3. Tania

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Disculpen por faltas de ortografía

No considero que mi vida sea un ejemplo de sufrimiento. Bueno, el tipo de vida que he tenido que vivir sí es ese tipo que todos llaman "horrible". De no ser por  NamJoon, lo consideraría así.

Mis padres eran esos que todos querían tener. No eran adinerados, pero me querían, y eso importaba. No había día que no me lo dijeran. Siempre traté de ser lo mejor sólo para merecerlos. Hasta su último día.
Como le pasa a muchos, ellos tuvieron un accidente automovilístico en mi ausencia, que precisamente me encontraba con NamJoon; un viejo amigo viudo y padre de una hija de nuestra familia. Cuando entró en la habitación de Zatara, (con quien yo, para variar, estaba peleando) noté enseguida su rostro pálido y sudoroso. No tuvo que decir nada, por alguna razón lo entendí.  Nunca fui alguien que demostrara sentimientos, y esa no fue la excepción. Simplemente me levanté y nos fuimos a dónde fuera que tenían los cuerpos de mis padres.

NamJoon peleó por mi custodia, pero al ser un hombre soltero tuvieron que investigar demasiado, por lo que no le entregaron mi custodia de inmediato.
A mis cortos ocho años de vida, fui internada en un orfanato, de esos que parecen cárcel, y literalmente nos pegaban etiquetas para saber nuestros nombres.

En ese orfanato aprendí a defenderme, tenía que protegerme durante el tiempo que NamJoon me sacaba de ahí.

Se demoraron dos años en darle la custodia, pero no podía sacarme del país. Debido al vencimiento de su Visa, tuvo que irse y yo me quedé en un hogar temporal, donde en pocas palabras mis tutores eran unos narcotraficantes. Ahí aprendí buenas técnicas de pelea que me enseñaban sus compradores. Cada seis meses me cambiaban de hogar, hasta que con catorce años autorizaron mi Visa. NamJoon no quiso perder el tiempo, compró mi pasaje y todo, pero debido a falta de documentación no me dejaron salir de Estados Unidos.

Así pasaron tres años. Yo siempre metida en peleas en la escuela, visitas cada fin de mes de NamJoon y Zatara, Dios, como amaba a esa niña. El tiempo que ellos venían eran los mejores: comíamos, jugabamos, veíamos películas y peleabamos. Yo siempre ganaba. Le enseñé a Zatara a pelear, y se hizo bastante buena, siempre que nos veíamos peleabamos, pero no como enemigas, así nos demostramos cariño.

Con diecisiete años yo ya voy en último año, me salté un curso para acortar el sufrimiento de ser estudiante. Todo estaba listo, y al fin me fui a Corea del Sur.

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NamJoon me vino a buscar al aeropuerto, nos fuimos jugando y conversando en todo el camino. De verdad lo había extrañado, es como un padre para mí, y es de las pocas personas que tienen mi respeto. En realidad, es la única. Él sabe todo acerca de cómo lo pasé en USA, sobre el conocimiento que tengo con respecto a armas, pelea, y la cercanía que tuve con drogas; las cuales jamás probé. Una de las cosas que mis padres siempre me dijeron, fue que la droga mata, y al presenciar el efecto que tiene, nunca acepté ni una probada. luego de aproximadamente una hora llegamos a lo que sera mi nueva casa, que en realidad era enorme.

-¿Tenemos armas? -pregunté a Nam luego de un rato de haber llegado a mi nuevo hogar, el cual ya había inspeccionado.

-No -respondió colocandose una chaqueta.- Debo ir a buscar a Zatara, no rompas nada y elige un cuarto.

Me dio un beso en la frente y salió de casa.

Apenas cerró la puerta corrí al segundo piso, comencé a revisar todos los cuartos disponibles, pero ninguno me convenció.
Pasé por el pasillo y una pequeña puerta en el techo llamó mi atención. No perdí el tiempo y, gracias a mi metro setenta de altura, con mi brazo derecho intenté empujarla hacia arriba, pero al parecer esta trabada.

Stray ¤BTS¤ *EN PAUSA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora