26.

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El día que terminamos:

Me acordé de cuando al día siguiente, en el comedor de la cabaña, escuché seis veces el rumor de que tú y yo nos perdimos intencionalmente para acostarnos.

Jamás había sido protagonista de un rumor, y el primero que me metían tenía que ser repugnante. Tras haberle contado a Kath lo sucedido, comentó que tú, Pete, sólo te daba risa el rumor. Más no lo negabas.

Enojada, fui hasta donde estabas, y llamando la atención de todos, hasta la tuya, te grité pidiendo que dijeras la verdad. Que sólo nos habíamos perdido hasta que alguien nos encontrara.

Siempre has sido un idiota. Tú segundo nombre debería ser Idiota.

Sólo te reíste y preguntaste:

«—¿Entonces por qué traías puesta mi chamarra?».

Y mi segundo nombre aquel día debería haber sido Tómate. Pero te odié.

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El día que terminamos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora