Kim Taehyung era sinónimo de todo lo que tenía que ver con cariñoso, probablemente el chico más tierno de Daegu. Podía hacer amigos con facilidad en todo momento y en el lugar que sea, era cuidadoso y muy empático, ¿quién podría odiar al ser con el corazón más puro del planeta? Era lo que el suponía, lo que todos hacían.
Sin embargo, en lo más solitario de todo aquel ruidoso salón de clases, se encontraba una chica con un corazón vacío; en lo muy adentro de ella solo había humedad y soledad, ¡de por si odiaba todo lo que era cariñoso! Incluso a Kim Taehyung. Nunca habían hablado e intercambiado palabras, pero Sunhee no podía aceptar el hecho de estar con alguien que solo derrochaba cursilerías, o al menos era la forma en la que Sun se refería a Tae. Trataba siempre de evitarlo, en los trabajos en clases, en los descansos e incluso en la salida. Pero Taehyung, como el chico tan curioso y terco que era siempre trataba de buscarle, solo quería que ella lo conociera de verdad, ¡Taehyung era más que un niño tonto lleno de positivismo y dulzura! Él quería ser su amigo.
—¿Por qué me ignoras siempre?
—Déjame en paz, Kim.
Taehyung no entendía de dónde surgió su curiosidad, por qué era tan necesario establecer una amistad con ella cuando se lo negó desde un principio; quizás solo sentía que tenía que hacerlo por cumplimiento, porque así había sido con todas las personas que conocía, con todos se hacía amigos.
—Sunhee...
—Soy Min para ti, no me llames por mi nombre.