Capítulo 2.

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-¡Vito!, ya levántate mi amor.-grita mi madre entre balbuseos. Parece que se está lavando los dientes. -¡Victoria, arriba ya!- luego de eso todas mis cobijas son arrancadas de mis manos. Maldita escuela.
-¡Ya madre!-grito irritada, casi berreando.
-¡Pues ya! Tienes escuela hoy.- contesta y sale corriendo al oir la cafetera terminar su ciclo.

Me levanto de la cama con todo el peso del mundo sobre mis hombros, y aún me duele la nariz. Me meto a la ducha, pensando en Mauro.
Ayer me dijo cosas que me sacaron de mi zona de protección.  Me duele que aún tenga poder sobre mí.

Maldigo mi corazón una y otra vez. Sin notarlo estoy llorando, golpeo la pared de azulejo blanco y me lamento por ser tan débil.

Recuerdo el día que terminé con él luego de encontrarlo besándose con Ivonne. Ese día mi madre me vio llorando en el sillón de la sala,  me dijo: "Mi amor, hay muchos buenos chicos allá a fuera. Él no es el único.
Algún día te vas a enamorarde nuevo, y Mauro será pasado."

Y entonces, entiendo,  necesito enamorarme otra vez.

-Vamos a enamorarnos.-digo en voz baja como para que mi corazón me escuche.

Tomo un vestido negro ajustado del pecho y suelto de la cintura baja, es un poco corto, así que me enfundo en unas medias negras de red. Calzo unas botas de plataforma.
Me miro en el espejo mientras le doy color a mis labios y unto rimel en mis pestañas.

-Voy a conquistar el mundo.-froto mis labios y estoy perfecta.

Tomo mi mochila negra de plastipiel《como le dice mi madre》y me la cuelgo del hombro. Salgo de la habitación, bajo las escaleras y me sorprende ver a mi papá despierto. Está sentado dándome la espalda frente a la mesa del comedor.

-¡Que milagro, Señor Saenz!-sonrío y le beso la mejilla por la espalda.-¿Qué haces despierto tan temprano?-digo mientras busco mi yogurth de mango en el refrigerador. Amo el mango.
-Hijita, quiero hablar contigo. Siéntate.- me ordena seriamente. Me asusta esto.
-¿Qué pasa, pá?-me sale con dificultad de la garganta.
-Hija, tu mamá y yo...-se aclara la garganta.-hemos estado hablando y decidimos que lo mejor sería separarnos.-sentencia.

Me quedo sin habla, él me mira preocupado.

-Debo irme, es tarde y no quiero perder clase.-me levanto y salgo a toda prisa por la puerta. No escucho lo que mi padre dice. No quiero escucharlo.

El autobus pasa rápidamente por fortuna, voy al asiento más alejado y lloro en silencio.

Llego a la escuela luego de un largo camino.

Me cruzo de frente con Ivonne en el pasillo hacia el baño.

-¡Miren quién viene! La cerda mayor.- exclama fríamente.
-Hoy no voy a pelear contigo, no estoy de humor.-aprieto mi sien con el dedo.
-¡Que raro, perrita! Tú siempre quieres.-me empuja del hombro para provocarme, luego se limpia la mano con su pantalón.

Paso a un lado de ella y la empujo con mi hombro izquierdo.

Quiero lavarme el rostro.
Me miro en el espejo y empapo mi rostro con un poco de agua, tomo una toalla de papel y lo seco.

-¡Vamos, Victoria! No pasa nada, no se van a separar.-me digo frente al espejo mirando mis ojos llorosos.-enfrenta los problemas , sonríe.  Nadie puede destruirte.-susurro bajito evitando a toda costa llorar de nuevo.

Paso mi mano humeda por mi cabello castaño y escondo tras mis orejas cabellitos rebeldes que se han salido de su lugar.

Cuando me dirijo a la puerta, Nat entra al baño. En cuanto me ve sonríe de oreja a oreja.

Aquí está el amor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora