Se aparta de mis labios, y abro los ojos. Sus ojos aún cerrados me permiten observar sus pestañas negras, se queda así unos segundos más como para preservar el momento; que nada lo arruine. Yo haría lo mismo sí no supiera que este momento tarde que temprano será arruinado, ya sea por mí, por él o por alguien más. Debía aprender algo luego de lo que sucedió con Mauro, y lo aprendí.
No confiar demasiado en nadie más.
-Estás hermosa, Victoria. -dice al abrir por fin sus bellos luceros.
No puedo decir nada, me siento ajena, triste, porque sé que esto no será para siempre. Me límito a sonreír.
-¿Lo sabes no?- levanta mi rostro con su pulgar, su mirada se filtra hasta el fondo de mi mente -Eres la mujer más linda que he visto.
Es tan perfecto, pero, ¿y sí no dura?, ¿Y sí sólo me usa, o me ilusiona para después abandonarme?
-Tú eres demasiado bueno, guapo -sonrío- y estás a la moda. -mi broma me causa risas mentales.
-¿A la moda?- ríe en mi hombro- bueno, al menos podría ser diseñador de modas, ¿no?- toma mi mano izquierda, y me hala un escalón abajo dándome la espalda.
-Sí, eso creo.-río mientras veo su espalda trabajada, noto sus músculos moverse, bajó la vista y me encuentro con una cicatriz, en el costado inferior derecho, es grande y seguro fue bastante profunda. Estiro mi mano derecha temblorosa, y apenas logro rozarle con las yemas de mis dedos.
Se detiene de golpe, gira y me sonríe. -Sabía que eras curiosa, contaba el tiempo que tardarías en notarla.- me abraza y seguimos sumergiéndonos.
-Soy curiosa, y precavida, podrías ser un matón o un narcotraficante, sólo así tendría sentido que fueras tan perfecto, eres casi irreal.- continúo nadando a su lado.
Nat y Rodrigo detienen sus besuqueos para mirarnos, quizá ahora nosotros parecíamos de película, ya saben... de esas comedias románticas donde la gorda se queda con el musculoso y son felices para siempre.
-¡Qué lindos se ven juntos!- grita Nat. Rodrigo se acerca a Saúl y le dice algo al oído. Me parece extraño, pero no pregunto.
-Lo sé, Victoria me hace ver mejor. -dice satisfecho.
Hay unos cuantos tipos borrachos bailando en el pasto, una chica se acerca a uno y lo besa. El chico me parece conocido, pero está muy lejos, no logro enfocar su cara. De pronto voltea Nat, y me da un codazo.
-Vic, ¿ese no es Fernando?- abre los ojos como platos, y su mirada intenta decirme algo.
Miro de nuevo, efectivamente, es Fernando Ballesteros. Un imbécil con el que salí antes de salir con Mauro, quiso acostarse conmigo y esa era su única intención. Me dí cuenta y me alejé de él, se molestó porque lo dejé y le dijo a toda la escuela que tuvimos relaciones, y así es como perdí mi virginidad sin enterarme.
-Mñeh, no sé que hace aquí, supongo que Mauro lo invitó para molestarme.-digo sin inmutarme demasiado.
-¿Quién es?-pregunta Rodrigo a Nat.
Nat me mira, como preguntándome sí puede decirle. Tomo aire y respondo.-Un tipo con el que salí, pero me dí cuenta de que sólo quería acostarse conmigo- miro de reojo a Saúl, se nota preocupado- entonces, lo dejé y se enojo. Le dijo a toda la escuela que dormimos juntos, y pues, nada. No hablamos desde entonces.
-Entiendo, pues, que imbécil.- comenta Saúl con la mirada clavada en él.
Estaba pensando en qué responder cuando Mauro sale a toda prisa de su casa y cruza el patio. Esto no puede ser nada bueno, en verdad, nada bueno.

ESTÁS LEYENDO
Aquí está el amor.
Teen FictionDespués de una ruptura amorosa, Victoria luchará para encontrar el amor verdadero. En su camino habrán obstaculos que le dificulten salir adelante, entre ellos: la depresión, baja autoestima, cambios repentinos en su vida diaria y la propia soled...