Capitulo 3

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Narra Agustín:

El reloj marcaba las 7am, tenía que asistir al colegio y no dormí en toda la noche, me levante e hice mi rutina de siempre (aunque no me bañe). Saliendo de casa camine solo una cuadra cuando empece a tener frío, mire mi celular con treinta llamadas perdidas pero, eso no me importaba, solo quería ver la hora 7:10am. Decidí caminar nuevamente donde venía por un abrigo.

Busqué en mi mochila la llaves y me rescate que la he de dejar dentro, me quería morir literalmente. Sin más, morí de frío en todo el trayecto.

Entrando al instituto me dirigí a mi casillero, al abrirlo un balde lleno de mierda cayó arriba mía, no entendí el chiste. Todos me miraban riendosé hasta que encontré el que planeo esto. Venía hacía mí era Ariel el idiota que siempre me molestaba - te pasaste - dije amenazante, el se curvo para estar a mi estatura - si me pasé ¿y que? Bebé - dijo todo seductor, no me pude contener y le encaje un puño en toda su mejilla.

Los estudiantes del alrededor me quedaron observando aterrorizados de mi acción, nadie se hubiera atrevido a tocarle un pelo a este matón. Me sentí intimidado por un momento al pensar que ahora me la devolvería, este me estampó en los casilleros provocando un sonido metálico.

Su mano se elevó, yo cerré mi vista para sentir el golpe, mas ese momento no llegó o se me hacía eterno. Abrí mis ojos, la imagen me dejó sorprendido, Ramón tenía el fuerte y musculoso brazo del grandote. - saca tus malditas manos de él - pronunció cada sílaba con desprecio - no te tengo miedo, pero te daré el gusto - dijo burlón mirándome con cierta pena - esto no quedará así - advirtió y se alejó con sus colegas.

- No le hagas caso yo te ayud . * - no alcanzó a terminar la oración - no puedo solo - estaba muy enfadado con él, tanto que aunque sea mi "mejor amigo" me dan ganas de patear su entrepierna para hacerle reaccionar.

Me aleje de todos, me cambie de ropa en el baño y entre al salón. Las clases pasaron volando, menos historia el viejo baboso habla como una tortuga y era sobre los pueblos del antiguo Egipto bla bla bla..

Yo sólo estudiaba, sacaba buenas notas para no reprobar e conseguir un buen futuro y poder mantener mi imagen en el equipo de fútbol que por cierto hoy entrenaba temprano.
Recorría los pasillos que estaban apretados por alumnos de distintos salones. Yo me dirigía al patio donde entrenamos siempre con mis compañeros pero, antes de dar un paso más alguien me sujeto de la mano y me arrastró hasta llegar a un salón solitario.

Me arrojó suavemente, trabó la puerta, luego presto atención en mí, la oscuridad no me dejaba ver quien era. Pase mi mano casi por toda la pared mientras el se acercaba, encontrando el botón prendí la luz. - ¿Ramón? - pregunté extrañado - ¿por que siempre Ramón? - interrogó el extraño ahora cambiando de tema. - ¿Quien eres? - estaba exaltado demasiado digamos.. - Ariel - dijo sacándose la capucha - ¿que quieres? - no me agradaba nada estar a solas con este tipo - te dije que esto no terminaba aquí - era cierto me lo advirtió.

- Me llegas a tocar y grito - lo he amenazado me va a matar - ¡has lo que quieras! Me encanta que seas así - no lograba comprender muy bien que trataba de decirme - dejate de tus bromas tengo entrenamiento abriré la puerta dame las llave - me cansaba estas situaciones tan absurdas - lo único que voy o que vas abrir son tus piernas - esa oración me provocó un sonrojo. Tomé coraje y le pegué una cachetada como si fuera una dama - ¿te crees rudo? - gruño, tirándome sobre el escritorio.

- Dejame - le ordené, este ni tomó la molestia de escucharme, comenzando a besarme desesperadamente al finalizar el beso - y.. a no lo hagas - pedí con mis ojos lagrimones - que lindo ruega más - decía - ni en tus sueños - le dije pero, esta vez  los beso eran en el cuello - ¡ayuda! - grité, este al ver mi acción posó una de sus grandes manos en mi boca y con la otra levantaba mi uniforme - sh.. no querrás molestarme - aclaró y cuando menos me lo esperaba abrió mis piernas, su miembro abultado chocó con el mío con la diferencia que no estaba excitado.

- ¿que pasa si hago esto? - al terminar la oración fingió una estocada, joder esto si hará que se me pare otra estocada llegó y antes de dar la tercera no sé como logré cerrar las piernas y le pegué en sus bolas haciéndolo caer al piso como también las llaves de aula. Rápidamente agarre las llaves, mi mano temblorosa de miedo no ayudaban y hacían que me tardará más en sacar el seguro.

Unas manos agarraron mi remera, yo ya abrí la puerta pero, este me traía de nuevo allí, sin más opciones me saqué la remera y corrí. Me causo gracia ver como se quedaba con mi ropa que conmigo. 

No podrás engañarte (GAY) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora