Motivos

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Ya habían pasado tres días y yo difícilmente me movía de mi lugar. Ni siquiera me había cambiado de ropa, había comido sólo una vez y las cervezas del refrigerador estaban por agotarse.

¿Pero qué más podía hacer yo, un hombre con el corazón roto y cero esperanzas?

No me había presentado al trabajo. No había contestado ningún teléfono y las veces que tocaron a mi puerta yo sólo subí el volumen de la televisión. Nunca antes, un ataque de depresión me había dejado en un estado tan patético.

Los mensajes en la contestadora se seguían acumulando. Eran de YoonGi, de NamJoon, HoSeok, hasta un par de EunJar y mis viejos compañeros de Universidad. Todos estaban consternados, seguramente temiendo lo peor por mi falta de comunicación. Pero las llamadas cesaron en sumo grado de repente, y hallé el motivo cuando el cartero deslizó mi correo por la abertura de la puerta.

Además de incontables cuentas, había un sobre beige que decía mi nombre. Lo abrí y saqué una adornada tarjeta que en la parte frontal decía con estilizadas letras: JungKook y Ji Eun. No me molesté en leer la educada invitación, apenas y rocé con la vista la fecha, el lugar y la hora y después el sobre y la tarjeta ya se hallaban en la basura.

—No entiendo tus acciones, Jeon —musité viendo el bote de basura con desprecio, como si me hubiera ofendido profundamente. —Pero a mí no me hagas estas groserías.

Le di la espalda y volví a hundirme en el sillón con la poca dignidad que me quedaba ardiendo en mis ojos y provocando lágrimas. Seguramente mis amigos también habían recibido invitación, por lo que finalmente me daban espacio y me dejaban sufrir de la única forma que yo quería: Solo.

O eso creí hasta que el teléfono comenzó a sonar de nuevo.

Sin prestar atención subí el volumen del televisor y continué mirando sin mirar hasta que entró el mensaje de la contestadora.

—JiMin, soy yo de nuevo —suspiró la voz de NamJoon. —Perdóname. Perdóname, por favor —vaciló unos momentos con aire preocupado. —Yo no sabía... bueno, estaba seguro de que él... —pero entonces soltó un suspiro de resignación y tras una pausa volvió a hablar. —JiMinnie lo siento, te envíe contra tu voluntad y todo acabó peor de como estaba... —volvió a hacer otra pausa, y de repente exclamó furioso. —¡Mierda, no me dejes hablando solo, sé que estás ahí!

Yo miré de soslayo el aparato mientras mi amigo esperaba inútilmente a que yo contestara. Tras unos minutos entendió que no lo haría.

—Sea como sea... tienes que volver y hablar con él —miré ofendido a la máquina, pero no me acerqué. —Mínimo dale a entender tu punto, no pierdes nada. Además, en el fondo siempre fue tu amigo y estoy seguro de que él también lo piensa. Apuesto a que te invitó a pesar de todo...

—Fue para burlarse de mí, no para quedar en términos amistosos —gruñí prácticamente para mí mismo ya que era obvio que él jamás me escucharía.

—Bueno, como siempre... es tu decisión. Cuídate JiMinnie.

Entrecerré los ojos y me miré las manos, escuchando el sonido sordo de cuando colgó el teléfono y luego el tono repetitivo que perforaba mis tímpanos. Hubo un suave pitido y la femenina voz artificial de la grabadora anunció que un nuevo mensaje se había añadido a los últimos veinte.

Apagué el televisor apenas consciente. En momentos así sólo quería ir a buscar a JaeBum y entretenerme para olvidar el asunto, pero por algún motivo comenzaba a presentir que nada podría entretenerme lo suficiente ya que era difícil ignorar un dolor tan similar al que se sentiría si te hundieran un chuchillo al rojo vivo entre las costillas. Además, estaba el detalle que JaeBum me odiaba, así como yo en ése momento odiaba a JungKook, lo cual, me dio una pequeña idea.

Nuevos Latidos || JiKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora