Cristales rotos

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Mi cabeza estaba confundida, el mundo daba vueltas, un nuevo Big Bang había estallado y yo estaba en medio de toda esa incertidumbre.

No. Eso no era real. Era otro sueño, tenía que ser otro sueño más. Pronto, me hallaría solo en mi cama, con el rostro ahogado en lágrimas en vez de estar en esa cama de hotel, con la espalda entre las cobijas y con JungKook sutilmente recargado sobre mi pecho mientras me besaba con esa indescriptible forma tan adictiva y dulce que por años entrañé en lo más profundo de mi ser.

Mis brazos rodeaban su torso y sus manos acariciaban mi pálida piel con delicadeza. Su boca, como siempre, me tenía por completo incapaz de pensar adecuadamente. Lo único que entendía era que eso era lo mejor que me había pasado en demasiado tiempo, y si era otro jodido sueño, al menos iba a gozarlo hasta el último segundo, antes de que la noche se consumiera y yo me hallara solo de nuevo.

Sin embargo, no pude evitarlo. Tomé su rostro entre mis manos para alejarlo un poco y aspiré el oxígeno del que, hasta ése momento, me había privado para poder recibir un elixir mucho más indispensable.

—JungKook... —jadeé con suavidad.

—Cállate.

La palabra tardó unos segundos en analizarse en mi cerebro cuando tomó mis muñecas y las colocó a cada lado de mi rostro sobre la cama. Un segundo después su boca volvió a ir en busca de la mía y yo aún no salía del desconcierto.

Sin embargo, no pude evitar apartar mi rostro para mirarlo incrédulo. JungKook parecía exasperado.

—Cuatro años sin hablar entre nosotros, ¿y me pides que me calle?

—Eso es exactamente lo que quiero.

—Pero, JungKook...

—Maldición, JiMin. Después.

Fue lo único que dijo antes de atacar de nuevo con sus labios.

No podía negar que moría por detenerlo y hablar claro de una vez. Pero obviamente, también moría por cada centímetro de su cuerpo que había estado alejado demasiado como para no aprovecharlo.

Así que sólo le devolví el beso con gran intensidad, sintiendo sólo con el movimiento de su boca, que se hallaba complacido.

Una de sus manos dejó libre una de mis muñecas para rozar mi barbilla con sus huellas dactilares en el mismo instante que mi mano se aferraba a su nuca. Sentí sus dedos aprisionar mi mentón cuando se separó sólo un poco y su lengua resbaló grácil por mi labio inferior. Jadeé con suavidad, abriendo la boca para hacer una muda invitación que la lengua de JungKook aceptó. Se hundió en mi boca y mi propia lengua fue en su búsqueda.

Pronto, JungKook subió sobre mi cuerpo a horcajadas quedando sus rodillas a cada lado de mi cintura. Se separó de mí, dejándome con la respiración agitada debajo de él mientras se quitaba la playera. Mordí mi labio inferior con disimulo. Tanta piel descubierta me causaba ganas de jalarlo de regreso hacia mí para morderlo, sin importar lo vampiro o caníbal que eso podría hacerme ver.

Sólo desabrochó sus pantalones, antes de ayudarme a retirar mi camisa. Logró tirarla a un lado de la cama y volvió a recostar su pecho sobre el mío, lamiendo con lentitud desde mi mentón hasta que su lengua volvió a colarse dentro de mi boca.

Su cuerpo se restregó contra el mío con lentitud provocando que gimiéramos boca contra boca. La sonrisa de JungKook apenas apareció unos segundos antes de morder mi quijada de forma juguetona. Dejó un beso contra el área dolorida y lo sentí resbalar sobre mi cuerpo hasta ya no tenerlo encima.

Nuevos Latidos || JiKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora