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El día que terminamos:

Recordé cuando hablamos por primera vez. Estábamos en clase de educación física. Al parecer, tú ya tenías el baloncesto en la sangre, puesto a que cuando el profesor nos puso a jugarlo, no dudaste en tomar un balón y empezar a manejarlo como todo un profesional. Sin embargo, yo no lo era. Y fue por eso que recibí un balonazo a la cara. Definitivamente soy un imán de balones, ya que no era la única vez que me pasó eso.

El profesor al ver la situación, tú eras el más cercano a mí, y te pidió de favor que me acompañaras a la enfermería. Perfectamente supe que no querías hacerlo, porque te vi rodar los ojos y dejar el balón color anaranjado a un lado. Por supuesto que lo hiciste, me acompañaste, pero no te quedaste ahí por mucho, lo cual me hizo enojar demasiado y empecé a tener "odio" hacia ti de una manera inocente e inmadura.


 Por supuesto que lo hiciste, me acompañaste, pero no te quedaste ahí por mucho, lo cual me hizo enojar demasiado y empecé a tener "odio" hacia ti de una manera inocente e inmadura

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El día que terminamos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora