Ese 10 de Junio de 2005 Evaristo se levantó temprano para ir a resguardar a los abuelitos que recibían su sueldo del INP. Tomó su tazón de leche y comió sus tostadas con mantequilla, se peinó y se puso su gorra que le regalaron los Carabineros, para salir orgulloso a las calles de Machalí, sus terrenos desde la infancia.
Evaristo siempre estaba en todas partes. Su día comenzaba muy temprano, ya que le gustaba estar de los primeros en cualquier evento que hubiera, fuera una inauguración, un desfile o un funeral.
Su principal objetivo era ayudar a todo el mundo, por lo que cuando estaba sin nada que hacer, partía a la plaza y se sentaba a esperar a quién podría darle una mano. Muchas veces corría si alguien se estacionaba frente a la iglesia, para ayudarlo con instrucciones. -¡Tío! ¡Tío!- les gritaba- No se preocupe, yo se lo cuido- decía amablemente.
Era un personaje camaleónico, único en el pueblo. Para el Dieciocho era huaso; para el 21 de mayo, era marino; para los incendios, era bombero; para los accidentes, era carabinero y para cualquier evento, prestaba sus servicios de cuidador de autos.
Evaristo era un hombre con alma de niño, que le encantaba ir por Machalí y saludar a todos los tíos y tías que tenía. Además iba a trabajar en lo que más le gustaba, proteger a los demás.
Se fue en su bicicleta por calle San Juan, rumbo a la Casa de la Cultura, en donde se realizaban los pagos a la tercera edad, con quienes tenía un vínculo especial y buscaba siempre apoyarlos en diferentes actividades.
Ese día no fue distinto. Ayudó a que los ancianos hicieran la fila y les indicaba a dónde había que hacer los retiros. Si alguno venía con problemas al caminar, él corría a asistirlo.
Aún faltaba para las 9 de la mañana y Evaristo se sentía contento de ser útil para sus abuelitos y pensaba en que seguramente, como era viernes, habría algún matrimonio en la iglesia y podría pasar para ayudar a estacionar autos, pero el sonido de disparos y gritos interrumpió sus pensamientos.
Tres delincuentes se habían mezclado con los jubilados y atacaron al guardia de seguridad para arrebatarle el dinero. El sueldo de sus amigos iba a ser robado. Todos se tiraron al suelo y Evaristo pudo ver el miedo en los ojos de los ancianos. No dudó en levantarse valientemente e ir a socorrerlos, era su trabajo, era su deber.
A Evaristo le dieron 3 balazos. Los recibió heroico y la muerte lo vino a buscar ese día. Machalí estaba en deuda con él.
El alcalde declaró duelo local, y su funeral fue uno de los más grandes realizados en la comuna. Todos querían estar presentes para despedirse de su querido sobrino.
Los sueños de Evaristo se hicieron realidad ese día, en su funeral. Tuvo una misa realizada por varios sacerdotes, incluyendo al ex cura de la parroquia, el padre Andrés, que se trasladó para presidir el funeral del querido héroe. Toda la ceremonia fue acompañada del grupo folklórico y de cientos de machalinos que venían a decir adiós y gracias.
Los tíos carabineros lo sacaron de la Iglesia, como él lo pidió, y sus héroes, los Bomberos de la 1era compañía de Machalí, llevaron el féretro en uno de sus carros, mientras sonaba la sirena en todo el pueblo.
Hoy Evaristo es una leyenda que nos recibe al entrar en la zona central de Machalí, con un monumento realizado en la Plaza de los Naranjos, frente a la Casa de la Cultura, en donde encontró su muerte. Desde allí vigila y protege a los machalinos. Aquel hombre con alma de niño, vivió para no ser olvidado jamás.
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Cuentos Aleatorios
Short StoryCuentos sin conexión más que las ansiedades, las angustias y los sueños. Foto portada: Extraído del extinto Boletín de Contrapsicología El Rayo que no Cesa. (vía : https://primeravocal.org/mujer-y-locura-de-conchi-san-martin/)