Capítulo 6 | El intruso.

6.5K 544 65
                                    

   No podía creer lo que Carolina había dicho. La miré inmediatamente interrogante ¿ella como sabía? Su mirada no quitaba la vista de ese chico, tenía los labios apretados y algo me decía que no le caía bien.
—¿Cómo lo sabes? —cuestioné.
Me miró.
—Kayler me enseñó a identificarlos —respondió orgullosa.
—Y lo hizo muy bien —comentó el chico. Las dos giramos hacia él. Su voz transmitía demasiada calma. Seguro de sí mismo, pero con aires de grandeza.
¿Un vampiro?
Definitivamente éste mundo está lleno de sorpresas.
—Anoche se enteraron de que alguien había entrado al territorio de los Brown —comenzó diciendo Carolina—. Alguien que no era humano. Pensaron que era otro hombre lobo pero pues no lo encontraron. Jamás pensé que fuera un vampiro. Y menos que viniera aquí.
Alcé las cejas por lo bien informada que estaba Carolina de todo ésto. Yo solo sabía que los Hombres Lobo existían y ya. Y en eso me doy cuenta de la confianza que Kayler le tiene. Admito que sentí un poquitín de celos porque Apolo nunca fue, ni será así conmigo.
—Digamos que vine aquí en busca de otras cosas —le respondió mirándome. Algo me dice que esas cosas soy yo.
Espero estar equivocada.
Le di una mirada rápida a Carolina, a ella tampoco le pasó por alto eso así que achicó los ojos en su dirección.
—Mi nombre es Clark —dijo al notar que ninguna de las dos decía nada—. Y espero verlas mas seguido, ahora, si me disculpan, tengo que encontrar a un buen amigo mío. —nos pasó a la par, sonriendo psicópatamente.
Me volteé hacia Carolina de forma interrogante.
—¿Qué está pasando? —cuestioné, aunque creo que fue más para mí misma.
Se quedó pensativa.
—¿Quién será ese buen amigo suyo? —inquirió, mirando por donde se había ido Clark.
Negué con la cabeza dándole a entender que no sabía nada. Sacudió la cabeza como alejando pensamientos que no tuvieran sentido.
—En fín, Kayler se encargará de él. Nosotras, a lo que íbamos —empezó a caminar hacia el campo de fútbol.
La seguí.
Los pasillos estaban algo desiertos, algunos deberían de estar en la cafetería, otros en el patio trasero y, quizá, algunos mirando entrenar a los chicos.
Doblamos en una esquina y los nervios se apoderaron de mi cuerpo. Ahí debe de estar Apolo. Y Thomas. Hasta ahora me doy cuenta. Agh.
Me puse a la par de Carolina.
Llegamos al campo de fútbol.
Allí estaban ellos, dándose pases con el balón, algunos tendidos en el piso descansando. Y las chicas sentadas en las gradas susurrándose cosas para después ponerse a reír.
Toda la atención de los chicos fue para nosotros. Odio ser el centro de atención. Caminé con cuidado, procurando no tropezarme y hacer el ridículo.
Kayler al ver a su novia se acercó a ella y la besó. Apolo estaba con él, solo se limitó a verme. Thomas estaba sentado, sosteniéndose sobre sus codos. Mirándome.
Nuestros ojos se encontraron, había en él algo diferente, quizá aún sigue enojado por lo de ayer.
Aparté la cara.
—¿Anne? —me llamó Carolina.
Me acerqué a ellos.
—Vamos a ir a la casa de Anne —le dijo—. Tenemos mucha tarea qué hacer.
Kayler achicó los ojos no muy convencido. Supongo que él ya conoce a su novia. Carolina luce tranquila.
—Sí, emm... La maestra de matemáticas nos dejó un montón de cosas qué hacer —mentí.
Kayler tenía una mirada de diversión, obviamente no se lo tragaba.
—Claro, yo les creo —murmuró—. Solo una cosa: Apolo estará en su casa toda la tarde —susurró para no ser escuchado.
Carolina y yo nos miramos, para después ponernos a reír.
Obvio no se lo tragó.
—¿Qué va a pasar con Clark? —le preguntó Carolina.
—Nosotros nos encargaremos, así que tenemos que estar juntos. Lo que sea que quiera su principal objetivo es separarnos —explicó.
—Hola, chicos. —habló una voz femenina detrás de nosotras.
No conocía la voz.
Nos giramos a ella.
Kara.
Llevaba una falda rosa demasiado corta y un top. Oh, Dios, enseñaba todo. Su cabello rubio estaba recogido en una cola alta y la cara, obviamente, llena de maquillaje.
—Estamos en busca de nuevas animadoras. Estuve pensado, ya que la antigua jefa murió pues alguien tiene que ocupar ese lugar —sonrió—. Sus amigas no son lo suficientemente inteligentes para ese liderazgo y, pues, ahora soy yo —su voz era tan molesta. Y solo miraba a Carolina, a mí solo me daba miradas de desprecio.
—¿Se supone que te debemos de aplaudir? —se burló Carolina. Escuché una risita de Kayler tras de nosotras.
Soy consciente de que todos los chicos están escuchando ésta conversación.
Kara dejó de sonreír y miró a Carolina con algo de odio, pero lo ocultó e hizo que su sonrisa falsa volviera.
—Lo que quiero decir es que nos hacen falta dos animadoras —explicó—. Y ya que eres rubia, no estas tan mal y tienes de novio al chico más respetado y popular del colegio —miró a Kayler con deseo. Abrí los ojos del asombro. Noté que Carolina se cruzó de brazos—te quería proponer que tú fueras una de ellas. Claro, mi mano derecha porque ¿mencioné que la jefa soy yo? —cuestionó fastidiosa.
Carolina se rió.
—¿Y que hay de Anne? —me señaló.
Abrí la boca para protestar pero de ella no salió nada. Solo me la quedé viendo con algo de advertencia para después poner mi vista en la molesta de Kara, quién me miraba de piez a cabeza con asco.
Ahora me siento incómoda aquí.
—Tu amiga entenderá que solo tenemos un cupo —le respondió.
—Dijiste que habían dos cupos disponibles —le recordó.
Y era cierto.
Kara pareció haber recordado que era cierto, así que lo único que hizo fue carraspear e idear otra mentira.
—Cierto. Lo que pasa es que recordé que ya tenía a alguien —sonrió— Pero entones qué dices, ¿aceptas?.
Carolina me miró como pidiendo mi opinión. Lo único que hice fue encogerme de hombros.
Siendo honesta, no me imagino a Carolina de animadora.
—Lo siento, Kara, pero la verdad tengo cosas más importantes qué hacer que perder el tiempo en bailecitos y eso. Gracias y adiós —le sonrió, elevando su mano y haciendo un gesto de adiós para que se fuera.
Kara ardió del coraje y me quería reír. Ella notó mis ganas de carcajeármele en la cara.
—Anda, ríete, eso no te quita lo rata de biblioteca —espetó con asco.
Mi corazón se detenía poco a poco, ella me ha insultado frente a todos.
Vergüenza. Eso siento ahora. Quiero gritarle, quiero... ¡agh! De nada me sirve pensar todo esto si al final no digo nada. Desearía ser más atrevida. Carolina me iba a defender, pero me le adelanté, solo espero no arrepentirme de ésto.
—¡Prefiero ser una rata de biblioteca que una zorra, descerebrada como tú.! —exclamé tan alto que creo que todo el mundo escuchó, pero luego me cubrí la boca de inmediato y la miré con horror.
El uhhhhh en tono unísono de todos los presentes no se hizo esperar.
¡Hay, Dios! ¿qué hice?
Su cara estaba seria, como si se me fuera a tirar encima en cualquier momento.
—L-lo s-siento tanto... —comencé diciendo, pero Carolina me codeó para que no prosiguiera.
Y creo que tenía razón.
—Me las vas a pagar —murmuró entre dientes, para luego dar media vuelta e irse.
Me giré a Carolina totalmente sorprendida por lo que acabo de hacer. Esto me traerá problemas. 
—¡Eso fue increíble! —exclamó Carolina, también sorprendida.
Le sonreí.
—No puedo creer lo que hice —dije más para mí misma.
Entonces mi mirada, por alguna razón, buscó a Thomas, quién me miraba con una media sonrisa. Hizo un asentamiento de cabeza para darme a entender que estuve bien. Le devolví el gesto. En parte se lo debo a él.
***
—Sigo pensando que es una mala idea —murmuré quitándome la hoja que me había caído en el cabello.
Estábamos acostadas en el suelo, apoyadas con los codos, unos larga vistas y ropa negra. Sí, ésta vez habíamos decidido venir preparadas.
—Shhh que te puede oír —susurró, mirando la casa de Apolo con los larga vistas.
Negué con la cabeza riendo.
Después de salir de clases habíamos entrado a mi auto para seguir a Apolo. A como dijo Kayler, él ha estado casi toda la tarde encerrado en su casa. Lo más extraño... Bueno, ahora no es taan extraño, que no me ha llamado ni nada.
Te estoy empezando a odiar, Apolo.
Miré también por los larga vistas.
Gracias a una enorme ventana podíamos ver el interior de la casa, se veía la sala, un televisor enorme y nada más. Ni rastros de Apolo, quizá esté dormido. O quizá salió por la otra puerta y nosotras de tontas aquí.
—No vamos a encontrar nada aquí —susurré.
Debería estar en casa leyendo algún libro.
Elevó la mano para que guardara silencio.
Nos cubría un enorme arbusto. Miré a los alrededores, solo árboles.
—Viene alguien —dijo, agachándose más. Hice lo mismo. Era una camioneta negra. Pasó a nuestro lado y se detuvo en casa de Apolo.
Carolina y yo rápidamente miramos por los larga vistas. Se bajó un hombre con traje. Demasiado formal diría yo. Y luego, del otro asiento bajó alguien más. De este ángulo no podíamos verle la cara, pero al ver sus pies caminar hacia el otro hombre nos pusimos atentas.
Abrí la boca del asombro y luego la volví a cerrar al ver quién era.
—¿Qué hace Kent aquí? —inquirió.
—Es Clark.
Ella me miró.
—Ese mismo. Ahora recuerdo lo último que nos dijo —se quedó pensativa—. De que tenía a un buen amigo qué buscar.
La miré.
¿Será posible?
—Si es así, ese amigo es Apolo —concluí.
Asintió con pesadez.
—Y si es así, significa que está tratando con el enemigo —murmuró.
El solo hecho de pensar que Apolo puede estar haciendo algo malo me sobrepasa. Me preocupa.  No hay dudas de que algo anda mal.
—¿Y qué pasará si es así? —cuestioné, con un pequeño nudo en mi garganta.
Me miró, debatiendo en si decirme o no. Hasta que finalmente lo hizo:
—Lo expulsarían de la manada... E, incluso, de la ciudad.

Escapándome del lobo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora