2 | Marco

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     Cualquiera que viese por primera vez a Marco Sitelli pensaría que era un joven con una niñez normal —Con una educación común y corriente. Desde ahí las deducciones ya empezaban a ser equívocas. Lo cierto es que convergieron factores que hacían de Marco una persona de la cual, si alguien analizaba sus primeros años, no podía creer cómo pudo conseguir llevar una vida que para muchos, en su época, era un ejemplo a seguir... sobre todo por su compromiso a servir a los demás.

      Durante un intenso invierno de Amatrice. En el seno de una familia netamente religiosa. De una madre más devota a La Virgen María que cualquier otra cosa y un padre ausente. No por deseo sino por culpa de su trabajo, nace Marco.

      El Señor Sitelli era un camionero, que con mucho esfuerzo podía estar en casa sólo dos veces por semana. Su trabajo le robó de forma cruel, el tiempo de la niñez de su hijo menor y en su lecho de muerte confesó a su esposa lo mucho que le dolía tener que partir sin ser haber disfrutado a plenitud del gozo que habían causado los pocos años de vida que ya le sumaban al crío. Murió antes de alcanzar los cuarenta y cuatro años dejando al pequeño Marco en compañía de cuatro hermanos mayores y una madre sobre la que caía toda la responsabilidad del hogar.

      Al momento de la desaparición de su esposo, ella sintió que se desmoronaba lentamente. Sin el padre al frente en cuestión de meses la calidad de vida de los Sitelli experimentó un descenso lento. La pobreza por la falta de ingresos económicos obligó a los dos hermanos mayores a incursionar en el trabajo infantil. Actividad prohibida por la ley italiana que, en la clandestinidad, llevaron a cabo durante muchos años.

      Antes de iniciar la mitad de los estudios primarios la madre de Marco decidió inscribirlo en un internado de católicos eclesiásticos. Fue justo allí donde se empezó a moldear al joven que más tarde sería Marco Sitelli. En los primeros años de su educación básica secundaria el menor de los Sitelli se convirtió en el centro de atención de varias autoridades religiosas. Sería el único sobreviviente de lo que se conocería mas adelante como la "Masacre del Treinta de Enero". Marco fue escogido por el director de la escuela para ser presentado ante el Papa debido a que había confesado su interés por ser parte del clero. De ese modo, Marco Sitelli luego de terminados sus estudios fue auxiliar de la curia vaticana, hasta cuando el Papa de la época abandonó este mundo. El joven fue reconocido en toda la curia por su impecable labor, y meses después de la muerte de su superior, decide por voluntad propia dejar el Vaticano para dedicarse por su cuenta a ejercer lo que le costó más de un par de arduos años de estudios: El arte de la liberación y purgación de Akumas.

      La noticia de que el antiguo auxiliar había renunciado al clero fue del agrado de muchas organizaciones interesadas en incluir entre sus adeptos a alguien con su perfil. Marco empezó a recibir decenas de solicitudes para trabajar en lo que era un "Especialista". Las propuestas iban desde liderar proyectos investigativos hasta dictar clases a personas interesadas en el tema. Él sentía que debía buscar la forma de ser no solo útil en lo que decidió estudiar y ejercer sino marcar la diferencia para evitar los errores que algunos de sus colegas en años pasados habían cometido. Era momento de generar un cambio.

      Fue entonces cuando de la lluvia de oportunidades que tocaban su puerta hubo una que llamó su atención de forma absoluta. Aquella que provenía de Artilughia. Hermandad que existía desde mucho antes que Marco hubiera nacido. Algunos aseguraban que la Artilughia era contemporánea al origen de la masonería o de los illuminati. Otros se atrevían a afirmar que tenía el mismo objetivo de las dos anteriores pero intentaba conseguirlos con métodos menos capciosos. Una cifra mínima de escépticos aseguraba que era una división de los gremios conspirativos.

      Marco no solo encontró la oportunidad de no tirar a la borda el tiempo que invirtió en sus costosos estudios, los cuales terminó siendo becario, sino que dicha propuesta, le brindo el privilegio de obrar sin tantas restricciones. Si sus métodos daban resultados siempre ganaría crédito por parte de sus superiores. Ser parte de Artilughia le hizo entender las falencias que tienen todos y cada uno de los credos religiosos. De ese modo le fue más fácil admitir por qué existía un número considerable de personas que a edad madura o incluso en la época temprana de la juventud empezaban a enfocar sus intereses en la ciencia y poco a poco rezagaban los dogmas religiosos. Había una sobrevaloración masiva de la importancia de los credos y eso estaba permitiendo que asuntos ajenos a estos se filtraran tales como lo eran los intereses egoístas y pecaminosos de solo unos cuantos que en años anteriores habían sido sus colegas.

     Artilughia ya tenía una reputación elevada cuando Marco se convirtió en un adepto a La Hermandad. Había conseguido reconocimiento gracias a la manera solemne de realizar todos sus hallazgos. En los primeros años de acción, fueron señalados de herejes e infieles. Incluso tuvieron que afrontar muchos problemas legales y religiosos. Entre tantas adversidades se dieron el lujo de ir ganándose el respeto y un lugar en el orden mundial.

      Había llegado el día en que Marco Sitelli debía mostrar que durante todo el tiempo en que se dedicó sólo a practicar liberaciones perdió un poco de destreza en el campo de la purgación. Mientras las primeras eran realizadas en presencia de posesiones por parte de Akumas menos habilidosos las purgaciones llevaban el riesgo al extremo haciendo frente a seres infernales con rangos destacados, los cuales tenían a su cargo funciones trascendentales para la batalla espiritual y lograr el fin propuesto de manera mancomunada entre aquellos que habitaban el inframundo en busca del beneficio del Inicuo.

      Asmodeo, el Akuma que poseía a la prostituta, había abandonado hace poco el Infierno gracias a los poderes magnos de su Líder. Sólo habían pasado unas escasas horas, desde que se infiltró en el mundo terrenal, y su presencia empezaba a notarse. Ahora un hombre estaba allí para encarar una ardua contienda en un plano metafísico del cual posiblemente jamás podría escapar.


[1] Acontecimiento en el cual murieron muchos niños, que se preparaban dedicarse a la vida monástica murieron por obra de los impíos que arremetieron en su contra.


[2] Hermandad conformada por un gremio de personas que, debido al sentido altruista inculcado en ellos, sirven al mundo sin necesidad de conformar la estructura organizacional de una religión.

Artilughia | Los Estigmas DefinitivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora