±

3.1K 287 90
                                    


Magnus levantó la cabeza cuando escuchó el timbre sonar, se había sentido extrañamente cómodo dormir en la clase y hubiera querido seguir así.

– Tenemos la siguiente hora igual también. – El moreno se levantó mientras le hablaba a Alec.

– No puedo creer que te hayas quedado en serio dormido. – A él le molestaba que hicieran eso los estudiantes, los padres se esforzaban en pagar la educación a sus hijos y éstos lo desaprovechaban.

– Pues créetelo Alec, es un simple flojo que no le importa nada. – Sebastián apareció enfrente de ellos con una sonrisa burlona.

– Oh el perrito faldero ha aparecido. – Alec quedó de nuevo en silencio entre las miradas de pelea que ambos chicos se enviaban.

– ¿Qué clase te toca Alec? – El rubio se dirigió hacía el mencionado.

– Am... Laboratorio dos.

– Bien vamos, me toca contigo. – Magnus se adelantó dejándolos ahí. – Te lo digo de nuevo, no es bueno que te juntes con ese tipo.

Alec quitó la mirada de la vestimenta brillosa que se perdía por el pasillo y la dirigió hacía Sebastián.

– Es mi compañero de cuarto, no puedo simplemente ignorarlo, no soy esa clase de persona. – Tal vez había sonado más serio de lo que esperaba pero era la verdad.

– Oh tu compañero de cuarto... Bien, te puedo ayudar con eso. – El rubio hizo una sonrisa extraña que a Alec no le dio mucha confianza.

– ¿Qué?

– Nada, vamos. – Pasó un brazo sobre su hombro como si fueran los amigos de toda la vida.

A Alec le gustaba el chico, sí, pero la timidez y vergüenza que siempre sentía, no desaparecía de un día para otro.

Sin embargo, le caía muy bien Sebastián y quería conocerlo mejor.

En cuanto llegaron al laboratorio, Alec buscó un lugar hasta atrás, aunque fueran mesas largas y de aluminio, el pizarrón estaba en un extremo en el cual él no quería estar.

– Adelante no ¿cierto? – Sebastián hizo una cara de decepción pero aun así no consiguió lo que quería.

– Nunca, gracias. – Contestó con una sonrisa mientras se dirigía hasta atrás.

Magnus le había dicho que tenían la misma clase pero no se encontraba en el salón, se encogió de hombros y puso atención a la clase.

– Se pondrán en parejas, con quien les toque trabajarán todo el semestre. – Alec buscó con la mirada al rubio, el cual le sonrió desde el otro lado del salón.

Sebastián se levantó de su lugar para dirigirse hasta la parte de atrás.

– Sería más fácil si nos juntamos los dos, ya que somos roomies. – Alec saltó en su lugar por la repentina voz a su espalda.

– Magnus, ¿en qué momento apareciste?

– Soy mago, entonces ¿qué dices? – El moreno se sentó a su lado para después abrir su mochila y sacar una libreta.

– Alec, ¿tú y yo? – Preguntó Sebastián llegando, con esa sonrisa blanca que al otro le gustaba de cierta forma.

– Retírate Verlac, ya estamos juntos. – Magnus no levantó la mirada de su cuaderno.

– Tú no le ordenas con quien estar, así que dime tú. – Se dirigió a Alec.

El pelinegro se sentía entre fuego cruzado, era una extraña situación y no entendía por qué se estaban dando las cosas así.

POLOS OPUESTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora