¿Dónde Estoy?

La Sorpresa

Estamos rodeados de zombies y  creepers. A lo lejos comienzan a acercarse unas criaturas que parecen calaveras, pero con arco y flecha en mano.

-¿Qué vamos a hacer Alfred?- pregunto mientras levanto lentamente mi espada.

-Has lo que yo...- es lo ultimo que alcanzo a oír cuando golpea a un zombie que abrió una estrecha vía de escape

-¡¡Corre!!-

Después de esto, echo a correr detrás de Alfred, quien huye con la espada en mano.

¡Espera, Alfred! ¡¡No puedo ir tan rápido...!! ¡¡¡La madera pesa demasiado!!!

Alfred baja un poco la velocidad, se acerca a mi, y haciendo guardia comienza a tirar algo de la madera de mi mochila

-¡¿Qué haces?! ¡¿No la necesitas?!-

-¡¡No perderé a otro amigo!!- dice desesperadamente -¿cómo la sientes ahora?-

-Creo que ya puedo correr más-

-Está bi... ¡¡¡Cuidado!!! - Aldred dice mientras me empuja, haciendo que una flecha no nos toque-

Caigo al suelo, golpeándome un brazo contra el suelo, logro incorporarme lentamente y con dolor en la muñeca le digo a Alfred - Vamos, no perdamos tiempo ¡¡Corre!!-

Seguimos corriendo durante unos minutos, hasta que ya no vemos ningún monstruo cerca, con lo que reducimos nuestra velocidad

-Lo siento, tuve que dejar algo de madera allá atras- digo, con tristeza y pequeños toques de miedo en mi voz

-No te preocupes- me dice dándome palmaditas en el hombro- Lo que importa es que estamos bien-

Mientras vamos a casa, pasamos por un prado, lleno de arboles hasta donde podíamos ver, y a los alrededores las ovejas caminaban tranquilamente, pastando los arbustos que encontraban. Eso me da cierta tranquilidad y me detengo un poco a respirar. Minutos después llegamos a la aldea, y Alfred se dirige a la tienda. Yo decido esperarlo afuera, recargado en la pared de la tienda, con mi mochila a un costado mío. Cierro los ojos, y recuerdo con tristeza mi hogar, y me pregunto que hice para merecer llegar aquí. Soltando un suspiro tan largo como una rama, y tan frío como un iglú, me quito de la pared al oír la voz de Alfred acercándose. Traía una bolsa, y nos dirigimos a la casa