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La cobija entre sus manos era sostenida con algo de fuerza, la mantenía a la altura de su rostro y cubría sus labios con ella, miraba a los lados, las oscuridad del lugar traspasaba en sus ojos y se impregnaba con una rapidez extraordinaria, durante las mañanas las ventanas se encargaban de hacer entrar la luz, durante las noches solamente esparcían la terrible oscuridad en la que quería estar sumido. Las gotas caían constantemente sobre la ventana circular, un relámpago alumbró levemente la estancia, tronando el cielo tan desesperadamente, rompía su propia tranquilidad para calmar el agitado corazón de KyungSoo. Se acercó gateando a la ventana, mirando de nueva cuenta como otro relámpago azotaba en la ciudad y subía al cielo nuevamente. Sonrió inconscientemente.

Aquella mañana cuando despertó en la bañera, cerró todas las cortinas, trabó las ventanas, colocó candado en las puertas y subío por las escaleras hasta el ático, en un silencio espectral, esperando que nadie escuchara el leve crujido que hicieron las escaleras al ser bajadas. Colocó algunas mantas y se quedó arriba hasta que deseo pasar al baño, gimiendo con miedo cuando el suave chirrido de las escaleras resonó en toda la casa, entrando a su habitación y bajando a la cocina encontrando poca comida, para él era más que suficiente, antes no lo creyó así, pero se convenció totalmente que sin tanta comida podría vivir completamente bien.

Pasó los primeros dos días arriba, sin hacer un mínimo sonido, colocando una mano en su nariz cuando su propia respiración era demasiado escandalosa, con los pitidos de los carros rebotando contra sus ventanas o el escándalo de la ciudad que se colaba a través de los pequeño espacios vacíos que no podía cerrar. Su casa estaba en silencio.

Al tercer día, prendió la televisión de la sala algunas horas, si no hacía ruidos sus vecinos sopecharían de ello, pero otra parte le decía que cualquier cosa que creyera buena era irrelevante para las inexistentes personas en su entorno, a sus vecinos no les importaba si moría o no, siempre sería el esposo fracaso de Park ChanYeol, el que se dejó engañar y quitar su fortuna, el idiota universitario enamorado que se dejó cegar por un estúpido sueño. Ser feliz.

Al cuarto día se quedó en la sala algunas horas, pudo haberse quedado todo el día, pero lo sentía, los ojos estaban ahí, en todas las paredes, lo seguían, lo acosaban, esperaban el momento adecuado para atacar, temblaba entre sus pequeños brazos, mirando la televisión, ignorando a los personajes que estaban ahí, mirando detrás cuando escuchaba las espectrales risas rebotando en sus paredes mentales, lloró, se deshizo en el sofá hasta que su cuerpo no pudo soportarlo, sus piernas parecían no responder, temblando exageradamente se agarró de las paredes y subió por las escaleras, llegar al ático sería todo un reto, pero una vez llegó arriba, miró la trampilla de las escaleras, arrastrándose de espaldas llegó a su pequeño colchón improvisado y se enredó en las sábanas, mordió su emparedado, una pequeña mordida, masticó con lentitud, de pronto ya no sentía hambre, sólo tenía miedo.

En su quinto día permaneció en el ático todo el día, ambas ventanas estaban en la pared contraria, mirándose de frente, solo que la ventana que conectaba a la calle -y por ende al frondoso paisaje- era circular, y la que daba al patio de la casa era triangular. A KyungSoo siempre le gustaron las cosas que no tenían bordes, eran llamativas como podías girarlas sin tener un comienzo, como si fueran infinitas, con el tiempo también aprendió que las cosas brillantes eran llamativas, como la diamantina, sus padres nunca se enteraron de todas las cosas que hizo con los pequeños botes de diamantina que escondía en su habitación, y las cosas filosas curiosas, recuerda que fue regañado por sus progenitores en contadas ocasiones porque manchaba de sangre las mangas de sus camisas cuando jugaba con las navajas de sus sacapuntas o el primer día que sostuvo un cuchillo.

Su ventana favorita siempre fue circular, pero no tenía cortinas, cualquiera que subiese por su casa hasta el ático podría ver su figura envuelta en las sábanas, si llegaban por la ventana triangular miraría siempre en la dirección contraria. Si llegaban por la circular, serían el centro de atención del pequeño niño, ahora y siempre.

One Last TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora