5to acto

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—Confía en Viktor y en Yurakcha, ¿Está bien? Ellos están preparados para guiarte y cualquier duda que tengas, o cualquier cosa que ocurra, puedes comunicarte conmigo.— las palabras de Yuzuru iban acompañadas por una mueca llena de preocupación, mientras que sostenía entre sus pequeñas manos las mejillas de su hermano. –Aún sí no hay motivo alguno... Puedes hablarme, ¿si?—

Yūri estaba avergonzado por ser protagonista de la escena y eso se notaba en el sonrojo que pintaba la punta de su nariz y orejas.

—Lo haré. No debes preocuparte.—

El mayor estaba dispuesto a refutarle aquello, pero no lo hizo. En su lugar lo abrazó con cuidado. Un gesto que aunque había sorprendido al menor, lo recibió con gran aceptación. A final de cuentas aunque tuvieran a sus amigos, ellos eran los únicos sobrevivientes de la dinastía Katsuki, eran su última familia con vida y Yūri comprendía el miedo que envolvía algo tan frágil como eso.

—Tanto amor me dará nauseas.—

El comentario de Yurakcha se escuchó entre el momento melodramático, haciendo que Javier riera a su lado. Viktor, al contrario, no emitió palabra alguna. La mirada tormenta se encontraba puesta en los dos hermanos que aún se abrazaban.

—Siento ser el que les arruine la fiesta, pero el vuelo se retrasara si seguimos aquí.— Leroy también estaba presente y fue el siguiente en hablar. Estando apoyado en la puerta se acomodó las gafas de sol cubriendo sus vibrantes ojos.

—No puedo creer que por primera vez esté de acuerdo con el tarado.— mencionó por lo bajo Yurakcha, sin intensión de ser escuchado, pero por la sonrisa del canadiense supo que había llegado a sus oídos. –Tks~—

Pero para Yuzuru no había sido una molestia la interrupción, porque sabía era cierto. Tan sólo se alejó de Yūri lentamente.

Recién en ese momento Viktor se movió, acercándose de inmediato hasta el heredero Katsuki para entregarle una carpeta. No se dirigieron palabra alguna por unos segundos, tan sólo el ruso llevó su mano lentamente a deslizarse por los cabellos oscuros de Yuzuru. Luego, para sorpresa de Yūri, Nikiforov se inclinó hasta dejar un beso sobre la frente de su hermano. Un gesto intimo que fue acompañado por unas palabras en el idioma natal del hombre de cabello plateado.

En esos momentos, Yūri se sintió un espectador molesto en medio de una escena romántica. A tal punto que en forma inconsciente, giró su rostro para saber si era el único, encontrándose con la mueca agria de Yurakcha y el ceño ligeramente fruncido de Javier.

Yuzuru parecía no haber notado la incomodidad de los demás, porque le había respondido en el mismo idioma al ruso junto con una sonrisa llena de dulzura.

Fue Javier el que reaccionó primero, caminando hasta ellos para apoyar una de sus manos en la espalda baja del japonés.

—Se nos hará tarde, Yuzu.— su tono de voz había sido suave.

Yūri notó cómo el rastro de molestia que había mostrado su rostro hace algunos segundos había desaparecido dejando lugar a la sonrisa que lo caracterizaba. Viktor y Javier compartieron una ligera mirada, pero aunque la situación era obviamente incomoda, no hubo esperanzas entre ellos. El ruso palmeó con confianza el hombro del español antes de que este asintiera.

Con cada situación que a Yūri le tocaba observar la relación de estas personas, entendía menos.

La reunión había terminado en forma amistosa, Yuzuru había salido ya con Javier y Leroy mientras que Viktor se retiraba en dirección a la oficina. Yūri en su sitio, miró a todos seguir su camino, mientras que Yurakcha hacia un gesto con sus ojos, poniéndolos en blancos por unos momentos.

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