Capítulo 7: Distancia

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- ¿Está bien qué estés aquí? Es decir, ¿No te estoy haciendo perder tiempo valioso?

Nicanor le dedicó una sonrisa tranquilizadora y negó con la cabeza lentamente. Ambos habían llegado a la estación de trenes esa tarde calurosa de verano y esperaban a que llegara la locomotora con destino a Santiago.

- No hay problema. -Contestó. -Tengo que hacer unas diligencias aquí en Chillán, me viene perfecto.

Bárbara tomó aire, aún abrumada por el peso de la mentira; por la culpabilidad de un plan con el que había engañado a su marido por completo. El comisario estaba sentado a su lado mientras sostenía su valija entre sus piernas, mirando hacia alrededor con curiosidad y una tranquilidad que delataba su ignorancia ante la mentira en la que había caído.

Sabía que no era lo correcto mentirle de esa manera, pero también sabía que no había ninguna otra forma en que pudiese viajar sola y rápidamente a Santiago. Honestamente, deseaba por sobre todas las cosas que hubiese un intermedio en donde no se pudiese colar la mentira entre ambos, anhelaba compartir sus inquietudes con él cómo hace años atrás, pero la verdad era que no había forma alguna en el que él comprendiera lo que estaba haciendo sin perder la cabeza antes.

¿Pero qué podía decirle? ¿Podía decirle acaso que Mercedes con su sólo recuerdo le provocaba cosas que él en todo lo que llevaban de matrimonio jamás le había hecho sentir? ¿Podía intentar explicarle al menos, que iba a buscarla porque había salido corriendo de quién sabe qué? ¿Podía confesarle que quizá también se sentía un poco culpable de eso y que necesitaba aclarar las cosas antes de volverse completamente loca?

Lo miró sin decirle nada mientras él estaba atento a su alrededor. Lo miró haciéndose todas esas preguntas mientras la impotencia la obligaba a morderse con ambos colmillos el labio inferior.

Y la conclusión era que, por supuesto; no podía. No podía ni pensar en decirle la verdad. No existía ninguna forma de expresarle las cosas sin que desatara el caos en su matrimonio, no había palabras suaves, ni promesas que pudiera hacerle para hacerlo sentir mejor.

Pero por otro lado, si todo resultaba bien él tampoco debería saber nada; y si no lo sabía era imposible también dañarlo.

Nicanor le indicó con un gesto que cuidara la valija mientras se la dejaba a sus pies y se levantaba a comprar el periódico. Lo vio alejarse entre la multitud y se estiró la falda con gesto nervioso. Del bolsillo de su chaqueta sacó el telegrama que había doblado y lo releyó tres veces antes de rememorar esa extraña mañana.

Aún alterada por aquel perturbador sueño, permanecía en su habitación sentada en el borde de la cama mientras sollozaba y Nicanor con temor y preocupación le acariciaba la espalda y la sostenía fuertemente. El hombre le preguntó unas veinte veces qué le pasaba, pero sólo después de diez minutos ella fue capaz de contestarle.

- Tuve una pesadilla muy real... Lo siento, siento que me veas así, siento haberte asustado, sólo que... fue horrible. -Sollozó débilmente a la vez que ponía todo su esfuerzo en reponerse.

Él suspiró aliviado y pudo notar cómo se relajaba.

- Qué alivio. Me había preocupado, pensé que había pasado algo terrible...-Le despejó de la cara los cabellos húmedos que tenía pegados en la frente y le secó las lágrimas con los pulgares.

No le preguntó sobre qué se había tratado su pesadilla, por suerte. Sólo se dedicó a agarrarla de los hombros y mecerla levemente para que dejara de llorar.

- Vamos, ponte bien, tienes que viajar.

Bárbara lo miró, confundida, se alejó un poco y le negó con la cabeza varias veces. Mientras se levantaba, aún algo mareada y con los párpados adoloridos por lo brillante de la luz del día, le contestó con voz seca:

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⏰ Última actualización: May 29, 2018 ⏰

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