Capítulo 3 | De regreso a la preparatoria.

7.1K 577 90
                                    







Detuve el auto de inmediato y me volteé hacia Thomas, totalmente temblorosa y con las lágrimas amenazando con salir. No podía ser que Apolo tenga dudas de que sea su mate... Es imposible. ¿Verdad?.

Thomas me miraba normal, sin nada de lástima, totalmente tranquilo.

—Debe de ser otra cosa —musité.

Respiró profundo.

—No estoy seguro, pequeña Anne, solo fue un comentario.  —intentó calmarme, pero no funcionó. —Y debemos irnos porque ellos vienen cerca.  —susurró. 

Lo miré e intenté calmar el temblor en mi cuerpo, asentí y puse el coche en marcha.  Tenía los ojos llorosos, soy tan sensible qe cualquier cosa me afecta, me odio por eso.

—Deberíamos pasar por un helado. —me propuso.

Un helado.

Bufé. 

—Así estarás más tranquila. —añadió.

Rodé los ojos y, sin responder, le hice caso, doblando en una esquina y deteniendome en la heladería.  Observé que estaba casi vacía y agradecí por eso.

—Me alegra que nos empecemos a llevar bien. —me dijo Thomas, bajando del coche. 

Hice lo mismo.

—Tú y yo nunca nos vamos a llevar bien.  —apunté. 

Rió sarcástico. 

—Ya lo veremos. —murmuró a lo bajo. 

Lo miré mal, pero lo ignoré y nos adentramos a la heladería.  Nos sentamos en la mesa del fondo. 

—¿Qué sabor quieres? —me preguntó.

—Fresa. —dije.

Me miró, enarcando una ceja.

Le devolví el mismo gesto. Rió y se puso de pié para ir por los helados.  Revisé mi teléfono a ver si Apolo me había mandado algún mensaje o algo pero nada. ¿Puede un lobo equivocarse al encontrar su mate? Y yo me estoy volviendo loca porque Thomas comentó eso. Algo que nunca debió de salir de su boca. Agh.

Segundos después Thomas apareció con dos helados, dejó el mío frente a mí y el suyo a la par. Creo que era... No tengo la menor idea pero era celeste. 

—¿Qué? —inquirió en mi dirección. 

—Nada. —respondí, lamiéndo mi helado.

Estaba absorta en mis pensamientos, solo pensando en que Apolo es lo mejor que me ha pasado, yo nunca me había enamorado así de alguien, es más, ni siquiera había tenido un novio. Luego llegó él. Con su sinceridad y carisma.  Tan lindo con todos.  Aún recuerdo el día que me dio el primer beso, ese día estaba lluvioso y me había quedado fuera de casa porque mi tonto hermano había olvidado dejarme la llave, pues Apolo me rescató y, allí, bajo la lluvia nos miramos a los ojos y nos besamos, un beso suave, tímido y tan lleno de sentimientos. Una bomba de emociones. 

Thomas hizo sonar los dedos frente a mí para que saliera del trance en que me había metido, me sobresalté un poco y luego le di una mirada de pocos amigos.

—Tu helado se derrite. —apuntó.

Miré mi mano, cubierta de miel. Sentí mis mejillas arder y me limpié con la pequeña cerbilleta.

—Estabas en la luna, ¿he? —comentó, haciendo bolitas su papel y encestandolo en la basurera.

Le di una mirada de desdén.

Escapándome del lobo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora