Cárcel (Tania)

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Disculpen faltas de ortografía

Ropa negra, gorra negra. Una vez lista, salgo por la ventana y me tiro al árbol cayendo de nuevo bastante incómoda.

Cuando llego al callejón detrás del bar y enseguida sale el señor con dientes amarillentos, cuyo nombre ni me esfuerzo en aprender.

- Tu paga de hoy.- dice y me entrega un sobre. Yo sólo lo guardo y entro al bar.

La noche comiemza tranquila, sólo borrachos que tiran golpes al azar y caen desmayados después. Llega un momento en el que no hay más que hacer, son las tres de la madrugada y todos se ven normales.

- ¡Tania!- gritan a mis espaldas.

Logro ver a un tipo odioso y suspiro antes de ir. Lo tomo de la nuca y lo hago encorvarse mientras lo arrastro a la puerta trasera. El tipo maldice y se tambalea sin éxito en zafarse.

Lo empujo afuera y estoy lista para entrar cuando escucho que comiemza a gritar.

- ¡Zorra! ¿Quién te crees para tratarme así? ¡Yo soy superior a ti!

Sonrío de lado y le doy una patada en la cara que lo deja medio inconsciente en el suelo. Me acuclillo a su altura y le sonrío angelicalmente.

- Lo siento, Ajussi, ¿lo he lastimado?- digo imitando el tono aniñado de las monas japonesas que llaman a la pedofilia.

Al ver que no responde, y sólo se soba la mejilla, me levanto dispuesta a irme, pero el idiota vuelve a hablar.

- Ven y enfrentame sin sorpresas si eres tan valiente.- reta. Me volteo a él mirándolo con cansansio.

- Se lastimara la espalda, Ajussi.

- ¡Anda!

Lo miro un segundo y llego a la conclusión de que tal vez necesita una lección. Me acerco a él y lanza un golpe. Tomo su brazo y con un movimiento lo hago girar en su sitio antes de empujarlo haciéndolo caer de nuevo. El viejo vuelve a levantarse.

Ésta vez yo tiro el primer golpe haciéndolo. Estrellar contra la pared, dónde ahí lo acorralo. Estoy a punto de darle un rodillazo que termine con el pleito, pero un punzante dolor en mi abdomen bajo me distrae un segundo. No le tomo importancia y le doy el golpe definitivo antes de alejarme y comenzar a irme, al fin y al cabo mi deber terminaba a las tres.

El dolor en el abdomen no desaparece, así que me detengo luego de un rato de caminar y veo mis prendas algo brillosas en la zona. Me levanto el poleron y veo la sangre brotar sin parar de una herida apenas visible por el líquido oscuro.

Siempre recordaba que había que mantener una distancia de quince centímetros mínimo por precaución. Sin embargo, hoy lo olvidé.

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Escalo el árbol con diricultad y cuando salto al techo, por poco paso de largo al suelo. La pérdida de sangre me hace sentir débil, pero no es algo que no pueda soportar.

Ya en la cocina, abro el refrigerador buscando vodka o algo, pero lo único que hay es cerveza. En casos como éstos, todo sirve.

Con todo lo que necesito en mano, me voy al baño sin hacer mucho ruido para no despertar a nadie. Ahí me recuesto en la ducha vacía, ahí es más fácil limpiar la sangre; y en caso de que muera, es más dramático.

Me quito mis prendas superiores y con la manguera me rocío el abdomen para ver mejor la herida. Quedará una bonita cicatriz.

Me echo la cerveza para desinfectar y luego con la aguja e hilo que encontré en un cajón de la cocina comienzo a coser. Un par de veces se me pierde la aguja y debo escarbar para encontrarla. Ah, tan asqueroso.

Stray ¤BTS¤ *EN PAUSA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora