Las personas aspiramos a comprendernos a nosotras mismas, pero nuestro mundo, necio e injusto, ha criado almas ciegas.
Nuestra mente lleva años enfrente de un espejo, dónde se refleja nuestro espíritu, intentando verlo.
Pero ese espejo está empañado, y el reflejo queda tapado por el vapor de agua de nuestros prejuicios.
Ese vaho no cubre al completo el espejo, sino que hay pequeñas fisuras de cristal limpio, tan ínfimas que no nos dejan vernos al completo, solo el blanco de un ojo, un poco de pelo, el rosado de un labio, un lunar, un poco de la nariz...
Movemos nuestro rostro, tratando de ver algo más, pero hay demasiado vapor y las porciones del espejo que reflejan son muy pequeñas, así que nos acercamos, en busca de un nuevo ángulo de visión.
Pero nos acercamos tanto al espejo, que cuando estamos a punto de vernos, nuestra respiración vuelve a empañar el cristal.Las personas repetimos una y otra vez el proceso a lo largo de nuestra vida, con el mismo espejo casi opaco, tapado por las opiniones de nosotros mismos, que los demás nos han hecho tener.
Sin embargo, no siempre tiene porqué ser así.Las mentes más abiertas miran los huecos libres de vapor que hay en el cristal, y no el reflejo que se vislumbra a través de ellos, y de esta manera, descubren que las grietas no son tales, sino letras escritas en el vaho. Letras que forman palabras, que forman frases, que cuentan la verdad sobre nuestras almas.
Sin embargo, quel que intenta desempañar el espejo a la fuerza, frotando su mano contra el cristal, solo consigue romperlo en mil pedazos, y cada uno refleja una opinión que hemos oído de los demás. El pedazo más grande es aquella opinión que tratamos de ignorar, pero que siempre nos persigue, y el más pequeño, aquella que nos queremos creer, porque dice lo que queremos escuchar, pero que nunca dirá la verdad.
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Reflexiones cortas
PoetryPensamientos, sentimientos y opiniones. Microrrelatos, historias y poemas.