-Cap. 24. "Restaurante".

554 32 7
                                    

Solo noté que la moto se paró. Pero sin razón alguna, yo seguía agarrada de Samuel.

-Ya sé que me quieres mucho y por eso no me sueltas, pero tenemos una cita en un restaurante, y creo haber escuchado a tu barriga durante el camino, asi que... –Bromeó.

Le obedecí, y me puse de pie. Acto seguido, el también lo hizo. Apagó la moto, y guardó las llaves en los bolsillos.

-¿Es aquí? –Pregunté.

-Si. Vamos, preciosa.

Y entramos en el gran restaurante.

...

Y se llevaron los platos con lo que había sido un postre. Todo era demasiado perfecto...

El restaurante era increíble.

Como suelo había un cristal enorme, en donde se veían peces nadando de un lado para otro.

Pero entonces caí en la cuenta de algo...

Esto seguramente le habría costado una fortuna. Ahora me sentía mal. Pero sabía que si le decía algo a Samuel, ya empezaría con que si no me había gustado, que si mejor vamos a otro sitio...

-Samuel, –Empecé– ¿sabes que hoy vas muy guapo?

Él sonrió.

-¿Y tú sabes que hoy vas increíblemente hermosa?

No supe que responder, así que le sonreí.

Después de unos cuantos minutos más de charla en el restaurante, Samuel pagó la cuenta. Cuando le insistí en pagar a medias, no se le ocurrió otra cosa que decir si estaba loca.

En fin... Samuel es así de caballeroso.

Salimos del restaurante. Ya era casi de noche. Bueno, era invierno, así que anochecía más temprano.

Nuestras manos iban separadas, pero solo durante un instante. Samuel las unió con un suave apretón. Nuestras miradas se toparon durante un instante. Su mirada... cargada de felicidad. Esto era perfecto...

Llevábamos un rato andando en silencio por las frías calles de donde fuera que estuviésemos. Me arrepentí de no haberme traido chaqueta.

-¿Tienes frío? –Preguntó mi novio.

-No, estoy bien. –Dije, pero se notaba a la legua que estaba mintiendo.

-Joder... Y no he traido mi chaqueta para dejartela... Lo siento mi amor. –Dijo, contrariado.

-No importa –sonreí–.

-Creo que ya va siendo hora de irnos al hotel.

-¿Qué dices? –Pregunté, confundida.

-Bueno... –se rascó la cabeza–. Es que... Mira, creo que te estoy agobiando, pero... He alquilado una habitación en un hotel... Durante 10 días... –Dijo, nervioso.

Tardé unos segundos en reaccionar.

-¿Has alquilado una habitación? –Repetí.

-Si... –Parecia contrariado. –Aunque si no quieres, no hace falta que vayas.

¿Como no iba a ir, y hacerle  feo después de todo lo que se había esforzado porque estuviera contenta? No tenía el corazón tan negro como para rechazarle.

-Solo tengo una pregunta. –Simulé estar seria.

-¿Cuál? –Dijo desilusionado.

-¿Hay camas separadas, o cama de matrimonio? –Dije en un tono peculiar y alegre.

Su rostro cambió en un momento. Esbozó una radiante sonrisa, y contestó:

-Cama de matrimonio, para poder abrazarte durante estos diez días. –Dejamos de caminar, y me miró fijamente.

-Y para hacer algo más que abrazarnos, ¿no? –Bromeé.

-Ya veremos. –Rió.

-Bueno, ¿y a que esperamos? -Dije.

-Una cosa, antes de ir al hotel. –Dijo.

-¿Cuál? –Pregunté.

-Esto. –Susurró.

Me agarró de las piernas, y las rodeó en torno a su cuerpo.

Juntó con deseo sus labios y los míos. Nuestras lenguas entablaron una lucha que no tenía fin. Mientras el me sujetaba por la espalda. Al final, separamos nuestras lenguas por la falta de oxígeno.

Ya en el suelo, Vegetta me tomó de la mano, y pusimos rumbo hacia el hotel.

Cuando más te necesitaba. (Fanfic Vegetta777)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora