ahí.

—Exactamente ¿a dónde nos llevas hijo? Tanto misterio comienza a ser molesto…— el rey estaba sentado al lado de su hijo mayor observando las casas de nobles y sirvientes pasar… No estaba su hijo jugándole una de sus tretas para evitar casarse ¿verdad?— Maximilliam diste tu palabra— le recordó.

—Encontré a alguien padre… — “una cachorro que amaestrar…”— vamos a la última casa del pueblo, a la mansión Friggs— el rey lo observó y por un segundo un brillo de reconocimiento paso por sus ojos.

—Ellos perdieron el condado pero aún son una buena familia…he escuchado que la hija de los Friggs es una señorita en verdad preciosa y en edad casadera…— tanteo el terreno, pero no vio reacción alguna en su hijo— aunque creo que también tienen un hijo, aunque oficialmente el título de conde pertenece aun a su padre es conocido entre la gente como uno…—comento prestando atención a el leve interés que sus palabras parecieron levantar en su hijo— todos saben que tarde o temprano el titulo será suyo…—el rey entre cerro los ojos. Su hijo tenía la mirada en la ventana, fingiendo que no lo escuchaba pero como padre ¿cómo podía no notar las ansias de su propio hijo por saber más?— un joven… rubio me parece…— el rey miro con detenimiento la expresión de su hijo, la mención de este joven rubio había logrado un cambio en su expresión.
Quién lo diría…

El carruaje se estacionó frente a la mansión de los Friggs y un sirviente salió a recibirlos.

—Mamá ¿no deberíamos salir nosotras?— dentro de la mansión, Serena se arreglaba el cabello frente a un espejo ansiosa por salir.

—No hija, no debemos parecer tan interesadas, haz como si no supieras que el príncipe está interesado en ti— Serena sonrió frente al espejo.

—No darse cuenta es imposible, madre… ¿notaste cómo me miraba anoche?— Serena sonreía soberbia y su madre la imitó.

—Se quedó ido observándote hija…— sonrió orgullosa de su pequeña, en ese momento una muchacha de servicio entró.

—¡¡Señora, señora!! El joven Desya llego y parece estar discutiendo con el príncipe— informo alarmada, creyendo que pese a los roces aquella mujer aún era una madre y que en el fondo podía preocuparse por su hijo.

La madre de Desya frunció el ceño automáticamente ¡eso podía arruinarles todo! salió rápidamente de la casa seguida por Serena, para su horror se encontraron con la imagen del joven rubio siendo sostenido por el brazo por un joven alto, dee cabellos castaños e impresionantes ojos azules. Este joven miraba fijamente al rubio sin  que este pareciese intimidarse por ello, no parecía una plática amistosa, definitivamente no…

— ¿Así que eres Desya Friggs?— Desya intentaba zafarse de su agarre.

— ¿Cómo me encontraste?— Desya había confiado en que Maximilian no lo relacionaría con la olvidada familia Friggs, sabía que su retrato no entraba entre los registros de la nobleza. Y ciertamente también creía que con su boda en puerta Maximilliam simplemente dejaría pasar el asunto para otro momento. Creyó tener más tiempo para cubrir sus espaldas.

Maximilian sonrió con autosuficiencia.

—Deberías cuidar mejor tus pertenencias— se burló mostrándoosle un broche, insignia de la familia Friggs.

Maximilliam había buscado los retratos de la familia Freggs en los registros de la nobleza y aunque el de Desya no aparecía estaba registrado que había un hijo varón dos años mayor que él. Eso podría no haber sido suficiente para estar seguro de que su ladronzuelo era Desya Friggs pero había estado completamente convencido después de ver el retrato de su padre en sus años de juventud, simplemente ¡eran demasiado parecidos!

—Su alteza…— la voz de su madre los interrumpió— dígame ¿qué ha hecho este muchacho para ofenderlo? Yo…su alteza he intentado inculcarle modales pero…le aseguro que será castigado—sentencio con un suspiro, como si no fuese la primera vez que Desya la metiera en problemas. El muchacho miro a su hermana y ésta desvió la mirada rápidamente. Desya apretó los puños, le estaban dando la espalda para salvar su pellejo.
Maximilliam frunció el ceño internamente confundido por la actitud de aquella mujer ¿Así actuaba una madre? Él no tenía una pero era simple sentido común saber que había algo raro ahí, esa mujer no tenía el más leve sentimiento de afecto en sus ojos para el rubio.

—usted sabe lo que su hijo ha hecho ¿cierto?— pregunto con una leve sospecha de lo que sucedía ahí.

—su alteza…— la mujer palideció y se llevó las manos al rostro y después de unos segundos su aun atractivo rostro se cubrió de lágrimas— su alteza, sospechaba lo que sucedía pero, no fue sino hasta esta mañana que descubrí que el que crie como un hijo se había convertido en un vulgar ladrón— confeso entre sollozos lamentables—. Aunque lo criamos como parte de esta familia…— enseguida apretó la mano contra los labios como si recién notara lo que estaba diciendo.

Desya estaba complementa mente en shock observando la espléndida actuación de su madre ¿Ahora pensaba negar incluso que compartían la misma sangre?

—¿está diciendo usted que este muchacho no es su hijo?— Maximilliam apretó el brazo ajeno con una sonrisa amplia que no llego a sus ojos.

—¡madre!— serena la reprendió, como si acabara de decir algo espantoso— aunque…aunque no lleve mi sangre el aún es mi amado hermano— anuncio. El rostro de la adolescente estaba cubierto de preocupación y ternura, terriblemente hermosa y pura. Desya sintió que vomitaría solo de ver su actuación.

Maximilliam se preguntaba ¿qué tan estúpido creían aquellas mujeres que era? ¿Cómo podían sacar un cuento tan ridículo de la nada?
El príncipe observo en silencio a ambas mujeres, con expresión de no poder creer lo que veía y su gesto fue malinterpretado por la joven adolescente, confundiéndolo con admiración.

—su alteza por favor— la chica repentinamente se inclinó ante el príncipe— no lleva mi sangre—, volvió a repetir— pero aun es mi hermano, por favor perdone su vida.

Una joven tan hermosa, con sus sonrosadas mejillas húmedas por las lágrimas y sus tiernos labios temblando, tan delicada, frágil y perfecta. Una imagen que sin duda podría mover el corazón de los caballeros, desgraciadamente no era el caso de Maximilliam.

—una joven tan noble…— murmuro con un toque de burla que la aludida no noto. Después volvió la mirada a la madre— señora, tengo entendido que su hijo está por heredar en un año más el título del Conde Freggs. Sin una línea de sangre directa me temo que eso será imposible.

La mujer bajo la cabeza y asintió humildemente.

—somos conscientes de ellos su alteza, muchas veces hemos querido notificar a la corona de que no existe un heredero pero…— dirigió su mirada triste a Desya y suspiro— mi muchacho…el…—apretó los labios.
Serena se levantó rápidamente sujetando a su madre por los hombros.

—¡madre!— la consoló— su alteza, no pretendíamos engañar a la corona solo…— le dedico una corta mirada de miedo a su hermano y bajo la cabeza— solo mi hermano puede visitar la corte sin una invitación…no podíamos hacerlo— murmuro lanzando silenciosamente la culpa sobre Desya una vez más.

Maximilliam estaba realmente asombrado con aquellas dos mujeres. ¿Era posible que fuesen alguna figura del teatro con  tan maravillosa actuación?

—su alteza no…no sabemos cuántos más crímenes ha cometido este muchacho. Pero aunque no me respete como su madre aun lo quiero como uno, por favor…si pudiese…si pudiese no ser tan severo.

No es que aquellas mujeres quisieran proteger al muchacho, era simplemente que temían que si el castigo fuese muy severo las alcanzara a ellas también.

—si no puede tener piedad de esta mujer adulta— hablo la condesa refiriéndose lastimosamente a si misma— por favor tenga piedad de mi pequeña— explico volviendo la mirada cariñosa a Serena— si un escándalo explota ¿cómo podría mi buena niña encontrar un buen marido algún día?— pregunto específicamente queriendo llevar la atención del príncipe al punto importante ¿No quería acaso el mismo tomar a su niña como su esposa? Con eso en mente, cualquier problema con Desya era simplemente insignificante.

Maximilliam parpadeo un par de veces notando la repentina tímida actitud de la muchacha tras hablar de matrimonio y como se sonrojo virginalmente tras verlo y bajar la mirada. Solo entonces noto algo aún más descabellado que toda la farsa anterior.

¡Esas mujeres creían que él estaba interesado en esa niña!

The Cinderella Boy's EscapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora