-Aqui es. -Señalé el enorme edificio que habia en nuestras narices.
-¡Joder, esto si que es grande y lo demas es tontería! –Dijo Jen.
-Bueno, pues ya de paso vas tu a verla y yo me voy, como estas tan entusiasmada no te voy a cortar el rollo... –Bromeé, e hice como que me iba en dirección contraria.
-Venga, no hagas el gilipollas y enseñame de una vez tu casa. –Y me estiró de la muñeca.
-Osh, que borde. –Me hice la que lloraba.
-Como tú. Venga, vamos.
Entramos al edificio, y nos metimos en el ascensor. Pulsé el botón, y el ascensor comenzó a moverse... Oh no...
-Sam, ¿estas bien? –Preguntó Jen.
Desde que era pequeña me mareaba mucho al entrar en ascensores. Pero como en mi anterior piso no había ascensor, ya lo había olvidado por completo.
-Puto ascensor... –Me quejé.
Entonces, para mi agrado, las puertas del ascensor se abrieron, y las dos salimos.
-¿Estas mejor? ¿Voy a por una bolsa? –Preguntó Jenni, ansiosa.
-Da igual, ya me encuentro mejor. –Suspiré, y saqué las llaves de casa. Acto seguido, abrí la puerta, pero justo cuando iba a entrar, Jen se plantó enfrente de mí, y entró casi corriendo. Volví a suspirar, entré lentamente a mi nuevo piso y cerré la puerta.
-¿Esta es tu casa? –Asentí. -¡Mola un huevo! Y que el salon sea azul es tan... ¡Tan genial! –Jen daba saltitos de alegría. Parecía una cria, pero gustaba verla así. Esa era una de las cosas por las que era mi mejor amiga.
-¿Samantha? –Escuché la voz de mi madre desde la cocina.
-Voy.
Llegué a la cocina, y me percaté de que estaba cocinando. ¿No es obvio?
-¿Quieres que te ayude? –Le pregunt a mamá.
-No, ya está casi hecha. ¿Por que no le enseñas tu cuarto a Jennifer?
-¡Sí! –Gritó Jen, y me dí cuenta de que estaba a mi lado. Me tomó de la mano y me condujo hacia el pasillo principal, donde se encontraban las habitaciones. Y puede que fuera por casualidad o no, pero abrió justo la mia.
-¿Y tu como sabias cual era mi habitación? –Pregunté, un tanto mosqueada.
-No sé... ¿Puede que por el enorme.poster de Skrillex que habia en la puerta? –Dijo irónicamente.
-Te odio.
-Yo tambien te quiero.
Se sentó en la cama lentamente, y me miró con expresión seria, algo raro en ella, y me invitó a que me sentara a su lado.
-Eh, ¿que ocurre? –Le pregunté.
-Te has mudado... Ya no iremos a clases juntas, ya casi ni quedaremos, ya no bailaremos juntas... ¿Y si te olvidas de mí? -Noté que estaba a punto de llorar. No me gustaba nada verla así.
-No me voy a olvidar de ti... Eso nunca... En clase solo me tirabas bolas de papel, asi que esa parte es buena. –Bromeé, y ella me dió un suave manotazo seguido de una suave risita. –Bueno, ya en serio; respecto a lo de bailar juntas... Podremos competir juntas.
-Te machacaré. Lo sabes, lo sé, lo sabemos.
No pude evitar soltar una carcajada, seguida de un suspiro.
-Todas las semanas vendré aqui y me plantaré en tu puerta. –Dijo con lágrimas en los ojos.
-Te quiero mucho. –Dije con un nudo en la garganta, y la abracé.
