Ya habían pasado unos días desde la inauguración, todo había salido muy bien. ¡Hasta habían comprado alguno de mis cuadros y dibujos! Eso sí me había sorprendido... no me había esperado a tanto éxito, pero no podía negar que me había gustado mucho la sensación.
Las cosas entre Ian y yo, bueno no estaban mal pero tampoco estaban perfectas. Cada vez que había intentado disculparme o algo, me decía que todo estaba bien que no importaba y demás. Pero en el fondo sabía que me había propasado y por eso aun actuaba raro, y eso me mataba... La paciencia no era una de mis virtudes. Me levante medio molesto conmigo mismo y me sacudí la arena que tenía encima de mi. - Iré a bañarme...vienes? Pregunte, esperando a que me contestara que si. - Más tarde, la historia se está poniendo muy interesante. Me respondió sin quitar la mirada del libro. Lo miré, estaba tan concentrado en el libro que ni se daba cuenta que estaba al sol. - Solo no te quedes tanto tiempo así, te pondrás como un tomate.
Entre al agua sin preámbulos, la diferencia de temperaturas me dio un ligero escalofrío pero mi cuerpo se acostumbro rápidamente al ambiente, estaba exquisita. Tome un gran bocado de aire antes de sumergirme unos segundos, la sensación de quedar sin aire era impresionante, entre abrí los ojos ligeramente. Todo estaba borroso, algunos peces grises pasaron rápidamente entre mis pies y saque la cabeza del agua. Un leve escozor en los ojos que pasó enseguida, respiré profundamente y me puse sobre la espalda para flotar un poco.
- No puedo creer que te hayas quemado Ian. Alguien tan cuidadoso como tú. Decía Sarah con ligera gracia. - Es que no me di cuenta, el libro estaba tan interesante, que no vi las horas pasar! Respondió mientras comía, yo solo me reía por debajo. - Te daré una crema hidratante, especial para este tipo de problema. - Yo me alegro que por una vez, no soy yo el que fue descuidado. Comenté un poco orgulloso, ya que era yo el que solía ser el centro de cualquier calamidad en las vacaciones. Quemaduras de sol, torceduras de alguna parte del cuerpo y demás. Me sentía casi orgulloso de eso.
-Necesitas ayuda con la crema. Pregunté desde mi cama, me había dado cuenta que Ian había evitado todo contacto conmigo y no quería incomodarlo, haciendo algo indebido. Pero veía que estaba algo atascado con la espalda. Hubo un silencio, como si estuviera meditando. -...Si, por favor. Me levante y me acerque a el colocándome frente a su espalda, indique que me pasara la crema. Cuando estaba a punto de comenzar, noté que mis manos temblaban ligeramente. Sacudí ligeramente la cabeza, para alejar cualquier pensamiento indebido y comencé a colocar la crema, masajeando lentamente los hombros bajando por la espalda. Todo estaba en silencio, disfrutaba del contacto con su piel, deseando que este momento se prolongara de manera indefinida. -Yo...creo que esta bien así. Su voz rompió el silencio y yo sobresalte ligeramente, apartando las manos.- Si..si. Perdón me perdí en mis pensamientos. Quería seguir hablando pero no sabía que decir, no quería que me odiara o pensara que me aprovechaba de él, mi cabeza estaba hecha un torbellino. Mordí ligeramente mi labio y me retire a mi cama. - Yo...estoy confundido. Fue solo un murmuro pero en el silencio de la habitación se había escuchado perfectamente, me volteé para escucharlo. Estaba de espaldas a mi. - Yo no se como me siento. No...no me desagrada pero no lo se... Sin pensarlo lo interrumpí. - Esta bien, no te preocupes. De nuevo lo siento. Yo fui quien me excedí. Estamos bien, verdad? Pregunté un poco dudoso. -Claro, solo necesito ajustarme. Me miró y sonrió. Esa sonrisa que me mataba y en la que soñé toda la noche.
Intentaba levantarme primero todas las mañanas. Ya que era inevitable levantarme y no tener que satisfacer mi cuerpo. Era problemático entrar en la pubertad y tener que tolerar esos choques de hormonas... A veces me preguntaba como mis amigas podían con esas cosas, ya que era más complicado para ellas. Yo solo tenía que resolver con tener un lugar íntimo y mi mano. Luego de tomarme un baño, me escabullía silenciosamente e iba a andar por el hotel hasta la hora del desayuno, a veces hacía algunos bocetos o apuntaba alguna idea que tenía para un cuadro. La exposición había sido un éxito y la habían prolongado dos semanas más, lo cual había prolongado nuestras vacaciones en el sur de Francia, para mi gran placer. Habíamos pasado gran parte del tiempo visitando ciudades cercanas o monumentos, disfrutado de buenos restaurantes o andando en los mercados de los pueblos.
Después de haber desayunado, partimos dirección a Collioure, una ciudad fortificada cerca del mar. Comenzamos nuestra visita en El Castillo Real de Collioure, la primera documentación del castillo es del año 673. Era impresionante pensar que una creación arquitectónica podía ser tan vieja y sobretodo pensar en todo lo que había pasado desde su construcción hasta ahora. El transcurrir de los años, los mandatos de cada Rey, cómo vivían las personas dentro del castillo o por qué lo utilizaron como campo disciplinario a finales de los años 30. No podía negar que me encantaba la historia. Después de la visita, seguimos andando por la playa hasta la hora del almuerzo. La tía Sarah, había decido almorzar en Le Neptune, un restaurante con una vista espectacular sobre la bahía. - Imagino que de noche esto tiene que ser impresionante. Comenté mientras el camarero traía nuestras bebidas. - Podemos venir a cenar la se próxima semana y les gusta. Dijo amablemente, a veces me sorprendía la gentileza de mi tía, no tenía hijos propios pero con el colegio y educandome a mi, tenía una paciencia y amabilidad impresionante. La comida era exquisita, digna de un restaurante de ese nivel. En la tarde fuimos a la Tumba de Antonio Machado y visitamos el viñedo de unos amigos de la familia, en el cual nos quedamos el resto de la tarde. Fuimos a recoger uvas de moscato con Ian eran extremadamente dulces, yo intentaba tomar cierta distancia entre nosotros aunque de vez en cuando nuestras manos se rozaban, un contacto suave y agradable. - Me estas evitando? Preguntó Ian interrumpiendo la conversación que teníamos sobre el viñedo. -Me sorprende un poco tu pregunta. Yo no te estoy evitando, solo te estoy dando tu espacio. Respondí mientras me sentaba en el suelo. - No quiero problemas o algo. Comí unas cuantas uvas, aprovechando la suave briza del final de tarde. - Si, pero algo es darme espacio y otra es evitarme la mitad del día.
- Pero la otra noche me dijiste que no sabías lo que querías. Hasta yo me sentía un poco confundido con toda esta cosa. - Yo te gusto? No puede evitar sonrojarme por tal pregunta. -Bueno, si. Dije honestamente. - Por qué? - Como que, porque. Yo no se, me atraes, me gustas. Me causas un cierto efecto que me gusta. No se como explicarlo, sabes. Me quede callado, avergonzado por lo que había admitido. - Bueno tu también me gustas. Me quedé en shock algunos segundos. - Pero todo esto es nuevo para mi, no se como manejarlo. Escuché lo que decía en un susurro. - También es nuevo para mi y es complicado. Nos sonreímos, me alegraba que yo no había sido el único torturandome mentalmente las ultimas semanas.
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Entre artistas
RomanceUn encuentro casual creará un lazo que si el tiempo ni la distancia lograrán romper. - Yo se que puedes hacer mas... atrévete a crear, a experimentar . -