IV

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Ella, una mujer en todo su esplendor, exitosa, más que hermosa, carismática, con la destreza de embrujar a cualquier hombre.
Yo, ése hombre que desde que la miro a los ojos supo que ella sería su perdición.
Soy consciente que no tengo más que ofrecerle que mi cuerpo y así lo hago en cada encuentro, que para ella sólo es un momentos de lujuria y placer, en cambio para mi es la entrega de mi corazón con cada caricia.
No importa si solo son unos minutos o una hora el tiempo que me de nunca será suficiente, es mejor eso, que no tener nada de ella.
Escucharla suspirar mi nombre al alcanzar el climax es mejor que mi propio orgasmo y tenerla así cansada satisfecha, verle sonreír al quedarce dormida, es la imagen perfecta del verdadero placer. La pego a mi pecho y la abrazo, la abrazo tan fuerte con ansias de tatuarme en su cuerpo. Me embriago de su olor, memorizando cada centímetro de ella...con miedo de no tenerla por siempre.
Sólo de recordar lo vacío que me siento cuando no la tengo con migo, hace que se apriete mi corazón, que me digan masoquista ja! No me importa, ya que cuando convulsiona de placer por mi, todo lo demás que existe en el universo desaparece y sólo estamos ella y yo.
Aqui y ahora es mía! míos sus suspiros, mío el sabor de su sexo.
Al menos esta noche ya que al amanecer ella me dirá adiós y yo suspirare un hasta pronto...

Bajo la Sombra de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora