La luz se coló por las cortinas que cubrían la ventana y cayeron directo a su rostro, se removió incómodo unos cuantos minutos hasta que suspiró ruidosamente y decidió levantarse, sus manos ardían, no fue hasta ese momento que recordó el pequeño detalle, no las había curado la noche anterior, por lo que probablemente estarían heridas unos cuantos días más por su negligencia de no cuidar de sí mismo, ingresó al baño a lavar sus manos cuidadosamente, retirando la sangre seca, no notó nada fuera de lugar, sus heridas habían cicatrizado, tomó el alcohol del botiquín y junto a un algodón pasó suavemente por las cortadas, a veces apretando de más, finalmente las vendo y salió de ahí, buscó entre sus maletas un poco de dinero, usualmente el guardaba algunos billetes o monedas en sus bolsillos, cuando olvidaba meter ese dinero a la alcancía o tenía prisa después de ir al super, encontró poco pero suficiente para él, no tenía hambre, por lo que probablemente solo comiera al mediodía y unas cuantas frutas en la mañana y noche.
Pasó por un puesto de revistas y compró el periódico, lo primero que haría sería buscar un trabajo estable, subrayando las opciones que consideraba buenas paseaba su vista por todos lados buscando letreros que lo ayudaran a algo, suspiró con resignación, rebuscó entre los cajones de su madre y encontró más y más dinero, suficiente quizás para un mes, ya que tardaría en encontrar un buen sitio, fue todo un alivio ver eso en la casa de su madre, pero mientras más lo pensaba más se reprendía, sus padres sabía que ese día llegaría, se estaban burlando de él indirectamente, y pudo asentir, derrotado, era un maldito fracaso aún si estudió o no actuación.
Pasó algunos días yendo de un lado a otro, preparaba su comida en casa para no tener que comprar en la calle, a veces las cosas deliciosas que amaba comer estaban muy por encima de su presupuesto y lo dejó ser. Una de las tantas tardes, entró a una cafetería pequeña, las meseras estaban levemente apuradas y el señor en la caja colapsaba cada cierto tiempo al tener que correr de la cocina a la caja, se acercó al cajero.
— Hola, perdón por molestar, quería preguntar sobre el puesto de trabajo ¿con quién debo hablar?
Al señor pareció que se le iluminaron los ojos.
— Soy yo, pero deberás esperar hasta las cuatro de la tarde, cuando este sitio se desocupe.
KyungSoo asintió levemente y se sentó en una mesa vacía, miraba todo a su alrededor, al parecer era un lugar bastante concurrido y bueno, en algún momento ofreció su mesa a una pobre señora que llegaba, la señora lo agradeció y le siguió ofreciendo su lugar, ella usaría el otro lado, platicaron de cosas sin sentido, finalmente, la señora debía irse, en ese momento dieron casi las cuatro, el cajero limpiaba sus manos y colocó a una de las meseras al frente de la caja, se acercó a KyungSoo y se sentó en la silla que la señora había estado usando.
— Dame tu expediente —KyungSoo estiró el folder, el señor lo tomó, e inmediatamente lo abrió para leer la información, pronunció una mueca de desagrado—. El marido fracasado de Park —no leyó más, lo miró a los ojos y le entregó el folder—. Te llamaremos si queremos tus servicios.
— No leyó nada.
— No es necesario para saber tus capacidades.
KyungSoo asintió en silencio.
— ¿No me llamarán cierto?
El señor hizo una mueca y miró a ambos lados.
— No lo sé, depende si quiero perder dinero o no —se levantó, el pelinegro imitó su acción—. Te enviaré un correo en algunas semanas, puede ser afirmativo o negativo, no te hagas ilusiones, estoy seguro que en todos lados te dijeron lo mismo.
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One Last Time
Short StoryLas lágrimas caen por sus mejillas en un recorrido silencioso, recorren la curvatura de su rostro y terminan por resbalar y mojar el documento frente a sus ojos, los cierra, con fuerza, esperando abrirlos y que esté acostado cómodamente en el pecho...