Capítulo 7 | ¿Traidor?

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No podía creer que, quizás, Apolo se podría ir de la ciudad. A otra preparatoria, a conocer otra gente... Otras chicas. Además, no creo que Apolo sea un traidor, Kayler y él son mejores amigos y no creo que lo traicioné de ésta manera, entonces ¿porqué los vampiros están aquí? ¿qué quieren de él?.
—Desearía escuchar. —susurró muy a lo bajo.
Clark y el otro estaban entrando a la casa sin ninguna invitación.
—No creo que sea buena idea —dije—. Los vampiros te pueden oír a kilómetros.
Y entonces comprendí ¿nos estarán escuchando ahora? ¿sabrán que estamos aquí, espiando?.
El rostro de Carolina me hizo saber que ella también pensaba lo mismo.
—Tenemos que irnos. —murmuró muy a lo bajo.
Ellos habían entrado. Mi auto lo había dejado en la carretera, aparcado cerca de unos arbustos para que no sea visto... Ah y también le pusimos varias hojas encima de camuflaje.
—Éstas hojas hacen mucho ruido al caminar... —comenté, porque era cierto.
Nos incorporamos haciendo el menos ruido que se pueda.
—Es una lástima. —se quejó, siendo la primera en caminar— Esa conversación debe de estar super interesante.
La seguí.
Al pisar las hojas, éstas hacían un pequeño ruido, de vez en caundo volvíamos a ver hacia atrás para ver si salían de la casa. La curiosidad me mata, sí, pero más voy a estar en problemas si Apolo nos descubre, o esos chupa sangre.
—Espera... —se detuvo en seco, poniendo su mano en el aire para que hiciera lo mismo.
—¿Qué pasa?
—Alguien se acerca. —miró a ambos lados.
Hice lo mismo. Pero no veía nada, ni escuchaba nada.
—No escucho nada... Es mejor que nos apuremos. —quise volver a caminar pero ella me detuvo. —Carolina.
Se quedó pensativa unos segundos, me imagino que ella ssí puede escuchar ruidos y saber si hay alguien más cerca porque ya es una mujer loba.
—No está... Sea quién sea se ha ido.
Volvimos a reaunar el paso.
El clima estaba frío, las nubes grises empezaban a cubrir toda la ciudad, el viento hacía meser a los árboles de un lado a otro. De pronto, me entró un escalofrío. Es como si algo fuera a pasar.
Llegamos a la carretera y casi corrimos al auto, quitamos las hojas de encima y nos metimos. Adentro estaba calentito.
En eso, un relámpago nos iluminó por una milésima de segundos para después escuchar un rayo con demasiada fuerza.
—Odio los rayos. —murmuré mientras encendía el auto.
—Dimelo a mí, me traen malos recuerdos. —apoyó, poniéndose el cinturón.
La miré por un instante, para después volver la vista al volante, intentando encender el auto otra vez.
—¿Dónde está... Kenzie? —le pregunté, la verdad no la había visto hoy.
—Se quedó en casa. —respondió—. Anoche salió a PopCap con Connor y vino muy noche, obviamente tomada.
Wow.
Anoche también salí yo. Pero no a PopCap.
—¿Dónde queda ese lugar? —inquirí, tratando de encender el auto otra vez.
No sé porqué no enciende.
—En el centro de la ciudad, no sé porqué no lo conoces si has vivido aquí toda tu vida. —sentí que me miró—De día es restaurante, a partir de las siete es un bar. Y tiene una zona de Karaoke y una terraza, con tranquilidad y así. —hizo una pausa—. También creo que en la parte de arriba es una zona de juegos.
Me acordé de Thomas.
¿Él irá a ese lugar? ¿jugará eso juegos? Bueno, por como lo reconoció el de seguridad en Bob's me imagino que sí.
—¿Necesitas ayuda? —cuestionó.
Aún seguía intentando encenderlo.
—Es que... No sé... Porqué no enciende. —hablé, pausadamente. Hasta que me di por vencida y dejé de intentar.
Bufé.
—Si Clark y el otro salen nos pueden ver. —recordó.
Me bajé de auto.
El viento me golpeó la cara, podía sentir una que otra gotas de lluvia chocar con mi cuerpo. El cabello empezó a desordenarse.
Me puse delante del coche y abrí la tapa. Quería ver si había algún problema ahí adentro. No sabía mucho de ésto pero mi papá, en su momento, me había enseñado algo.
Escuché el sonido de la puerta cerrarse y Carolina se puso a la par mía, también observado ese montón de cables y eso.
—¿Sabes cómo repararlo? —preguntó, poniendo sus brazos en la cintura.
Negué insegura.
—¿Tú? —la miré.
—¿Porqué crees que nunca componía el de mi mamá cuando me dejaba votada en medio camino? Si pudiera estuviera contando otra histora.
Medio sonreí.
Volví mi vista al auto. Empecé a tocar cables, hasta que uno me llamó la atención. Estaba... roto.
Abrí la boca totalmente sorprendida ¿quién habrá sido?.
—¿Quién pudo haber hecho ésto? —le enseñé el cable.
Ella negó con la cabeza y miró a los alrededores.
—Te dije que había sentido a alguien, nunca me equivoco. Cuando sospecho algo es porque es cierto. —asintió, poniendo sus labios en una sola línea.
Dejé el cable donde estaba y cerré la tapa.
—¿Ahora qué hacemos? —la miré.
一Podemos caminar hasta mi casa y después te puedo ir a dejar en el coche de Kayler. —propuso.
¿Caminar? Faltaban kilómetros, creo que estaba más cerca el pueblo que la casa de Carolina.
—La verdad, tengo que estar en casa, mi papá llega hoy. —le dije—. Y si no me encuentra pues... Creo que se enojará.
Achicó los ojos, mirándome.
—Entonces... ¿te irás sola, caminando, hasta tu casa? —inquirió.
Asentí dudosa.
—No creo que sea una buena idea. —comentó, masajeandose la sien.
—Estaré bien. —la calmé.
Resopló.
—Bien. Pero me llamas cuando llegues, ¿vale?
Asentí.
Dio media vuelta y empezó a caminar. Hice lo mismo.
Quizá llegue antes de que la lluvia me empape toda, los relámpagos venían y se iban a cada rato, quería cubrirme los oídos cada que uno sonaba pero no se podía.
No sé cuánto tendré de estar caminando pero ya me dolían los pies. Saqué mi teléfono y miré la hora:
5:30 p.m
Es tarde.
Apresuré más el paso, pero el corazón me empezó a latir más a prisa caundo escuché un auto detrás de mí. Respiraba con dificultad, el solo hecho de pensar que puede ser Clark y su amigo me llena de pánico. Ese chico me da miedo.
Recé para que pasara de viaje y no me reconocieran. Aventé más cabello para mi cara, que la pudiera cubrir más.
Sentí el auto venir cerca, las manos me temblaban, aquí no tengo como gritar. ¿Y si Apolo viene con ellos? ¿y si se da cuenta que lo espié?.
El auto se acercó y se fue deteniendo a la par mía, a una velocidad moderada para ir a mi paso.
¡Hay, Dios!
—¿Perdida? —pegué un brinco al escuchar la voz de Thomas y me giré a él rápidamente, llevándome una mano al pecho.
—¡Me asustaste!
Me miró divertido, pero alto... ¿ese no es mi coche?
—¿Qué haces en mi coche? —cuestioné sintiendo un nudo en el estómago.
¿Será él quién dañó la cuerda? ¿habrá sido él el chico que sintió Carolina? ¿habrá sido todo parte de un plan?.
Me miró, frunciendo el ceño.
—¿De qué hablas? —preguntó—. Conozco tu auto, pequeña Anne, como no encendía decidí revisarlo y lo he arreglado. —respondió con total calma.
—¿Cómo conseguiste las llaves? —inquirí, tocándome los bolsillos del pantalón.
—Estaban en el auto.
Lo miré inmediatamente.
¿Las habré dejado en al auto?
La verdad no recuerdo.
Pero igual hay algo que no me cuadra en todo ésto.
—¿Porqué dudas de mí? —su rostro se puso cerio... Pero no enojado, sino como... Dolido.
Tragué grueso.
—No estoy... —empecé diciendo pero luego me arrepentí, de nada servía mentir. Además, mi plan era no encontrarme con él, evitarlo, pero ya veo que el destino se empeña en apoyarme. —Olvídalo.
Me examinó.
—¿Vas a subir o no? —cuestionó mirando el cielo—No quiero que te enfermes si sigues de terca y te vas caminando. No me lo perdonaré.
Fruncí el ceño y me quedé pensativa. ¿Subo o no subo? Si lo hago habré faltado a mi palabra y lo seguiría viendo, arriesgandome a que sus palabras y comentarios cínicos creen algo en mí. Pero, por otro lado, me puedo ir caminando y llegar a las siete de la noche a casa, arriesgarme a que papá haga sus cuestionarios que, la verdad, en éstos momentos no estoy de ánimos.
Quizá debería subir y empezar mi plan desde mañana.
En eso, la lluvia empezó a caer. Miré al cielo, era fuerte.
—Ves, te dije. No es bueno que te vayas así. —recordó.
Lo fulminé con la mirada, mientras me cruzaba de brazos. Él rió y se bajó del coche, acercándose peligrosamente a mí. Su calor hizo que me piel se erizara y que mi corazón latiera más rápido. Sus ojos. Negros y penetrantes me miraban fijamente.
—Deja de escaparteme ya, pequeña Anne. —susurró.
La lluvia empapandonos, le daba una aire a ésta escena como de película, como sacada de uno de los libros que tan animadamente leía.
Thomas elevó su mano y la puso en mi mejilla, mirando mis labios en el proceso.
¿Va a besarme?
Se acercó más.
Él estaba firme, decidido a darme ese beso, pero la pregunta aquí era: ¿iba a permitirlo?.

Escapándome del lobo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora