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Lo mejor de que mi madre esté enferma es que no viene a despertarme con el escándalo de siempre. El día esta brillante y armonioso. Se oye el cantar de los pájaros y las conversaciones a lo lejos de las personas que salen a caminar en la mañana.

Debo de levantarme y ver cómo está mi madre, pero siento el cuerpo tan pesado y cansado. Y como si no fuera poco, mis ojos están inflamados. De nuevo. ¡Debo parar! He llorado esta semana lo que no he llorado en todo el año.

Mami está durmiendo. Al parecer, esta mejor. Solo está usando un solo ventilador; lo que es buena señal. Su cuarto está arreglado como siempre a pesar de que la pintura de las paredes se esté cayendo por pedazos. Miro el piso de concreto, tintado en rojo y con imperfecciones de color negro, e inmediatamente miro los talones de mis pies. No son para nada los talones que debería tener una jovencita pero da igual. No creo poder conseguir el dinero para cambiar el piso, ni el dinero para poner puertas en las habitaciones en vez de patéticas cortinas colgadas en todas partes.

No es que sea codiciosa pero si sé lo que es el valor propio. No merezco vivir en estas condiciones y por supuesto, mi madre tampoco. La relación con mi padre siempre fue buena. Me llevaba a la escuela y cualquier cosa que necesitase él hacia todo lo posible por dármelo. Nunca gozamos de una situación económica muy estable. El trabajaba como obrero en una industria textil y lo que ganaba no justificaba el trabajo físico que hacia allá. Siempre tuvo el hábito de ahorrar, a tal punto que pudimos conseguir esta casita a un buen precio. Siempre decía: "Quizá no es una mansión, pero es nuestra." Mi madre se dedicaba a ser empleada domestica. Con sus ingresos podíamos comprar la comida y gastos pequeños de la casa. El ultimo día del padre en el que pude felicitar a mi papa, mi mamá logro que uno de sus jefes le vendiera una motocicleta a un precio bajísimo y se la regaló a mi padre. Lo que no sabíamos es que al día siguiente sufriría un accidente mortal.

Ella por mucho tiempo cargo con la culpa, diciéndose a sí misma que ella lo había matado. Mi hermano y yo siempre tratamos de consolarla pero sus mecanismos de defensa eran muy agresivos. Se enojaba mucho, gritaba por cualquier cosa y muchas veces le llegó a pegar Robert. Creo que por eso Robert ha adoptado esa actitud de holgazán (y ahora de delincuente) y hace que mi madre se sienta culpable de nuevo para que le cumpla todos sus caprichos. En cambio yo, tuve que dejar la universidad luego del primer semestre de administración de empresas para ayudar económicamente en mi casa. Mami a veces me ayuda vendiendo productos AVON y esas cosas que las mujeres compramos de manera compulsiva pero simplemente no es suficiente.

Sus ronquidos me sacan de mi introspección y decido que ya es hora de asearme e ir al infierno que es mi trabajo.

— ¡Buen día! —digo a las empleadas.

Todas asienten y siguen en lo suyo. No veo a Chamo por aquí y eso me preocupa. ¿Su madre habrá hablado con él? ¿Su papá se dio cuenta?

—Artie, ¿podemos hablar en la oficina por favor? —Me volteo y veo a John con su típico suéter. Esta vez es negro y lleva una camisa debajo, unos pantalones color mostaza y unas Vans blancas. No sé por qué rayos mi corazón late tan rápido.

—Por lo menos no dices "mi" oficina. —le digo. Trato de mirar a otra parte y hacerme la dura pero es difícil despegarle la vista. ¡Oh Dios! Ese cabello...

—Vamos...—coloca su mano en mi espalda. Solo se necesita eso para enviar una ola helada a través de mi columna.

— ¡No me toques! Sé dónde está el altar budista de tu tío.

Luego de entrar, siento el ambiente pesado. Usualmente es por todas las imágenes e ídolos de aquí pero sé que es por John. Está mirando hacia el suelo y puedo decir que está buscando la manera de empezar a hablar.

LA TRIVIAL HISTORIA DE LA VENDEDORA DE POLLO FRITO {Lee Jong Suk} ♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora