𝐌𝐀𝐈𝐀 ━ steve rogers.¹

𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄.

ˋˏˋˏ epilogue. ˎˊˎˊ

Últimamente Steve había estado pasando el tiempo en la pizzería de Rose, o bueno, pizzería Patrick,  ya que tenía otro dueño. Sus tardes eran aburridas en la torre de los vengadores y sus noches de escabullida para regresar a ese lugar era muy común. No sabía que ocurría con él últimamente. Se recostaba en el sillón de su casa y miraba el techo como si fuese lo más entretenido del mundo. Otros días la pasaba arreglando los muebles. Algunos discos de música, algunos libros, películas que ella le había recomendado. Había terminado todo de la lista. Otros días limpiaba la cocina y miraba los archivos que le había dejado. Estaba cansado. Su barba se encontraba ligeramente crecida y hace un tiempo que no se había cortado el cabello. Era eso, estaba cansado de perder a las personas que amaba y estaba cansado de todo. Quería levantarse y volver a su vida. Había pasado mucho tiempo en ese su departamento, alejándose de los demás para crear su propio espacio de superación. Y aún así no se atrevía a abrir la carta.

Pero esa tarde algo había cambiado. El capitán había regresado de una misión cansado, por primera vez en mucho tiempo no había puesto ni siquiera su cincuenta por ciento de esfuerzo y Tony lo había obligado a irse si no servía como ayuda. No le había reclamado, ni se había enojado. Steve solo salió de la misión y sin darse cuenta ya se encontraba nuevamente en su departamento. El hombre golpeó con fuerza la pared, dejando un hueco en esta. Tiró los estantes, la mesa, los muebles. Todo se destrozó en menos de diez minutos por su furia, tristeza y fuerza. Se dejó caer al piso, apoyó sus codos en sus rodillas y sus manos en su frente. Y después de varios meses, lloró. Lloró todo lo que había pasado, lloró por ella, lloró por S.H.I.E.L.D, lloró por Bucky, lloró por los vengadores y hasta lloró por Peggy. Limpió de manera tosca las lágrimas que caían por sus mejillas y trató de calmarse. Cuando su respiración se regularizó, el hombre sacó los papeles que había estado guardando durante meses. Los llevaba a cualquier lugar que iba, esperando el momento correcto para leerlo, esperando el lugar, esperando estar preparado. Pero nunca lo estaría, no había momento ni lugar correcto. Era depende de él estar listo para leer la carta que ella le había dejado. Aunque nunca estaría listo, nunca se sentiría preparado para leer esa carta pero se lo debía, se lo debía todo a ella. Abrió el arrugado papel y sacó las dos hojas de papel donde se encontraba imprenta las letras escritas por Maia e impresas de un USB.