𝙤𝙣𝙚; second chance.

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ˋˏ ˋˏ capítulo uno: second chance

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ˋˏ ˋˏ capítulo uno: second chance. ˎˊ ˎˊ

LOS CLAROS Y CANSADOS OJOS DE MAIA SE ENCONTRABAN COMPLETAMENTE CERRADOS

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LOS CLAROS Y CANSADOS OJOS DE MAIA SE ENCONTRABAN COMPLETAMENTE CERRADOS. Sus largas pestañas rosaban sus sonrosadas mejillas y su pelo despeinado tapaba casi la mitad de su rostro. Había contado once minutos exactos desde que despertó, no había hecho ningún movimientos más que el de su pecho subir y bajar por su controlada respiración al fingir que seguía durmiendo. Control. Esa era la única palabra que pasaba por su mente en ese momento. Tenía que controlarse lo más posible para poder encontrar una respuesta a todo lo que sucedía. Había muchos motivos por los cuales la querrían secuestrar pero, ¿que la hayan puesto en una cómoda cama y no haya ningún absoluto ruido alrededor?. Desesperaba, la desesperaba demasiado. ¿Que clase de prueba era esa?. Estaba harta de jugar. Abrió sus ojos de golpe, parándose de la cama e ignorando el pequeño mareo que le había causado ese veloz movimiento. Observó a su alrededor con intriga, era un cuarto pequeño con paredes blancas y la cama donde había despertado que se encontraba en medio del lugar. No había ni una puerta, sólo paredes blancas alrededor. Era un lugar que parecía no tener salida. Bajó la mirada para ver que llevaba una camisa gris con unos pantalones de algodón sueltos del mismo color. Su atuendo venía acompañado junto a unas ridículas sandalias a un costado de la cama que parecían ser hechas de papel. Tocó todo su cuerpo de inmediato, buscando algún rastro de aparato tecnológico o algo raro que tal vez le hubiesen puesto, pero no había nada. O bueno, no nada en la parte externa de su cuerpo. Maia pudo detectar una cámara apuntando hacia ella en un rincón del techo, piteaba un color rojo con fuerza mientras la seguía por donde caminaba. La estaban observando. Se quitó las medias blancas para no resbalar en caso de que tuviese una emergencia que le permitiera un chance de salir de ahí y, sintiendo el frío piso, empezó a quitar las sábanas que cubrían el colchón de la cama. Agarró la más delgada y empezó a darle vueltas, haciendo una mala copia de una soga. Se sentó nuevamente en la cama y esperó.

Esperó más de dos minutos hasta que escuchó un sonido, era casi inaudible pero con lo silencioso que era el lugar pudo oírlo. Volteó su cabeza para ver que tres personas, las cuales estaban armadas, entraban al cuarto con rapidez. Maia se tiró al suelo de inmediato cuando los dos hombres y una mujer la apuntaron, rodó debajo de la cama y con fuerza de sus brazos y pies la tiró hacia un costado, tratando de cubrirse con ese improvisado escudo que había logrado hacer. Aún con la sabana en mano, y viendo a un hombre acercarse por el hueco que una bala había dejado en el colchón, se levantó y con rapidez rodeó la soga en su cuello, ahorcandolo y cubriendo su cuerpo con el del hombre para no recibir las descargas que le disparaban los demás agentes. El hombre quedó inconsciente cuando una descarga de los disparo llegó a su pecho, dejándolo en el piso. Tal vez muerto. Maia no sabía de qué estaban hechas esas pistolas y no tenía la intención de averiguarlo. La rubia había podido quitarle unas cuchillas al hombre inconsciente y sin pensarlo mucho se las tiró al otro en el abdomen y en el hombro, logrando distraerlo unos segundos. Pateó el arma de la mujer hacia el techo cuando estuvo a punto de dispararle y comenzaron una pelea cuerpo a cuerpo, ignorando al otro hombre que se quejaba de dolor por las cuchillas penetrando su cuerpo. Maia esquivó varios puñetes y patadas al igual que la otra mujer, era un buen combate mano a mano que podían apreciar las personas que veían detrás de la cámara. Pero Maia ya había llegado al límite de su inexistente paciencia, con fuerza golpeó el abdomen de la mujer con su rodilla, dejándola sin aire, agarró su cabello en un puñado para golpear su cabeza contra la pared varias veces hasta dejarla inconsciente y con una gran herida en la frente. Sin perder tiempo, fue corriendo hacia el hombre que ya había logrado quitar la cuchilla de su abdomen el cual sangraba a grandes cantidades. Con una fuerte patada en la cabeza, logró dejarlo en el piso. La gran pérdida de sangre había ayudado mucho a que el hombre perdiera la conciencia con rapidez. Maia caminó hasta la pared por la cual los agentes habían entrado, disparando con el arma varias veces y sin lograr nada. Golpeó la pared con fuerza haciendo que sus nudillos empiecen a sangrar.

𝐌𝐀𝐈𝐀 ━ steve rogers.¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora