Capitulo 23

2.2K 202 11
                                    


Despierto sin dolor alguno, James me rodea el cuerpo con sus brazos, mientras frota su erección contra mi vientre.

De un movimiento rápido está entre mis piernas otra vez.

Tomo un condón de debajo de la almohada y lo abro, para luego ponérselo.

Se introduce dentro de mí y yo gimo bajo, disfrutando momentáneamente del sexo.

—Tan deliciosa, Lottie. Tan mía...

Cuando llego al orgasmo lo aparto.

Él se quita el condón y siento el semen mojar mi vientre.

Lo hago a un lado y me quedo dormida otra vez. Con un nudo en la garganta.

Ésto malditamente no me hace sentir mejor en ningún sentido. Siento que he fallado más que ahora que antes. Si antes había tomado malas decisiones, ahora... ni siquiera ví los riesgos.

Despierto por el desayuno en la cama.

James deja la bandeja en la cama y me mira.

— ¿Me dirás qué sucedió con Rosalie?
—Pensó que follo con Trevor — Me encojo de hombros — Es muy duro para mí eso, James. Le dije cosas que no debía y ella igual.

James me mira atentamente.

— ¿Te fuiste de casa?
—Sé que ahora se retracta de haber dicho eso, y qué bueno —digo, tomando el trozo de pizza del plato— Porque odio estar peleada con ella y amo ésa casa.

Le pego un mordisco y él sonríe, mirándome. Cuando miro el plato, recuerdo las palabras de Yaroslav. No pizza, no hamburguesas, no pollo frito. Él sabía que yo le daba a mis hijos pura comida chatarra. Y quería cambiar eso. Quería darles una mejor alimentación. No sólo complacerlos para que lo aprobaran.

—Extrañaba tenerte aquí, Lottie. En nuestra cama.

Es un momento débil así que sigo comiendo, sin responder. Ya la pizza no me sabe a nada y todo lo que hice anoche y hoy... fui una estúpida.

Jamás olvidaré a Yaroslav. Y James jamás será el hombre de mi vida. Tiene a Gabriella embarazada... y de nada sirve tener a James para que me dé sexo. Cuando Yaroslav me está ofreciendo más.

—Voy a trabajar, pero debes quedarte con los chicos.
—Está bien — Respondo de una vez.

Me da un beso aún sin importarle mi boca llena y se pone de pie.

—Los chicos están dormidos aún, pero dejé pizza para ellos en el frigorífico. Y puedes pedir lo que quieras, dejé dinero sobre la encimera también.
—No es necesario —le recuerdo, él asiente.
—Son también mi responsabilidad.

Cuando los chicos se despiertan; comen y se van a jugar con la consola. No quiero entretenerlos de otra forma.

Mientras yo acomodo el vendaje en mi muñeca y releo los mensajes.

Y: Sé dónde estás ahora... supongo que... tu decisión fue tomada. Estoy en un avión regreso a Rusia, mi niña. No puedo torturarme con tenerte tan cerca y que tú no me quieras.

Aparto el teléfono de mi cara y termino de amarrar la venda.

C: Te dije lo que era, Yaroslav. No creo dejar de serlo.

Y: Yo siempre he tenido fe en ti, mi niña. Eres fuerte. Solo tienes que darte una oportunidad.

Mis ojos se llenan de lágrimas, y no sé qué hacer. No quiero perderlo, pero honestamente no soy lo que él se merece.

CHARLOTTHE (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora