Backstage baby

451 43 2
                                    

 —Déjame ver si entendí —murmuró. —JungKook va a venir a Seúl con su banda... ¿y tú no vas a ir al concierto ni a la firma?

Yo sólo suspiré y asentí, adivinando lo que pasaría después.

—¿Acaso este tiempo tratando de enseñar a esos adolescentes idiotas te secó el cerebro? —exclamó. Yo volví a suspirar. Había dicho casi textualmente lo que había imaginado. —¡JiMin, es una oportunidad única!

—Lo sé, YoonGi, lo sé.

YoonGi me miraba, sentado en su cómodo sofá de cara hacia mí, sin poder dar crédito a lo que escuchaba. Su oficina era espaciosa, con un gran librero de madera fina que ocupaba casi toda una pared; la alfombra era gris oscuro y las paredes de un color crema, casi blanco. Su escritorio estaba a unos palmos de nosotros, y del otro lado de la habitación había tres sillones de tres plazas cada uno, para las sesiones en grupo. Como era usual, yo estaba en el diván a lado de la ventana mientras él me miraba reprobatoriamente en ése sofá de una pieza y tela de cuero oscuro.

Mi amigo no había cambiado demasiado. Tenía el pelo más largo y estaba un poco menos robusto, pero lo que más había cambiado, era que ahora, usualmente estaba vestido de traje.

—JiMin, es que cada día te entiendo menos —se exasperó. —Nos tomó año y medio hacer que las pesadillas se fueran y que la depresión disminuyera, pero ahora que JungKook va a venir, ¿sólo decides no tratar de verlo?

—Entiéndeme, YoonGi. No puedo —murmuré. —De verdad que quisiera, pero no puedo. No estoy listo para afrontar esa realidad.

YoonGi se cruzó de brazos y se recargó en el respaldo con gesto enojado. Pasó un rato de silencio y yo lo miré preocupado.

—¿Qué? —pregunté.

—Tu problema no es que no puedas afrontar la realidad —me dijo severo. —Tu problema es que eres un cobarde que teme que le duela.

Sus palabras me golpearon con rudeza y sólo le dirigí una mirada llena de reproche. Pero era cierto. La verdad, lo era.

—Igual que cuando se fue —continuó. Yo bajé la mirada. Odiaba cuando me lo recordaba. —No quisiste afrontar su partida y decidiste escabullirte. Espero que al menos, acabes arrepintiéndote e intentándolo como entonces.

—¿Sabes? Como psicólogo puedes ser un bastardo talentoso. Pero como amigo sigues siendo el maldito que me pone de malhumor.

—Me alegra que así sea —sonrió, pero luego volvió a parecer más serio. —Piénsalo bien, JiMin, esto podría ser importante para tu vida. ¿Realmente eres feliz así?

—Pues no me quejo.

—Créeme que la vida tiene más cosas que aguantar sub-intentos de adultos atestados de hormonas, escuchar la voz de un viejo amor, que te niegas a recuperar, en una grabadora y tirarte a un alumno inocente que prácticamente sigue siendo un niño.

—No empieces con eso, YoonGi —me exasperé. —Ya te dije que lo de JaeBum no es de tu incumbencia.

—¿Tú crees? —alzó las cejas escéptico. —JiMin, tu no lo amas.

—¿Y qué quieres que haga? El chico sólo me sigue y... —vacilé, pero era obvio que YoonGi lo sabía así que continué. —Y siendo franco, a veces estoy muy solo.

—Me das asco —masculló. Yo lo miré indignado y luego desvié mi mirada. —JiMin, no quería decírtelo, pero estás actuando igual que ChanYeol.

Mis ojos se abrieron desmesuradamente y lo observé. YoonGi había soltado un suspiro y ahora miraba al techo con gesto apesumbrado.

—¿Qué dices...?

Nuevos Latidos || JiKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora