5.SALIENDO DE DUDAS

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Domingo 8 de enero 2014.
9:15Am.
Seguía durmiendo. Aún recuerdo aquel sueño, estaba tumbado en una camilla, mi cuerpo estaba inmóvil pero podía notar lo que pasaba. Una manos frías bajaron mi párpado inferior dejando paso a la visión para poder examinar mis pupilas. Estaba totalmente rígido no podía mover ninguna articulación, lo único que podía hacer era escuchar lo que hablaban las personas allí presentes.
Sentía como los latidos de mi corazón iban bajando su velocidad hasta el punto de que al parecer había dejado de latir, en ese mismo instante, un sonido agudo parecido a los pitidos que había notado los días anteriores invadía la habitación , era insoportable. Este sonido estuvo emitiéndose cerca de unos veinte segundos hasta que noté unos dedos en mi cuello intentando tomar mi pulso.
-Ramírez ayúdeme, el paciente ha entrado en parada- Dijo una voz femenina con el mismo timbre que la de Romina.
Noté unas especie de placas frías sobre mi pecho, estaban reanimándome.
-Tres, dos, uno.. ¡Descarga!- Gritó una voz de hombre.
Noté un ardor y corriente por dentro de mi cuerpo, sentía como si me arrancaran la piel.
-No responde, ¡Otra vez!, tres, dos, uno...¡Descarga!- Gritó la misma voz que antes.
Esta vez me dolió mucho más , noté como se entumecían mis dedos y mi cuello.
Después de este segundo intento aquel ruido insoportable paró y solo se escuchaba un pitido intermitente, había vuelto a la vida.
Oí suspiros de alivio y alegría mientras me abrazaban, pero no podía hacer nada seguía inmóvil.
-Menos mal que pasaba por aquí y pude ayudarte Romina. Estaba apunto de irme a casa- Dijo aquel hombre que estaba en la habitación.
-¿Irse?, si es muy temprano- Dijo aquella chica que parecía ser Romina.
-Lo sé pero hoy 4 de enero es el cumpleaños de mi hijo y me he cogido la tarde libre para comprarle los regalos- Dijo ese tal Ramírez.
Después de esta respuesta la conversación fue interrumpida por un sonido fuerte, algo se había caído al suelo.
-¿Y esto?,¿estaba en la mano de él?- Dijo refiriéndose a mi.
-Si, lleva con esa especie de amuleto en la mano desde ayer, no sé, será algún regalo familiar como significado de buena suerte- Le respondió Romina.
Noté como abrían mis dedos poco a poco y colocaban el objeto del que hablaban en la palma de mi mano y volvían a cerrar mi puño.
Me desperté sobresaltado, no entendí nada sobre ese sueño, ese dato que dio el enfermero de que era día 4 me hizo pensar en que ese día fue el que pasé inconsciente "¿He soñado con aquel día?" dije entre gimoteos por el susto de pensar que estuve a punto de morir.
Me levanté lo más deprisa que pude para salir de mi habitación y nada más abrir la puerta me choqué con Romina que iba a entrar a la estancia, le di un abrazo enorme en señal de disculpa por mi actitud del día anterior.
-No sabes cuánto me alegro de verte, iba de camino a buscarte para preguntarte unas cosas- Le dije mientras la abrazaba.
-¿Preguntar?, no me asustes... no quiero tener otra discusión- Respondió con la cabeza gacha.
-Tranquila Romi, solo quiero preguntarte si el día que estuve inconsciente posterior a la operación entré en parada- Le respondí en un tono suave.
-Si... pero... ¿cómo sabes eso?- Preguntó asombrada.
-Lo he soñado y noté tus manos en mi cuello tomando el pulso y también las placas de reanimación en mi pecho- Le dije.
No respondió, solo se limitó a mirarme con cara de haber visto un fantasma en la habitación.
-Es raro lo sé, pero es cierto, soñé con ese día, y ahora dime, ¿El amuleto del pétalo no es tuyo?- Le pregunté.
-No, ese amuleto lo llevaba desde la operación en la mano, pensé que lo habías traído de casa- Respondió.
-Vale eso es todo, ahora déjame solo por favor, necesito pensar...- Le rogué.
Asintió con la cabeza y salió de la habitación.
No entendía nada, mi cabeza era una vorágine de recuerdos que no tenían ninguna intención de aclararse.
Salí al pasillo, quería bajar al piso cero para salir a caminar por los jardines del hospital.
Por el camino me encontré a Mariluz y le conté todo lo de ayer y lo del sueño, no me creía, estaba completamente ida con tanta información junta pero no quería seguir hablando tenía ganas de salir de allí así que le di dos besos y seguí caminando.
Más adelante divisé a una muchacha de pelo moreno y cuerpo esbelto me resultaba familiar y pensé en ir a hablar con ella y así conocer a alguien de mi quinta, pero estaba chateando con su móvil y no quería molestarla, me conozco y soy de hablar mucho así que doblé la esquina y llegué al ascensor.
Al salir por la puerta principal del hospital cogí aire lentamente para inhalar aquel olor a libertad, estaba cansado de ese olor característico de los hospitales, esta paz de respirar aire puro se acabó rápido, había un enfermero fumando a mi lado y me había llegado todo el humo de su cigarro. Ese olor me revolvió el estómago y por eso decidí ir a los bancos situados en una pequeña plaza que pertenecía al hospital.
Una vez allí sentado vi pasar a la hija de aquel hombre que había fallecido ayer.
-¡Oye, espera!- Le grité mientras trotaba.
-¿Estás mejor?- Pregunté.
-¡Ay hola!, pues si estoy tocadilla pero bueno... la vida es así ya no puedo hacer nada- Respondió mientras suspiraba.
-¿Y ahora?, ¿qué haces aquí de nuevo?- Dije intrigado.
-Pues vengo a ver a una amiga que se operó hace cinco días, y nada....vine para darle saludos y para que no se sienta sola- Dijo sonriendo.
-¿Hace cinco días?, ¡Anda, pues como yo!, también fui operado hace 5 días, solo que se han complicado las cosas y aquí sigo y todo por culp....- Dije dispuesto a contarle todo.
-Lo siento por interrumpirte pero tengo que subir por que mi amiga me está mandando mensajes desde hace rato diciéndome que en nada se acaba el horario de visitas... mira, si quieres te dejo mi número y cuando salga de aquí nos tomamos algo y me cuentas tu historia, aventurero- Dijo con cara de lástima por no haberme dejado acabar mi frase.
-Pues me parece buena idea- Respondí.
Sacó su un papel y un bolígrafo para apuntar su número y así poder hablarle por chat cuando logre encender mi móvil.
-Oye por cierto, te llamas....-.Dije esperando a que ella continuara.
-Laura, Laura Bermúdez, encantada, bueno chao, ¡que te mejores!- Exclamó mientras se despedía con un beso en la mejilla.
Hoy el día no me preparaba nada interesante solo largos paseos y con suerte a la tarde Romina metería en mi nariz otro bastoncillo para los oídos.
Estaba caminando de camino a la puerta del hospital cuando de pronto noté una mano en mi hombro, me giré rápido y asustado, era mi primo Damián, había venido a hacerme una visita.
-¡Qué pasa tío, te echaba de menos!- Gritó.
Todas las personas clavaron sus miradas en nosotros debido al grito que había pegado mi primo.
-Shhh, no grites, te recuerdo que esto es un hospital-.Respondí.
-Vale vale señorito disculpe, no fue aposta- Dijo mientras hacía una reverencia burlándose de mí.
-No seas tonto, vamos a mi habitación anda que estoy cansado, llevo mucho tiempo aquí debajo caminando-.Le dije mientras me alejaba andando hacia delante.
Subimos a mi habitación para hablar más tranquilamente, pero no iba a contarle nada de lo que me había pasado, seguro se lo contaría a mi madre y no quiero que lo pase mal.
-Pues bienvenido a mi adosado...- Le dije bromeando sobre mi habitación.
-Huele a viejo- Respondió.
-Es un hospital... aquí no hay otra cosa, ¿A qué pretendes que huela?...- Le respondí con tono de sabelotodo.
Nos pasamos toda la tarde hablando y recordando las trastadas que hacíamos de pequeño.
Eran cerca de las 19:37 Pm cuando le suena el teléfono, era mi madre.
-Toma primo es para ti- Dijo Damián mientras me ofrecía su móvil.
-¡Mamá!, ¿Qué tal?- Le pregunté con entusiasmo.
-Bien cariño pero tengo ganas de verte, ¿por qué no has venido a casa aún?- Preguntó extrañada debido a que llevaba muchos días ingresados para ser una operación nasal.
-Pues que aún tengo la cara hinchada como un boxeador mamá y así no se puede saber si la operación salió del todo bien- Le dije riéndome.
-Pues mejórate... y ven a casa cuanto antes que te echamos de menos- Respondió con toda la dulzura de una madre.
-Si mamá, tranquila, te paso con Damián- Le dije.
Damián agarró su móvil y salió al pasillo para seguir hablando con ella.
Dos minutos después asomó la cabeza por un lado de la puerta para despedirse diciéndome que debía irse porque tenía que ir a buscar a su hijo a casa de su madre. Me despedí levantando la mano y cerró la puerta.
Ahora no sabía qué hacer, sin mi primo aquella habitación era un aburrimiento pero bueno.... salí al balcón y me puse a revisar el amuleto esperando algún recuerdo pero no pasó nada, solo logré quedarme media hora mirando a un pétalo dentro de un cristal "¿Si no era de Romina de quién podía ser?".

CAMPOS DE CEREZOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora