Cap. 2

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Café frio

Minho.

Por fin! ...no podría haber aguantado un minuto más en su presencia.

En cuanto llegó esa mañana y escucho el nombre de su nuevo colega/ayudante su cuerpo había reaccionado de forma exagerada, se había ido a encerrar al baño, (algo muy maduro de su parte), luego se sintió ridículo y salió como el jefe que era.

No podía ser el mismo Kim Kibum verdad?

Claro que no.

Seguro habían cientos de Kibum's y la vida no podía ser tan perra de mandarlo justo allí donde el estaba, a su oficina.

Pues si que podía ser, claro que podía!

Puta vida.

Había dado un paso afuera del baño cuando le vio entrar, sus pasos se detuvieron y pensó en volver corriendo al baño.

No! Sus pasos serían evidentes, tenía que buscar algo más cercano!

Volvió a sentirse ridículo escondido detrás de una columna.

El Kibum que veia ya no era más aquel gatito adorable con quien había jugado tantas veces cuando eran niños.

Había madurado, pero aun era él...aún era adorable hasta lo irreal, pero diferente. Una belleza arrolladora para la que Minho jamás hubiera estado preparado.

¿Qué esperaba? Por supuesto que Kibum había cambiado, la gente crecía, es sólo que en su cabeza el sólo habia tenido aquella imagen y jamás habia pensado en el simple echo que Kibum pudiera haberse vuelto más guapo con la edad...para él era perfecto en ese entonces.

Incluso con 15 años Key, como le llamaba cariñosamente, tenía una inocente picardía y una alma pura. Minho siempre había sabido que él sería un Alfa, y que Kibum un beta o un Omega.
Eso no iba a cambiar su amistad.

O eso había creído, le daba vergüenza haber sido ese adolescente que había tratado tan mal a Key. No, vergüenza era poco, le daba mucho miedo volver a ser esa persona.
Minho se había convertido en alguien con miedo de él mismo, del olor de Kibum, de su rostro bonito, y temeroso de sus propios sentimientos. Se sentía inmensamente culpable porque no había sabido como lidiar con todo y el mayor había sufrido por ello.

Y Kibum se había ido, no lo culpaba, había sido un cabron y Key no se merecía nada de eso.

Key merecía lujos, el mejor de los tratos y cosas bonitas, príncipes en vez de ranas.

En pocas palabras Kibum le había roto el corazón, se lo había machacado, pero se lo tenía merecido y había cargado mucho tiempo con ello y probablemente llevaría esa culpa hasta la tumba.
Jamás le podría pedir perdón porque no se merecía ni siquiera su presencia, sí, era un maldito dramático pero lo creía de verdad.

Su parte alfa era más entusiasta, le gritó que ahora podría pedir perdón y dejar de ser un puto cobarde. Pero mierda! Jamás se espero esto!

Hace unos momentos su vida estaba bien!

Y de repente estaba allí en el vestíbulo, más alto de lo que había imaginado, tenía su suave cabello rubio como el oro, su piel aun era de porcelana y sus labios brillaban suplicando ser probados, tantos años y aun eran de un brillante rosa natural.

No!

No podía mirarlos!, así que vio sus ojos, delineados, profundos y  determinados. Si se enfrentaba a esa mirada iba a caer, no podría evitarlo. Ni siquiera estaba cerca y su cuerpo sufría por el anhelo de su aroma.

Esperanza Perdida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora